Corazón De Piedra

...LILIAM:...

Cuando bajé de nuevo, ya más calmada y con más ánimos, me encontré con

el príncipe en el mismo sitio. Estaba guapo, llevaba un traje color verde oscuro con botas negras hasta las rodillas, se recogió el cabello en una coleta baja y algunos mechones que se escapaban rozaban su rostro. La idea de ir a la ciudad me resultaba un escape momentáneo y tranquilizante, quería escapar unos instantes del infierno en el que me sentía.

Además, me gustaba lo alegre y amable que era el príncipe, muy diferente a su pesado, injusto y tirano hermano.Como dijo el príncipe, ese hombre no tenía corazón, sólo un trozo de piedra. En cambio el príncipe me había tratado bien al encontrarme llorando y me sentí tranquila ante sus palabras.

Me guió hacia la salida, al patio principal, ya había un carruaje esperando allí. El cochero no dijo nada al verme, ni tampoco los guardias que se encontraban allí pero si noté algunas miradas de prejuicio, no me dió tiempo de buscar al general con la mirada. Me daba pena por él, yo lo involucré en el asunto, había sido mi culpa que saliera perjudicado.

Me sentí enojada de nuevo pero aparté el pensamiento cuando el cochero abrió la puerta del carruaje y el príncipe me tendió su mano para subir.

Entramos, él se sentó a mi lado y después el carruaje avanzó fuera del palacio.

Avanzaba tranquilamente por la ciudad.

— Entonces ¿ Dónde empieza el paseo guía turístico? — Pregunté y se rió.

Se tomó la barbilla, pensando detenidamente.

— Es hora de almorzar, primero iremos al mejor restaurante de la ciudad.

— Oh... Pero... Yo no tengo piezas — Dije apenada.

— Tranquila, eso va por la cuenta, ser príncipe tiene sus ventajas, todos en la ciudad me conocen y por eso tengo un trato especial, además sería descortés de mi parte dejar que pague la cuenta una señorita.

— Muchas gracias, majestad — Dije y puso los ojos en blanco.

— Seremos familia, así que puedes hablarme con confianza.

Eso era una farsa. Ni en mi sano juicio me comprometería con un hombre como el Rey Evans.

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El carruaje se detuvo frente al restaurante, tenía un frente amplio y precioso y con un cartel grande con letras talladas en madera que decían "Sal de Mar" Al entrar los dueños del restaurante recibieron al príncipe con alegría y cortesía, nos ubicaron en la mejor mesa, el lugar parecía un pequeño palacio, con lámparas de araña colgando en el techo y grandes ventanales.

El príncipe apartó la silla para mí y me senté, agradeciendo. Su hermano no tuvo ese gesto conmigo cuando cenamos.

Se sentó frente a mí. Mis manos sudaban.

— ¿ Te gusta el lugar ?

— Es precioso, debo aceptar que estoy un poco nerviosa, jamás había estado en un restaurante y mucho menos en uno tan fino — Dije mientras seguía viajando mi mirada por el lugar, habían muchos músicos tocando una suave melodía en una pequeña tarima.

— Evans me comentó que eres hija de un campesino, quiero saber cómo es tu familia, claro, si me lo permites — Dijo él mientras un mesero se acercaba y nos servía vino en unas copas que habían en la mesa, el príncipe le ordenó traer la carta con los platillos más costosos del menú.

Hablar de mi familia me resultaba incómodo, mi padre me daba dolor y decepción recordarlo y mis hermanas me daban tristeza.

— Antes de venir aquí, vivía cerca de un pueblo llamado Silon, mi padre era supuestamente el dueño de una hacienda productora y yo le ayudaba con la siembra y con los animales, me gustaba hacerlo — Dije mientras sonreía, el príncipe se mantuvo atento, como si estuviera fascinado por mi aburrida y monótona vida.

— ¿ Eras hija única ? — Preguntó mientras bebía un sorbo de su copa.

— No, tengo dos hermanas menores.

— Deben ser iguales a ti.

No era una ofensa pero negué con la cabeza.

— No, ellas son preciosas, talentosas, Sandra es muy buena pintando y también sabe cómo actuar en todo momento, maneja muy bien sus hábitos de etiqueta y Clara... Ella es mi pequeña niña, le fascina leer, devora los libros en solo un día, es su actividad preferida.

— Me gusta ver cómo hablas de tus hermanas, con mucho sentimiento, es evidente que las amas mucho — Me dió una sonrisa abierta y me sonrojé.

— Si, las amo y las extraño.

— Pronto las verás, puedes pedirle a Evans que te visiten un día, yo quiero conocerlas, si son como tú voy a estar encantado — Dijo y me tensé, lo notó— Tranquila, mi hermano puede ser un tirano estricto pero es muy humano, debió ser duro que te separara de tu familia pero te aseguro que te dejará verlos.

Sonreí y una mujer mayor y elegante se detuvo frente a la mesa e hizo una reverencia al príncipe.

— Majestad, les he traído la carta — Dijo y le entregó una al príncipe y otra a mí, la tomé con amabilidad.

— Muchas gracias, Belina — Dijo el príncipe.

La mujer hizo otra reverencia pero me observó con curiosidad.

— Disculpe majestad ¿ Quién es la señorita que lo acompaña ? ¿ Es su novia ? — Preguntó la mujer y me tensé.

El príncipe me observó y luego volvió sus ojos hacia la mujer. Bebí un sorbo de vino.

— No... Ella es mi futura cuñada y la futura reina.

Casi me ahogo con el vino, la mujer abrió sus ojos de par en par.

— ¿ Qué? — Jadeo — ¿ El Rey Evans se casará?

Esto era malo, si el rumor corría por toda Urla se extendería a Adalania, sería más difícil deshacer la mentira. El príncipe no debió decir eso pero no era su culpa, él creía lo mismo que todos.

— Por supuesto, ella es la prometida de mi hermano.

La mujer me observó, pero no lo hizo con despectiva ni hipocresía. Hizo una reverencia.

— Mucho gusto, majestad, soy Belina, la dueña de Sal de Mar y estoy a su disposición para lo que necesite.

— Muchas gracias, Soy Liliam Cuper, un gusto conocerla.

— Ahora los dejaré para que puedan decidir que van a comer.

El príncipe asintió.

La mujer se giró pero él la detuvo.

— El Rey Evans hará una fiesta de compromiso el sábado en la tarde, presentará a su prometida ante sus súbditos, usted está invitada, no necesita carta de invitación cuando el mismo príncipe la ha invitado.

— Oh, me alegra, estaré encantada de asistir.

Abrí mis ojos de par en par, el rey no había mencionado nada de una fiesta de compromiso, eso complicaría las cosas. Me dió la impresión de que había sido idea del príncipe, una terrible idea, su hermano se iba poner peor de furioso.

El príncipe me observó con diversión.

— ¿ Qué?

— No hay ninguna fiesta, el rey ni siquiera lo ha mencionado.

— Lo sé — Se encogió de hombros.

— Mintió — Dije apenada.

— Le di un empujón a mi hermano, es tan seco y amargado que de seguro no te dió un anillo de compromiso — Observó mis dedos vacíos y me dió una expresión de despreocupación.

— Esto no le gustará — Sentí nervios por la reacción que tendría cuando se enterase.

— Yo hablaré con él y no podrá negarse porque a todos los lugares que vamos a ir haré lo mismo y toda Urla se va enterar de que habrá una fiesta en tu honor — Dijo mientras golpeaba su dedo índice en la mesa.

— Es una locura... Es demasiado pronto.

— Es por su bien, él es tan aburrido y seco, no es pronto, si te va tener en el palacio muchos años antes de comprometerse no está haciendo nada, me lo agradecerá.

Me quedé callada, completamente aterrada, no era culpa del príncipe, pero esto era una terrible idea y si había una fiesta de compromiso sería difícil romperlo.

Nuestra mentira se iba salir de control.

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Después de comer yo estaba a reventar, habíamos pedido pato a la naranja y de postre un pastel de chocolate.

El príncipe me llevó a un hermoso teatro, donde la estirpe de la alta sociedad de reunía todos los días, vimos una obra espectacular. Jamás había estado en un teatro y al entrar me quedé atónito, el lugar era enorme, con sillas aterciopeladas color vino y ordenadas en filas largas hasta la amplia tarima. El lugar era en forma de cúpula y el techo tenía pinturas de personajes históricos.

Me gustó la obra y también la compañía del príncipe, le gustaba bromear, se burlaba de los peinados excéntricos de los personajes y también de sus expresiones exageradas, me contagié de risa.

Las personas nos observaban con molestia y silenciaban en nuestra dirrección, al parecer no habían notado que estaban ante el príncipe pero nuestra risa aumentó a tal punto de que se me salieron las lágrimas y me dolía el estómago.

Era la primera vez en tanto tiempo que me divertía y por un momento olvidé lo ocurrido en la mañana.

El príncipe siguió presentándome personas influyentes y magnates, a todos les dijo lo mismo sobre la supuesta fiesta de compromiso que se iba llevar a cabo en el palacio y los invitó a todos.

Luego de eso fuimos a ver las tiendas de joyas y ropa más prestigiosa de la ciudad. Sólo vimos ya que me negué a que el príncipe me comprara algo y él no discutió, tal vez pensó que eso le traería problemas con su hermano.

— Cuando vengas con Evans, le dices que te compre eso — Dijo el príncipe mientras yo observaba un traje de mujer precioso, era un conjunto de pantalones y camisa que estaba expuesta en la vidriera.

No dije nada al respecto.

Caminamos por la hermosa ciudad y el atardecer se abrió paso. A pesar de que nací en alguna parte de Urla yo no recordaba nada, apenas y recordaba el orfanato.

Nos acercamos a una plaza donde había un concierto de música bailable. Nos detuvimos y empecé a bailar al ritmo de la música, era lo que me gustaba a parte de vestirme con pantalones y camisa, trabajar en el campo y pelear para defenderme.

Moví mi cuerpo mientras reía.

— Príncipe, baila — Dije mientras lo arrastraba hacia las personas que se movían alrededor de la música.

— No suelo bailar éste tipo de música, deberías llamarme Eidan — Dijo mientras se negaba a moverse.

— Eidan, baila.

Moví mi cuerpo, saltando y girando mis caderas, el príncipe reparó mi cuerpo de pies a cabeza.

— Bailas muy bien, Liliam.

— Aprendí en las fiestas de Silon.

Él empezó a moverse y nos reímos de nuevo.