LA CAMA DE MI JEFE

Su mano resbala por mi espalda. Sus dedos trazan una caricia perfecta y siento que me derrito ante su tacto. ¡Esto es muy reconfortante! Mi valor se vuelve intenso y el humo de tabaco termina de excitar mi alma entera.

—Una parte de mí quiere experimentar cosas nuevas contigo —dice él.

Su mirada me hipnotiza, los latidos de mi corazón retumban de forma agradable y sus labios están entreabiertos. ¡Lo hago sin pensar! Soy yo quien planta un beso en sus boca, cierro los ojos y durante algunos segundos, soy yo quien se come la boca de él.

—¡Me gusta besarte! —Le confieso.

—Eso es un buen indicio.

—La primera vez que te vi nunca imaginé que podríamos terminar en una cama fumando y comiendo nuestros besos. ¡Muy padre!

Mi mano derecha acaricia su mejilla.

—¿Te gusta estar así, conmigo?

—Sí. Me has devuelto el valor —sonríe para mí. Siento la necesidad de contarle más sobre mi vida—. Hace cinco años tome la decisión de no querer volver a enamorarme. ¡Hoy siento que me estoy enamorando de ti!

—¿Por qué decidiste no enamorarte?

—Porque mi corazón se rompió y apenas está terminando de sanar.

Sus manos se posan en mi cintura, siento su calor contra mi piel y este momento es mucho más que tocarnos o hablar: esto era desnudarme por completo. Contarle sin miedo sobre mi vida y mis pesares.

—¿Tú…?

—Hoy es un día importante en mi vida porque mis padres se casaron en esta fecha —dejo escapar un suspiro, terminó de fumar mi cigarrillo y dejo la colilla en el cenicero—. Se me hace increíble que mis padres lograron enamorarse, se casaron, formaron una familia y al final… pues los mataron.

Sus pupilas reflejaron ternura hacia mí.

—¿Ellos…?

—No lo sé. No supe quien fue, tampoco supe cuando. Solo sé que los mataron por mí. Porque ellos no se conformaron con que los malos les quitaron a su hijo menor.

—¿Marco es el responsable?

—Marco era mi jefe y yo era su objeto. No sé si él fue quien ordenó que mataran a mis padres o si fue alguien más. ¡No sé por qué! —Mi voz tenía tonos de amargura y duelo.

—¿Por qué te dejó libre?

—Porque eso era lo menos que podía hacer por mí. No cumplió su promesa y me rompió el alma.

—¿Fuiste a la policía?

—La policía no siempre tiene el poder contra la maldad. O a veces logran ayudar o solo, terminan de joder más al pueblo.

—Tengo conocidos que tal vez…

—No es necesario. La vida es así. Hay cosas que uno pude controlar y otras, solo suceden para hacernos más fuertes. Lo pasado ya es pasado, no hay forma de cambiarlo.

Sus labios se dibujan en una sonrisa muy tenue. Siento que su mano sube a mi mejilla izquierda y con su pulgar, absorbe la humedad de mi lagrima.

—Es cierto que hay cosas que no podemos cambiar, pero no estás solo. ¡Aquí estoy para ti!

Y sus brazos me atraen a su cuerpo y así, me abraza. ¡Me abraza bien fuerte!

...🩶🩶🩶...

—¿Te gustó Isla Mujeres? —Me pregunta Estela.

Estamos acostados en los camastros. Nuestros hombres nadan en la piscina.

—¡Me encanto!

—Sí. Isla Mujeres también es de mis lugares preferidos.

—¿Y cómo les fue en Xcaret?

—Muy bien. Lo disfrutamos. Bueno, no es como que pueda hacer mucho, ya sabes, por mis bebes. ¡Pero estuvo genial! El médico me dijo que debía reposar por lo del parto, pero yo me siento de lo más fuerte. ¡No podía desaprovechar la oportunidad de venir a Cancún!

Su sonrisa amplia me contagia y correspondo a su gesto.

—¿Y que se siente ser madre? —Me da curiosidad saber.

En la piscina, Adrik y su cuñado conversan mientras beben un martini.

—Creo que es de las cosas más bellas del mundo. Es como si un instinto protector y cariñoso se despertara en ti. ¡Nunca imagine tener gemelos! Y ahora tengo un par.

Los bebés dormían en una cunita pequeña al lado del camastro de Estela.

—Suena bien. ¡Tus nenes están bien bonitos!

—¡Ay! ¡Gracias! Es que salieron a mí, por eso —ella sonreía.

—Tú y tu hermano se parecen.

—Pero yo estoy más guapa que Adrik.

—Eso es verdad. Aunque, tú eres una mujer y él un hombre. Son diferentes, cada uno tiene lo suyo.

—Tienes razón —ella bebe un poco de su bebida—. ¿Y que es lo que te gusta de mi hermano?

Su pregunta me puso a pensar. ¿Qué era lo que me gustaba de Adrik? En la piscina estaba un hombre que sonreía con amplitud, tenía la mirada llena de tranquilidad y sus ojos, es que en esas pupilas podría perderme por una eternidad. ¿Tan pronto ya me estaba enamorando? ¿Por qué me estaba enamorando? Sus brazos eran mi lugar seguro en este mundo.

—Creo que tu hermano es muy generoso —se me ocurrió decirle.

—Sí. Él siempre ha sido así, pero también es un arrogante empedernido. ¡Eso no lo soporto!

Me causó gracia su comentario, no pude evitar reír.

—Yo tampoco soporto que él sea engreído. Cuando nos conocimos se comportó de la peor manera posible. ¡Me cayó gordo!

—¿Y cómo fue que te enamoraste de él?

Al pensar en todas las cosas que habían sucedido en este corto tiempo, mis mejillas se llenaron de rubor.

—Adrik fue insistente.

—¡¿Quéeee?! ¿Él te rogó?

—Pues sí.

Estela empezó a reír por la sorpresa que mis palabras le provocaron.

—¡No lo puedo creer! Mi hermano nunca le ruega a nadie. ¿Qué fue lo que hiciste para que él te estuviera persiguiendo?

—Solo fui sincero con él y le dije sus verdades.

—¿Le dijiste que era un maldito engreído?

—Bueno, no tanto así, pero si le dije que era un hombre que no sabía lo que era el amor verdadero porque siempre suele pagar por compañía y demás.

Estela me mira con atención y no parece disgustada con lo que yo le digo.

—Mi hermano es un cabrón. Siempre tiene el cuerpo caliente y no te mentiré, si estamos sorprendidos de que diga que tú eres su novio. ¡El nunca dio indicios de que le gustaran los hombres!

Me río tenuemente.

—Pues ustedes no son los únicos que están sorprendidos. Yo también me sorprendí cuando dijo que éramos novios. La neta es que, apenas nos estamos conociendo.

Las cejas de ella se enarcan de sorpresa.

—Entonces mi hermano si esta clavado contigo. Si dices que apenas se están conociendo y él ya siente que son novios, es porque entonces algo fuerte está sintiendo él.

—¿Tú crees?

—Sí. Yo creo que, como le dijiste que no sabía lo que era el amor verdadero, quizá, quiera descubrirlo contigo.