En un tranquilo pueblo rodeado de montañas, Martín, un chico alto y reservado, siempre ha creído que su altura lo separa del mundo que lo rodea. Sofía, en cambio, pequeña pero llena de energía, ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Un inesperado encuentro entre ellos hará que dos mundos opuestos se entrelacen de formas que ninguno imagina. Lo que comienza como un simple gesto de ayuda, pronto desatará emociones que pondrán a prueba sus propios límites. ¿Hasta dónde pueden llegar dos personas que ven la vida desde alturas tan distintas?
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Capítulo 15: Hacia el futuro
El sol de la mañana brillaba sobre el pequeño pueblo, iluminando cada rincón con una calidez que parecía anunciar algo nuevo. Sofía y Martín caminaban por el sendero que rodeaba el campo, como lo hacían tantas veces, pero esta vez algo era distinto. Habían llegado a un punto en sus vidas donde las dudas habían dado paso a la certeza. Certeza de que, a pesar de sus diferencias, a pesar de los obstáculos que enfrentaron y los que aún quedaban por enfrentar, su amor era lo que los impulsaba hacia adelante.
La relación de Sofía y Martín había pasado por altos y bajos, pero cada momento, cada pequeño gesto, los había llevado a este día. Habían crecido no solo como pareja, sino también como individuos. Martín había aprendido a confiar en sí mismo, a aceptar que su altura y su silencio no lo hacían menos merecedor de amor. Sofía, por su parte, había dejado de sentirse insegura por su estatura, comprendiendo que su energía y vitalidad eran lo que la hacía única.
Caminaban en silencio, disfrutando del sonido de sus pasos sobre el suelo cubierto de hojas secas. A lo lejos, las montañas que rodeaban el pueblo se alzaban imponentes, pero para ellos ya no parecían tan distantes ni inalcanzables.
— Parece que hemos llegado hasta aquí — dijo Sofía de repente, rompiendo el silencio.
Martín la miró con una sonrisa, sabiendo exactamente a qué se refería.
— Sí, y aunque no siempre ha sido fácil, no cambiaría nada de lo que hemos vivido — respondió él, con esa serenidad que tanto caracterizaba su forma de ver el mundo.
Sofía asintió, entrelazando sus dedos con los de Martín.
— Cuando te conocí, nunca imaginé que estaríamos aquí, juntos, hablando de un futuro — confesó ella. — Pero ahora no puedo imaginar mi vida de otra manera.
Martín sonrió y, por primera vez en mucho tiempo, sintió que las palabras adecuadas estaban a punto de salir.
— Lo sé. Al principio, ni siquiera podía entender lo que estaba sintiendo. No fue hasta que estuviste cerca de alejarte que me di cuenta de lo que realmente significabas para mí. Me enseñaste a ver el mundo desde una altura diferente... pero no solo por nuestra diferencia de estatura, sino por lo que tú eres, Sofía. Tú me enseñaste a mirar más allá de lo que siempre había creído que era importante.
Sofía lo miró, sus ojos brillando con emoción. No era la primera vez que Martín le hablaba de sus sentimientos, pero cada vez que lo hacía, sentía que su conexión se profundizaba aún más.
— Tú también cambiaste mi forma de ver las cosas — dijo ella. — Nunca había pensado en cómo alguien tan alto podría sentir que el mundo lo hacía pequeño de otras maneras. Y ahora, caminando a tu lado, me doy cuenta de que juntos hemos aprendido a ver la vida de una forma más completa, más real.
El viento soplaba suavemente, y las hojas se movían a su alrededor en una danza tranquila y armoniosa. Era como si el mundo mismo estuviera en paz, como si supiera que el viaje de Sofía y Martín había alcanzado una nueva etapa.
— ¿Sabes qué es lo mejor de todo? — preguntó Martín, deteniéndose por un momento y girando hacia ella. — Que esto es solo el comienzo. Lo que hemos vivido hasta ahora es solo una parte de lo que nos espera.
Sofía sonrió y, sin dudarlo, se puso de puntillas para darle un beso suave en los labios.
— Estoy lista para lo que venga — respondió ella, segura y emocionada por el futuro que se abría ante ellos.
Pasaron el resto del día explorando las colinas que rodeaban el pueblo. Caminaban juntos, hablando de sueños, de planes, de cosas simples y complicadas. Hablaban de viajar, de conocer otros lugares, pero también de quedarse en su pequeño pueblo, donde todo había comenzado. Cada conversación, cada idea, se sentía como una nueva promesa, como una semilla que plantaban en su relación.
Al caer la tarde, llegaron a un claro en lo alto de una de las colinas, desde donde podían ver todo el pueblo. Era un lugar especial para ellos, uno al que habían regresado varias veces durante los últimos meses. Desde allí, las luces de las casas parecían diminutas, y las montañas a lo lejos se alzaban como guardianes del horizonte.
— Aquí es donde todo se siente claro — dijo Sofía, mirando el paisaje.
Martín asintió. Siempre había sentido que ese lugar tenía algo especial, algo que le permitía ver el mundo desde una perspectiva diferente.
— Aquí es donde entiendo que, sin importar lo que pase, siempre estaremos juntos — añadió él.
Sofía lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de amor y gratitud. Sabía que, sin importar lo que trajera el futuro, habían encontrado algo que muchos buscaban toda su vida: una conexión real, un amor que los hacía crecer, un compañerismo que no dependía de las circunstancias.
— ¿Sabes qué? — dijo Sofía con una sonrisa traviesa. — Creo que deberíamos hacer una última promesa aquí, en este lugar.
Martín la miró con curiosidad.
— ¿Qué tipo de promesa?
Sofía se giró completamente hacia él, aún sujetando su mano con fuerza.
— Prometamos que, pase lo que pase, siempre encontraremos el camino de regreso a este lugar. Porque este es nuestro lugar, Martín. Aquí es donde todo comenzó, y aquí es donde siempre podremos volver.
Martín sonrió, sintiendo el peso de sus palabras y sabiendo que, en el fondo, no había nada más cierto.
— Lo prometo — dijo él, con toda la sinceridad del mundo.
Sofía sonrió aún más, y ambos se quedaron en silencio por un momento, dejando que el viento y las estrellas fueran testigos de su promesa.
...Donde Todo Comienza...
...En lo alto de las colinas,...
...donde el cielo toca el suelo,...
...dos corazones se encuentran,...
...en un lugar tan sincero....
...No hay miedo, ni duda, ni sombra,...
...solo el viento que acaricia....
...Aquí donde todo comienza,...
...se teje una nueva sonrisa....
...Dos caminos que se cruzan,...
...dos almas que se entrelazan....
...Promesas que no se olvidan,...
...pues en este rincón descansan....
...Que el mundo siga su curso,...
...que el tiempo pase sin prisa,...
...pues aquí siempre volvemos,...
...donde empezó nuestra risa....