Matteo Bushida Lombardi desde pequeño vio a sus padres amarse por sobre todas las cosas, y pensó que él había encontrado un amor igual, pero todo lo perdió por culpa de aquella noche.
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Dieciséis
Mia miraba a su niña de apenas dos años recostada en aquella cama de hospital, hablaba con una enfermera contando en su lenguaje infantil algo que le había dicho su niñera, la madre no sabía como iban a lograr que se mantuviera tranquila con lo revoltosa que era.
- La niña no recibió golpes significativos, pero la inercia en estos casos también juega en contra de los accidentados- les explicó el médico a Mia y a Anneta unas horas antes en la sala de espera- Al recibir el golpe de lado el hueso de la cadera se desplazó bruscamente, ella es aún pequeña y el movimiento le provocó una lesión importante, si no operamos esa cadera puede que no vuelva a caminar correctamente y si esperamos mucho tiempo para intervenir quizás lo que hagamos no sea del todo efectivo, el hueso puede crear una calcificación para el mismo hacer nuestro trabajo y rellenar lo que se desplazó.
Las dos mujeres estallaron en llanto al escucharlo.
- Por favor, esto podemos resolverlo con una operación, gracias a Dios la niña traía el cinturón de seguridad puesto y no golpeó los extremos del auto con la cabeza u otra parte del cuerpo.- intentó calmarlas el hombre.
- ¿Cuando la operarían?- preguntó la madre.
- Ese es el pero, Aiko no es una niña como otra cualquiera según su historia clínica, el seguro no se hará cargo de esta operación.
- Pero nosotros tenemos todos los pagos al día, no pueden hacernos esto.- protestó Anneta.
- Lo siento, yo mismo tramité todo antes de venir con ustedes, por eso demoré en salir, se han negado porque lo consideran muy costoso y muy arriesgado, tendrán que pagar ustedes la operación o no se podrá hacer.
- ¿De cuanto estamos hablando?- preguntó la tía, ella se sentía culpable por llevar a la niña en el auto, ellas solamente iban a tomar un helado.
- Mucho dinero- les dijo entregándoles una carpeta con la descripción de la operación y el presupuesto- La condición de Aiko hace que la sangre que necesita no exista en ningún hospital, pero sí en otro lugar que no voy a decirles pero que puedo garantizarles que es muy seguro.
- Nos está hablando de algo ilegal.- se escandalizó la madre angustiada.
- Es la única forma señorita, pero es segura, la sangre es limpia y no hay de que preocuparse.
- Dios, todo esto por un helado, maldita la hora en que salimos de la casa.- la chica se puso las manos en el rostro y volvió a llorar.
- Tía por favor, no te culpes, tú no fuiste la que cometió una infracción.
- Hablando de eso, hay una forma de conseguir el dinero, pero no digan que fui yo quien les dijo.- volvió a hablarles el médico.
- ¿Más ilegalidades?
- No, no, se los juro, pueden hacer que la compañía de seguros de la otra persona implicada pague la operación, ella cometió un delito.
Las dos chicas se miraron, podía ser una solución.
- Ahora ya pueden entrar a ver a la niña, intenten que no se ponga de pie, puede dolerle y además empeorar la situación.
Y allí estaba Mia tres horas después esperando que su tía regresara de hablar con la otra aseguradora.
Anneta entró a la habitación del hospital con el rostro desencajado, parecía que el mundo venía a sus espaldas.
- Ellos tampoco van a pagar.- le avisó a Mia con los ojos llenos de lágrimas.
No podía creer que la pequeña que les alegraba la vida viera su futuro comprometido porque alguien con los bolsillos llenos de dinero decidiera que su salud no era lo suficientemente valiosa.
- ¿Pero no les dijiste que llevaríamos las cosas de la policía y el dictamen de toxicología?
- En la policía no hay nada, según ellos la persona que me chocó se dio a la fuga, no se sabe en que auto iba o cuales eran las placas, nunca hicieron un control de alcolhemia o algo parecido a nadie, esa persona que yo les entregué sus datos según ellos está en Francia hace dos meses estudiando de intercambio, es una chica tranquila y ni siquiera tiene permiso de conducir, además nunca ha estado envuelta en ningún problema, en resumen, casi me dijeron que era yo la que iba borracha e imaginé cosas.
- ¿Pero entonces todo era falso? ¿Dijo un nombre falso en el accidente?
- No, camino a aquí yo busqué ese nombre en Internet y es la misma chica que vi allí, pero es la hija de un embajador.
Mia se dejó caer en un sillón de la habitación que ocupaba su hija, ni siquiera podía llorar por tal de que ella no la viera.
- Vamos a vender la casa.- le propuso Anneta.
- No, en primera si lo hacemos, a donde vamos a ir cuando Aiko salga de aquí y en segunda eso va a demorar y no hay tanto tiempo, ya es tarde, ve y descansa que con la mente descansada algo se nos va a ocurrir.
- No Mia no voy a dejarte sola.
- Tía, te necesito para que me apoyes, aquí no estaremos solamente un día, descansa.
Al final Mia la convenció para que fuera a la casa y ella pasó la noche en el hospital.
Temprano en la mañana ya la chica estaba en su puesto de trabajo esperando a su jefe mientras su tía la suplía cuidando a la niña.
- Mia ¿Qué estás haciendo aquí?- le reclamó el hombre al verla en su escritorio.
- Señor Orlov perdón pero no he venido a trabajar, necesito hablar con usted.
- Entra, pero primero dime como está Aiko.
- De eso he venido a hablarle.
Mia le contó a su jefe lo que dijo el médico y lo que ocurrió con la policía y al terminar puso toda la historia clínica de la niña sobre el escritorio del hombre.
- Le pido por favor que me tramite un préstamo con la junta, no puedo demorar, yo soy una buena trabajadora, no creo que hayan problemas.
- Mia, ¿porque no buscas a su padre, quizás él pueda ayudarte y no entras en esa deuda?
- El padre de Aiko no la quiere, él no quería que ella naciera, cuando supo de mi embarazo me mandó a decir que si no desaparecía él se encargaría de hacerme desaparecer a mi y a todo lo que llevara mi sangre con sus propias manos.
El hombre se mantuvo callado un momento, no iba a preguntar cuales fueron las circunstancias de la relación de la chica con el padre de su hija.
- Yo puedo ayudarte a buscar las pruebas que desaparecieron de la policía, pon una demanda, o mejor ¿Aceptarías que yo te haga el prestamo?- intentó darle otra solución para que no entrara en una deuda de aquella magnitud.
- No a las dos cosas señor Orlov, una demanda va a demorar mucho en dar frutos si los da y de lo otro, usted es mi jefe directo y no quiero tener esa deuda con usted, por favor, ayúdeme con la junta, le estaré agradecida con eso, su voto hará que sea aprobado rápidamente.
- Está bien Mia, si estás decidida en media hora este expediente estará sobre el escritorio de todos los accionistas.
Ojalá puedan ser felices y que hagan pagar a los culpables
llegaron Guilia y Jim a qué su hijo le relaté que fue lo que pasó esa noche que fue y como sucedió hasta llegar a la habitación donde estaba Mia.
Que comience la investigación y que caiga la Livia junto al padre y la madre y también a Franco porque el otro ya lo mandaron al infierno.