Luego de ser traicionada por su mejor amiga y su prometido, Bella busca la manera de vengarse de las personas que una vez quiso como a su propia familia.
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Capítulo 3
Bella...
Por la tarde luego de planear todo con Max para la noche, y arreglarme un poco, me dirigí a mi casa donde al verla quede sorprendida de lo sin vida que se veía. Nunca fue un hogar lleno de luz, pero el aspecto que tenía en este momento daba la impresión de ser una casa abandonada o peor embrujada. El señor Ferrer al igual que yo al verla, me miró con la pregunta en sí rostro, como intentado preguntar si estaba segura de que ese era mi hogar y al entender su mirada asentí.
— Muchas gracias señor Ferrer, puede venir a visitarme cuando quiera.
Veo como sonríe y asintiendo, baja del auto para tomar mi maleta del baúl y despidiéndose de mi en la entrada se marcha.
Cuando por fin me quedo sola, cruzó el portón de la entrada e ingreso a paso lento. No tenía intenciones de asustar a nadie, así que intentaba de no apresurar mi entrada, pero de pronto las puertas de la casa se abrieron y un hombre completamente borracho se freno de golpe en la entrada.
— Ya he dicho que no quiero...— Él hombre, quien era mi padre, se detuvo de golpe en su rugido e intentando enfocar bien mi rostro dijo — B–bella...
— Hola papá...— Veo como retrocede y se sostiene del marco de la entrada para no caer.— Papá tranquilo, soy yo...
Me sorprende verlo así, demacrado, borracho, desalineado, él jamás había sido así. Si hay algo que siempre lo había caractizado era su porte, su elegancia, este hombre que estaba frente a mí era un completo desconocido. Me acerqué a él con cautela y veo como estira su mano para tocar mi rostro, al ver que soy real, se apresura a abrazarme y entre lágrimas dice.
— Hija mía, perdóname, perdóname por no estar para ti... no sabía que tú te sentías así...
— Papá cálmate, entremos...
Veo que duda por un instante, pero asiente y ambos entramos a la sala de la casa. El shock de ver a su hija quien él creía muerta debe ser horrible, pero intente explicarle lo mejor que pude por todo lo que había pasado estos meses y también fue en ese momento donde caí en cuenta que fue por eso que él no había ido a verme. Lloro mucho y pidió perdón innumerables veces antes de quedarse dormido en el sillón. Al verlo así recordé que a pesar de que no había sido el mejor esposo, como padre nunca puede reprocharle nada, mi resentimiento hacia él comenzó cuando mi madre empezó a atacarme por culpa de sus deslices y él jamás intervino para ayudarme a defenderme de sus ofensas y ataques psicológicos. Sin pensar más en ello, me levante y dirigiéndome a la cocina, prepare algo de comer para ambos. No quería irme y dejarlo en ese estado, pero en la noche tenia cosas que hacer y no quería que el pensara que yo me había vuelto a ir. Le prepare unos espaguetis y cuando todo estuvo listo lo desperté para que comiéramos juntos. Esa tarde hablamos mucho y mientras compartíamos nuestra comida, recordé cuando era más niña y ambos solíamos comer juntos luego de volver de la escuela.
Mi padre aun sin poder creer que había vuelto me miraba con miedo a que desapareciera y fue entonces cuando decidí decirle que en la noche tenía un compromiso donde no podía faltar. Para mi sorpresa dijo.
– Es verdad, hoy es el compromiso de Victoria ¿no es así?— Asentí ante su pregunta y él agregó — Estoy seguro de que ella va a estar mucho más sorprendida qué yo. Aún no puedo entender como es que la policía fue capaz de cometer ese error y afirmar que la mujer que murió en ese accidente habías sido tú.
Mire a mi padre y le pedí que me contará mejor que como es que se enteró de mi muerte y me dijo que la policía llego un día informando que había tenido un accidente donde según los testigos me habían lanzado frente a un auto y que a pesar de que la ambulancia llego a tiempo y logro darme los primeros auxilios, mi cuerpo no resistió y de camino al hospital mi corazón se detuvo. Según él, el reconocimiento del cuerpo fue casi imposible, puesto que mi rostro estaba destrozado, y gran parte de él se había quemado con el pavimento. Aun así mi madre había logrado reconocer mi vestimenta y al ver como había quedado luego de ese accidente no permitió que nadie más se acercará ni tampoco permitió una autopsia, ya que las causas de mi muerte eran lo bastante claras, mis padres decidieron dejarme descansar en paz.
Al oír todo esto no pude evitar sentirme mal por ellos, nunca fueron los mejores padres, sus problemas personales siempre me afectaron directamente, pero no se merecían pasar por todo eso. Ninguno de nosotros merecía lo que nos había pasado...
Luego de terminar nuestra comida decidí subir a mi habitación y empezar a prepararme para comenzar con la caída de mis enemigos. En el fondo de mi corazón, solo había un culpable para todo lo que había sucedido y esos eran los traidores. Indirectamente, fueron los causantes del suceso de eventos que vinieron después de mi muerte. Ellos tuvieron la culpa de mi estado de inconsciencia, el accidente y todo lo que vino después, fue producto de una cadena de eventos que resultaron como consecuencia a su traición, si tan solo me hubieran enfrentado, si tan solo hubiera pensado en mí por un instante, tal vez todo lo que sucedió después no hubiera pasado. A cada minuto mi odio y rencor crecía más y aunque muchos dirán que todo lo que me sucedió en este tiempo no tiene nada que ver con lo que ellos me hicieron, en mi mente y corazón únicamente había un culpable o mejor dicho dos, y juraba por Dios que ninguno de los dos sería feliz a base de mi dolor.
Con mi mente clara y mi objetivo en mira, subí a mi habitación para prepararme para la gran noche. Me bañe y aliste para mi gran entrada. Esos meses en rehabilitación habían tonificado mis músculos y aunque nunca fui obesa, siempre había tenido mis curvas muy marcadas. Al terminar de arreglarme vi que la mujer que se encontraba en el espejo no se parecía en nada a la que ellos una vez conocieron y sonreí por este hecho. Si quería acabar con ellos, debía ser alguien completamente diferente a la Bella que una vez fui.
Sin perder más tiempo, tomé mi bolso y despidiéndome de mi padre caminé hacia la salida y ahí ya estaba Max en un hermoso traje negro esperándome. Al verme se llevó la mano al pecho y con una sonrisa traviesa mencionó.
– ¿Cariño donde tenías todo eso guardado? ¿Estás segura de que estuviste en coma?
— Cállate... tontos. Vamos hoy comienza el principio de su caída.
Ambos nos subimos a su auto y sin más preámbulos nos dirigimos al Salón donde se llevaría a cabo el evento.
que buen humor autora mis felicitaciones me hizo reír un montón