Un mundo fantástico, lleno de seres que jamás creíste poder ver, a excepción de los libros, las películas y relatos. Ahora has llegado a este sitio, donde no solo puedes verlos, tocarlos y hablar con ellos, sino que estás dentro del cuerpo de uno de ellos.
Mi nombre es Dagny y está es mi historia. Entré al cuerpo de un ser místico y mágico, nunca entendí por qué, pero no pude tener mejor suerte que esta, al amar todo tipo de historias de fantasía, intentaré vivir bien y vivir feliz.
¿Podré hacerlo?, ¿Tendré dificultades como en el pasado?, ¿Deberé cambiar mi forma de ser para que me acepten?
Sigue mi historia y entérate del final.
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Una esperanza.
Cuando aún estaba en su habitación, alguien tocó la puerta. Dio el permiso de pasar y se encontró con la reina.
—Espero que sea de tu agrado está habitación, querido amigo— sonrió amable.
Aunque Hope recordaba a la reina gracias a los recuerdos del antiguo ocupante de su ahora cuerpo, no sabía cómo reaccionar a la forma en como le hablaba aquella mujer, pues solo le había sonreído y había sido amable con su esposa.
—Buen día majestad— respondió serio. —La habitación está bien, no debió preocuparse por algo así— su voz era seria y algo fría.
—Me dijeron que habías cambiado, pero no creí que tanto. Disculpa por no haberte visitado cuando estuviste convaleciente por tu accidente, han pasado tantas cosas— se sentó sin pedir permiso.
—Está bien majestad, no debe dejar sus deberes por un simple súbdito— se sentó frente a ella esperando que le dijera el motivo de su visita.
—Como sabes, hoy es el día de la aceptación de la princesa Dagny, en caso de no aceptarla como reina, por favor acepta que la adopte como mi hija. Es una joven maravillosa, llena de paz el corazón que esté cerca de ella— sonreía tan llena de felicidad al hablar de la albina, lo que agradeció Hope, en su interior.
—Es un hecho, tenga por seguro que la princesa se quedará en Athel a como de lugar— seguro respondió.
La reina solo asumió que era por el gran cariño que le tenía su amigo de la infancia, por esa razón no indagó más y se retiró para ir por fin a la habitación de Dagny.
—»Así que te has ganado el cariño de alguien más poderoso que yo«— suspiró.
Terminó de arreglarse para la ceremonia y por fin pudo ir en dirección al salón.
Al menos eso era todo lo que podía recordar en ese momento, por eso no podía dejar que Dagny hiciera lo que pensaba, simplemente no pensaba perderla dos veces, no ahora que podrían ser felices de nuevo.
Por su parte Dagny pidió el consejo de Kari, ella se había convertido en su confidente, pues no la juzgaba a pesar de ser una elfa y mucho menos ahora que era parte de la familiar real.
—Madame Kari, si quisiera hacer algo y no sabría cómo va a salir, ¿a quién debo recurrir?— seguía con su idea principal.
—La verdad no sé de qué se trate, pero hay una anciana que lo sabe todo, ella es conocida como la sabia de Athel, la única que ha acertado a cada cosa que fue prevista con anterioridad— le explicó.
Los ojos de Dagny brillaron por la ilusión que inundaba su corazón, quizás esa mujer puede decirle que debe hacer.
—¿Sabe dónde puedo encontrarla?— de un salto bajó de la cama.
—Parece que está empacando para partir en la mañana— le informó.
La albina no podía creer que su única esperanza se marchaba en la mañana, pero su cerebro era más rápido que ella misma y por esa razón, se le ocurrió algo de inmediato.
—Muchas gracias madame Kari, puede retirarse, nos veremos en la mañana— volvió meterse a la cama.
Kari le dio las buenas noches y se retiró. Por su parte Dagny comenzó a hacer una pequeña maleta, su plan no iba a cambiar, simplemente tomaría un rumbo diferente. Colocó un par de vestidos, algo para el frío y se dispuso a dormir un poco, esperando poder despertar justo cuando la caravana de la gran sabia partiera.
Así, cuando apenas comenzaba a mirarse el nuevo día, Dagny se apresuró y salió por la ventana de su habitación con mucho cuidado. Afortunadamente para ella, los guardias hacían sus rondas por otro lugar, por eso fue fácil escapar sin que nadie la viera o al menos eso pensó.
—Así que escapas después de haber sido aceptada por mi querida hermana— Yafar la había seguido.
—Alteza, me asustó— casi le provocó un infarto a la joven.
—¿A dónde crees que vas?, o debería preguntar, ¿por qué te vas?. La reina se ha encariñado tanto contigo como para que la lastimes de esta manera, ella te ayudó— se veía realmente molesto.
—Jamás haría algo que le hiciera daño a su majestad, por eso mismo debo ir con la sabia, ella sabrá que es lo mejor para mí— le explicó
—Si solo es eso, yo mismo te escoltaré. No es nada seguro que andes por las calles tu sola y menos siendo parte de la familia real— le colocó la capa que llevaba y la dirigió a los establos, ahí podrían tomar un par de caballos.
—¿Tenemos qué montar?— se veía más que sorprendida.
—No pensarás ir caminando. El camino es pesado y también te llevarán ventaja, es mejor alcanzarlos en caballo, ¿acaso no sabes cabalgar?— comenzaba a burlarse.
—No lo he hecho en mucho tiempo, lo siento— ahora se daba cuenta lo patético que era su plan. Solo pensó, pero no comprendió lo que implicaba hacer algo como lo que pensaba.
—Te llevaré en el mío, solo que tendrás que ir atrás. No me puedo permitir que vayas frente mío, a pesar de todo eres una mujer y yo un hombre— no estaba muy seguro de hacer esa locura.
—Ya está haciendo suficiente por mi alteza, se lo agradezco de antemano— lo instó a subir y ella detrás de él.
Pensando que nadie los había visto, desde la ventana de una habitación, alguien apretaba los puños con toda su fuerza. Hope no podía creer que tendría un enfrentamiento con su nuevo amigo, pero no podía permitir que le robaran al amor de su vida.