VENDIDA.

Después de compartir tantos años juntos nos hemos acercado lo suficiente como para que Sienna ya no me tema.

Me informan que habrá un banquete en honor a un socio de la organización y está vez quiero que Sienna sea mi acompañante.

Me gusta verle tan animada organizando todo para el esperado día.

Esa noche no veo a la niña por ningún lado. Frente a mí está una mujer sumamente hermosa.

Que deslumbraría a cualquiera que la viera.

Está nerviosa, lo puedo sentir en cada centímetro de su piel. La trato de tranquilizar para poder ir a brindar mis saludos a los altos mandos.

Me molesta muchísimo ver como se la comen con la mirada. Todos esos buitres no pierden la oportunidad para rodearla.

No puedo concentrarme en las conversaciones así que voy a buscarla desesperado y me la llevo de ese maldito lugar.

No se en que momento se me ocurrió llevarla conmigo.

Al llegar a casa no aguanto más y la beso desesperadamente.

Esta noche no sé que me pasa. Nunca beso a las mujeres con las que estoy. Eso es como darles demasiado derecho sobre mí.

Pero ante Sienna soy débil y esa noche la trato con sumo cuidado.

Le hago el amor de manera gentil y veo como por primera vez ella lo disfruta al máximo.

Como se estremece por mi toque. Me vuelve loco.

No sé en que momento me quedo dormido junto a ella. Eso no es habitual en mí. Pero últimamente ya nada lo es.

Sienna ha cambiado muchas cosas en mi interior, me ha hecho sentir cosas que jamás creí.

Me despierto solo en la cama. Ahora es ella la que me abandona. Salgo apresurado para regañarla.

Pero Norma me intercepta antes de poder verla. Es algo urgente relacionado con Anaís.

Salgo a atender la llamada al patio trasero.

Cuando escucho un alboroto en el interior. Me dirijo a la multitud que está en la enfermería.

Es Anaís peleando con Sienna. De un solo grito pongo fin a su show.

Anaís se apresura a culpar de todo a Sienna y está se mantiene en completo silencio.

No tengo más opción que castigará, no puedo ir en contra de esa maldita malcriada.

Anaís me amenaza constantemente. Ella quiere que envíe a Sienna al burdel de inmediato o de lo contrario le informará a su padre del supuesto atentado que sufrió.

Su actitud es tan miserable que nadie le creería una sola palabra. Ella misma vino a mi casa y se atreve a culpar a Sienna de algo que ella provocó por sus celos y envidia.

Pero nadie puede ir en su contra, todo por ser una maldita Vasil.

Hago mi mayor esfuerzo para complacerla y desviar su atención.

Le digo que la dejaré encerrada sin agua o comida y si sobrevive después de unas semanas la enviaré.

Ella parece satisfecha con la propuesta. Anaís es hermosa por fuera pero asquerosa por dentro.

La sola idea de que primero Sienna sufra demasiado le encanta.

Sé que a escondidas Norma le ha dado suministros a Sienna. Pero Anaís la tiene bien vigilada.

Una noche no soporto más y me emborracho al punto de casi perder la conciencia.

No sé en qué momento bajo al sótano y tomo a Sienna miserablemente.

Soy como una bestia salvaje sediento de sangre.

Pero está vez no veo una sola pizca de emoción en ella.

Lo soporta en completo silencio y sin oponer resistencia.

Salgo apresurado al ver la brutalidad con que la he tratado.

Por fin Anaís se marcha. Después de dejarla en su casa pienso disculparme con Sienna.

En el pasado la he tratado horrible y nunca me importó, pero ahora siento que mi corazón arde de angustia.

Gracias a que Anaís sé pone de caprichosa mi regreso a casa lleva más de lo debido.

Pero al llegar la escena ante mis ojos solo significa que Sienna ya no se encuentra en el lugar.