En un mundo donde las mujeres están infravaloradas, Una Ceo que se aferra con todas las fuerzas a permanecer y ser la mejor en el ambiente llenos de hombres.
Lara Parisi lo tiene todo:juventud, belleza,una fortuna heredada y un imperio empresarial a sus pies. Pero detrás del lujo, hay una presión silenciosa que no la deja respirar: la obligación de tener un heredero para mantener su legado y complacer las expectativas de una familia que no perdona desvíos del plan.
Cuando un viaje de negocios la lleva a Italia, una noche de pasión con un desconocido lo cambia todo. Lo que parecía ser un escape sin consecuencias se convierte en el inicio de un torbellino emocional, cuando descubre que está embarazada.. de gemelos.
Y como si no fuera suficiente, Owen Bracco, el misterioso hombre que creyó haber dejado en el pasado, reaparece como asistente de su mayor rival.
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"Herencia Sellada por el Destino"
Narra Owen
No puedo creerlo… Voy a ser padre.
Y no de uno… sino de dos bebés.
Es completamente descabellado.
Ni siquiera sé cómo reaccionar. En estos últimos meses me han pasado tantas cosas que ya ni siquiera sé cómo procesar esto. Pero, si hay algo de lo que sí estoy seguro… es que los voy a amar con todo lo que soy. Voy a estar ahí para ellos, aunque el mundo entero esté en mi contra.
Trabajaré el doble, el triple si es necesario. Nada les faltará. Ni a ellos… ni a su madre.
Aunque no tengo idea en qué posición estamos Lara y yo. No sé si me odia o me extraña, si me quiere cerca o si preferiría verme bien lejos. Lo único claro es que, desde que la conocí, sacármela de la cabeza ha sido imposible. Me dolió, sí. Y como hombre, dolió más —como si me hubieran golpeado el orgullo—. Porque la mujer que quiero y deseo… es mi jefa.
Y ahora, también es la madre de mis hijos.
Narra Lara
Voy de camino a casa de mis padres.
No sé cómo van a reaccionar al saber la noticia. Ni siquiera yo he terminado de asimilarlo por completo.
Una hora después
—Hola, madre. ¿Cómo estás?
—¡Mi Lara hermosa! Cuánto tiempo sin verte… no sabes cuánto te he extrañado.
—¿Y papá?
—Está en el jardín. Vamos con él. Me estás asustando, ¿te pasa algo? ¿Estás enferma?
—No, tranquila. Estoy bien. Solo necesito hablar con los dos.
Al llegar al jardín, mi padre levanta la mirada. Sus ojos se iluminan apenas me ve.
—Mi niña… cuánto tiempo sin verte.
—Papá, solo han pasado tres meses. Ni tanto.
—¿Tres meses? ¡Eso es una eternidad para un padre!
Sonrío levemente. No estoy aquí para pelear por el pasado.
—Siéntense, por favor. Necesito contarles algo importante.
Mis padres se miran entre ellos, preocupados. Trago saliva. Es ahora o nunca.
—¿Recuerdan el viaje a Italia que me insistieron en hacer? Bueno… allá conocí a alguien. Tuvimos una noche juntos. Luego, con la emergencia médica de papá, tuve que regresar de inmediato… y no volví a verlo más.
Mi madre abre los ojos de par en par.
—Mamá, por favor, déjame terminar… Hace unos meses empecé a sentirme mal. Fui al médico… y me dijeron que estoy embarazada.
Un silencio absoluto cae sobre el jardín. Mi padre se levanta despacio, como si temiera haber escuchado mal, y luego me abraza con fuerza.
—¡Felicidades, hija! ¡Qué bendición!
—Eso no es todo —susurro—. Estoy de tres meses… y son dos bebés.
Papá lleva las manos a su rostro, cubriéndose la boca. Sus ojos se llenan de lágrimas.
—¡Mis nietos! —dice con la voz quebrada.
—Pero… estoy en riesgo de perderlos. El médico me mandó reposo absoluto por al menos un mes. Pensé… quedarme aquí con ustedes. Si están de acuerdo.
Mis padres no responden con palabras. Se limitan a abrazarme los dos al mismo tiempo. Es un abrazo cálido, sincero, lleno de amor.
—Pero hija… ¿cómo que estás en riesgo? Siempre has sido fuerte, saludable. No entiendo.
—Lo sé, papá. Pero por culpa de los malestares me atrasé con varios informes. Esta mañana fui al médico y llegué tarde a la empresa. Aiden se puso como loco. Me gritó delante del personal, me faltó el respeto. Perdí el control. Sentí un dolor agudo en el vientre… y empecé a sangrar.
—¡Qué idiota ese Aiden! —suelta mi madre, visiblemente molesta—. ¡Con lo dedicada que eres! ¡Siempre dando el mil por ciento!
—No te preocupes por eso, hija —dice mi padre con seriedad—. Iré a la empresa. Lo pondré en su lugar. Aquí estás segura. Esta siempre será tu casa. Y ahora que me darás nietos… voy a dejar todo en orden. Haré oficial tu herencia. Serás la única propietaria de las Empresas Parisi, como acordamos.
Mi corazón se encoge un poco. ¿Eso es lo que se necesitaba para que me lo entregaran? ¿Un embarazo?
Sonrío con tristeza.
Llevé cinco años demostrando que era capaz. Pensé que mi trabajo duro bastaría.
Pero al final… fueron sus condiciones las que ganaron.
Aunque duela, acepto. Porque no estoy dispuesta a perder nada más.