Project Universe: Explorers

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Los láseres y golpes resonaban por toda la habitación. Un día de entrenamiento cualquiera para el equipo Explorers.

—¡Uy! —Alex bajó la cabeza, esquivando el sable de Heart—. Ya casi... me acostumbro...

Alex practicaba esquivar ataques mientras Heart lanzaba sablazos por todas direcciones, sin darle tregua. Apenas podía seguirle la pista.

No fue hasta que dio una voltereta hacia atrás que logró salir del ataque de la robot.

—Ah... ¿Cómo me fue esta vez...? —preguntó, exhausto.

—Sigues siendo algo lento en encontrar salidas, pero al menos no te dejaste tocar esta vez —dijo Heart, levantando un pulgar en aprobación.

Alex apretó el puño, satisfecho.

Ah... Crecen tan rápido...

—Cada día mejoras más tu técnica. Ya quisiera verte poner en práctica lo que te enseño en una situación de peligro —añadió Heart, dándole una palmadita en el hombro.

—Ja, ¿qué tal si no? Prefiero evitar conflictos innecesarios... —Alex caminaba junto a la robot hacia la salida de la sala de entrenamiento.

De repente, Writz chocó contra él por venir con gran prisa y ambos cayeron al suelo.

—¡Ah! ¡Lo siento, Alex! —se levantó rápido, ayudando al humano a reincorporarse.

—¿Writz, estás bien? ¿Por qué vienes tan alterado? —preguntó Heart.

—Sí... normalmente vienes tranquilo, admirando la sangre del suelo como charcos de agua viva o alguna filosofada que se te ocurre... —Alex se sobaba el trasero por la caída.

—¡Chicos, mañana se celebra mi cincuentenario! —exclamó Writz, extendiendo los brazos con entusiasmo.

—¡Tuercas, lo olvidé! ¡Felicitaciones, Writz! —Heart sonrió.

—Felicitaciones, Writz. Pero... ¿qué significa cincuentenario? —inquirió Alex.

El grupo se separó; Writz aclaró su garganta como quien espera la pregunta.

—Verás, Alex, oficialmente mañana cumpliré cincuenta años. En nuestra cultura élfica, eso significa que ya soy un adulto.

—¿A su mecha...? ¡Con cincuenta años te consideras adulto en Alay! —preguntó Alex, incrédulo.

—¡Así es!

—Entonces, según eso, debo de ser un niño... Apenas tengo veintiún años —rio nervioso.

—No te preocupes. Heart, venía a invitarlos, ¡para que vengan a Alay conmigo!

Alex se sintió alegre; esperaba una fiesta con un delicioso pastel de pizochos, como Writz le había contado alguna vez.

—La iniciación élfica, ¿no? —Heart sonrió con picardía.

Writz asintió, emocionado. Por primera vez veía al elfo tan entusiasmado por algo.

—¿Qué es la iniciación élfica? Suena a ritual... —comentó Alex.

—Nada más lejos de la realidad, mi querido retoño. Ahora que seré un adulto, tendré el derecho de conocer mi conexión con las raíces élficas —explicó Writz.

Cuanto más hablaba, más confundido parecía Alex.

—Eh... increíble, ¡vamos! —finalizó Alex.

Heart solo observaba la cara incrédula del humano, con esa típica mirada seria de “Este no sabe a lo que se está metiendo...”.

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El portal se abrió, dejando caer un par de mochilas y bolsas. Heart, Writz y Alex atravesaron el portal: la robot con su uniforme, el elfo con su mejor traje y Alex con ropa casual y unos lentes de sol bien puestos.

—No puede ser... Este sitio es hermoso... —Alex quedó anonadado—. Los fans del Señor de los Anillos se mojarían los pantalones con solo ver esto...

La ciudadela combinaba arquitectura élfica con gigantescos árboles que funcionaban como torres interconectadas. Carritos llevados por pequeños dragones recorrían las calles, mientras anuncios flotantes brillaban sobre las estructuras.

—Vine aquí una vez, y también hice la misma cara —rió Heart ante la expresión de Alex.

Él entrecerró los ojos y comenzó a caminar, absorbiendo cada detalle. Por las calles, los ciudadanos de orejas puntiagudas susurraban al ver a los extraños viajeros:

—¿Quiénes son esos viajeros?

—¿Acaso es alguna incursión de ARMA?

—Jamás observé a tanto canalla por aquí...

—Madres... Todos hablan igual que Writz... —Alex se llevó las manos a la cintura, tratando de comprender a los elfos.

—No les prestes atención. No todos acostumbran a ver turistas tan seguido —le aconsejó Writz.

Tras un breve paseo, llegaron a una estructura de techo de paja, paredes de madera y ventanales pequeños.

—Aquí descansaremos por hoy. Bienvenidos a mi humilde morada, chicos —sonrió Writz, entrando.

Alex y Heart se miraron y encogieron de hombros, siguiéndolo.

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La casa se notaba que llevaba meses... Por no decir años sin mantenimiento apropiado.

El polvo estaba por todas partes; algunas arañas de cristal caminaban por los libros viejos y pergaminos desgastados del sitio.

—Vaya... Que... Acogedor... —Alex murmuró.

—Sí, solo le hace falta un poco de agua y amor y estará todo limpio. —Writz se dirigió a la cocina—. ¿Quién quiere una Fluchicha!?

Heart y Alex se alertaron por el ofrecimiento del elfo. Sabían que sus dotes culinarios dejaban mucho que desear.

—¡Espera, Writz! ¡Mejor yo me encargaré de eso! —Heart corrió dentro de la cocina sacando al elfo de ahí.

Alex y Writz se quedaban viendo.

—Entonces... ¿Me das una mano para desempolvar este sitio? —Writz sonrió alegre.

Alex solo sudaba un poco; esperaba no tener que limpiar.

Ni modo, mijo, toca trabajar para disfrutar...

Y así fue como, mientras Heart limpiaba y cocinaba en la cocina, Alex limpiaba la sala; Writz se encargaba de luchar contra los nidos de arañas de cristal que se habían formado en algunos de los baños.

—¡La cena está lista! —gritó Heart, mientras colocaba los platillos.

—¡Ya voy! —Alex llegó primero, tomando asiento.

Solo que la silla estaba tan vieja que se acabó rompiendo y el chico cayó al suelo.

¿Ves por qué luego no te invitan a casas ajenas...?

—¡Me lleva! —Alex se levantó, viendo la silla destruida—. Solo espero no me lo cobre...

Tomando asiento en otra silla, Heart se sentó junto a él. Ambos empezaron a comer, aun haciéndose raro que Writz aún no bajara.

—Debe de estar ocupado con esas arañas —mencionó Alex—. Por cierto, estos pizochos están deliciosos.

—¡Gracias! —Heart sonrió, para continuar comiendo junto a él.

Mientras más comían pizochos, los enigmáticos nachos de corteza del árbol pizocha, el plato del elfo empezaba a enfriarse.

Alex observó una bandeja con especias y salsas. Al menos eso creía él, colocando una de color rojo en los pizochos.

—Me pregunto a qué sabrá... —Alex dio un mordisco; sus ojos brillaron—. ¡Qué delicioso! ¡Sabe cómo a moras!

—¿Moras? —preguntó la robot tomando la salsa.

—Es una fruta de mi mundo, ¡son deliciosas y esta salsa sabe como ellas! —Alex comió el resto de sus pizochos con esa salsa—. ¿Dónde la encontraste?

—Pues estaban en un estante con un candado roto, así que las tomé para ver si las usábamos de acompañamiento —mencionó la robot.

Mientras hablaban, Heart también echó la salsa en sus pizochos, probándola y disfrutando de su excelente sabor.

—¡Perdón, chicos! Sé que vine algo tarde, ¡pero mi batalla contra las arañas de cristal resultó en una completa victoria para este humilde caballero! —exclamó el elfo, tomando asiento.

Sus pizochos, aunque más fríos, seguían siendo deliciosos.

—Mmm... ¡Deliciosos! Preparaste una delicia, Heart —dijo el elfo, degustando la comida.

—G-gracias... —rio la robot con picardía, algo sonrojada.

Alex bostezó, aprovechando a colocar su brazo alrededor de Heart, buscando ser discreto.

Vaya, así que ya tiene esas confianzas,¿eh?

—Ah... Me siento muy relajado... —Alex, igualmente sonrojado, recostó la cabeza en el hombro de Heart—. ¿Verdad, Heart...?

La robot sonrió levemente, asintiendo. Writz observaba a los dos con completa comprensión.

"Pobres, deben de estar cansados... qué clase de anfitrión soy por hacerlos limpiar mi hogar..." Pensó el elfo.

—¡No se preocupen, chicos! Las habitaciones están listas —aclaró Writz.

El dúo se notaba emocionado; Alex y Heart se observaban de reojo mientras que la mano del chico temblaba y las piernas de la robot se agitaban con ansiedad.

Okay... Esto ya está raro...

—Solamente quiero decirles que mi casa solo tiene dos cuartos de descanso; Heart, si quieres, utiliza mi habitación. Alex, tú y yo dormiremos en el de invi... —Writz no pudo terminar de hablar.

—Oh, no, ¡no! No te preocupes, Writz. ¡Utiliza tu cuarto! —Heart levantaba las manos riendo nerviosa—. Debes de estar listo para tu gran día mañana, ¿no crees, Alex?

Heart le dio un golpecito al humano. Sus ojos digitales ya formaban corazones palpitantes.

—¡Ah, sí, sí! ¡No te preocupes, Writz! ¡Nosotros usaremos la habitación de invitados! —Alex se levantó, seguido por Heart.

Writz solo observaba al dúo curioso, para luego sonreír.

"Ah... ¡Quieren que esté preparado! ¡Qué caballerosidad la de ambos!" pensó alegre.

—¿Están seguros, verdad? —preguntó el elfo.

Alex y Heart ya empezaban a irse con prisa, volteando y asintiendo hacia el elfo.

—¡Sí! ¡No te preocupes! ¡Que descanses, Writz! —dijo Alex.

—¡Provecho! —finalizó la robot.

Writz se sintió extrañado, pero sin prestar atención, siguió comiendo. Los minutos pasaron; el elfo disfrutaba los pizochos gracias a una salsa púrpura que le agregaba.

Hasta que de la nada escuchó ruidos fuertes en la parte de arriba de la casa, sonidos extraños que venían desde el cuarto de invitados.

—Eh... ¿De acuerdo...? ¿Uh?

Writz observó la salsa roja en la bandeja de condimentos, casi vacía. Alerta se levantó, observando en los platos de Heart y Alex restos de dicha salsa.

Eso no era salsa, ¿verdad...?

—Ay, no puede ser... ¡Tomaron el extracto de salsaya! —Writz se tapó el rostro, sonrojado. Caminó hasta la cocina notando el candado roto del estante.

"¡Sabía que tuve que venir antes! ¡Tenía que cambiar el candado!" pensó el elfo, golpeándose la cabeza.

Los sonidos se hacían más fuertes, incluso un poco de polvo caía desde el techo. Writz buscó refugiarse en su serenidad.

—Bueno... Los dejaré ser... Mañana les explico que se tomaron un afrodisíaco... —El elfo regresó a la mesa, continuando su comida, aunque ahora incómodo debido a los ruidos de la habitación.

Y así pasó el resto de la noche...

¡Una maldita noche de veinticuatro horas! ¡Que eso es lo que dura en Alay!

Writz, ¡¿pero qué demonios tienen esas salsayas...!?

Ah... Mejor pasemos al día siguiente...

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Writz despertaba con completa emoción y buscó su mejor traje, azul y morado, en armonía que simulaba el cosmos.

¡Una ceremonia formal requiere que vayas en tus mejores galas...! Al menos eso escuché de un Sombrerero...

—¡Writz Stronof! ¡Hoy, dejaste de ser una rama para ser el árbol! —salió emocionado bajando a la cocina.

—¡Hola, Writz! ¿Descansaste? —preguntó Alex, limpiando la mesa, bastante animado.

Heart sorprendió al elfo con un abrazo; estaba más alegre que de costumbre.

—¡Felicidades, Writz! ¡Oficialmente tienes cincuenta años! —se separó alegre la robot.

—Muchas gracias, je, je, me alegra bastante tener un equipo formal para esta ocasión —dijo Writz, tomando asiento; Alex le sirvió un jugo grisáceo.

—¡Hoy hice algo que seguro te gustará! —Heart sirvió un plato con tres fluchichas bañadas en miel de barbasaurio.

Los ojos del elfo se iluminaron.

—¡A los dioses elementales les agradezco esta delicia! —comenzó a comer.

Alex y Heart se sentaron; ambos reían con tranquilidad, compartiendo miradas de vez en cuando.

—Ah, por cierto. Vi que anoche usaron el extracto de salsaya para los pizochos —comentó Writz mientras comía.

—¿Qué cosa? —preguntó Heart.

—La salsa roja, la del estante —aclaró el elfo.

—Oh, sí, esa cosa estaba deliciosa. ¿Verdad? —dijo Alex; Heart asintió.

—Pues... —rió Writz, algo nervioso—, resulta que esa salsa es un afrodisíaco...

Alex y Heart se quedaron con la mirada clavada en la sonrisa inocente del elfo. Ambos se sonrojaron.

No... Ya valió madres...

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La siguiente escena mostraba al elfo caminando despreocupado por la calle. Alex y Heart, incómodos, lo seguían desde atrás.

No que mucha confianza pues...

—Bueno... Al menos... Fue buena onda que nos dijera de la salsa... —comentó Alex, rascándose el brazo.

—Alex, si alguien se entera... juro que te mato... —amenazó la robot, cruzándose de brazos, fingiendo molestia.

—Yo... no diré nada... —dijo Alex, más nervioso que un ciervo escuchando una rama romperse.

Finalmente, llegaron a la catedral élfica, una enorme torre con cúpula cristalina.

—Increíble... —dijo Alex, impresionado.

—¡Mi iniciación será aquí! ¡Veamos cuál es mi conexión! —exclamó Writz, entrando a la catedral.

Alex y Heart entraron junto al elfo, notando a un anciano que los esperaba.

Si me preguntaran cuántos años tiene este tipo, yo fijo diría que todos...

—Bienvenido, joven elfo. Felicidades por su primer cincuentenario —dijo el anciano, golpeando el suelo con su bastón.

Un pequeño pilar con un orbe emergió del centro de la sala. Writz se acercó.

—Este orbe determinará tu conexión élfica. Ya eres adulto... Usa tu poder con honor y responsabilidad.

Al tocarlo, el orbe comenzó a iluminarse con distintos colores. Alex y Heart lo observaron expectantes.

—Ya me imagino los poderes increíbles que obtendrá... —comentó Alex.

—Esto solo indica su elemento; cómo desbloquear sus poderes es otro proceso —explicó Heart.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Alex.

—Por Mekh... ¿No lees los instructivos de ARMA alguna vez? —respondió Heart, con tono reclamante.

—Silencio, por favor —dijo Writz; el dúo calló.

Tras varios patrones rápidos de colores, el orbe...

—¿Se apagó...? —la mirada de Writz era desoladora.

—Esto es imposible... —el anciano se acercó al orbe y lo tocó para comprobarlo.

Volvió a apagarse. La tensión en la sala aumentaba.

—El orbe debería funcionar... Algo está perturbando las raíces élficas —comentó el anciano.

De repente, la puerta se abrió con fuerza y un humo oscuro llenó la catedral.

—Eh... Esto no es parte de la ceremonia, ¿verdad? —Alex retrocedió.

—¿Ceremonia? ¡Claro que sí! —una voz surgió del humo—. Una ceremonia de sangre...

El humo se condensó en un ser de piel pálida, como un cadáver andante.

—¿Qué es esa cosa...? —temblaba Alex.

—Vampiros... —dijo Heart, transformando sus brazos en sables.

—Chica lista... —el ser mostró colmillos con orgullo.

—¿Qué desean de este lugar sagrado? Nosotros jamás damos la bienvenida a cualquiera asociado a OMEGA —gritó el anciano.

—Tranquilos, solo será una visita rápida... Venimos por órdenes de su majestad. Queremos discutir un tratado... —levantó las manos, burlón.

—No nos asociaremos con OMEGA —dijo Writz, mostrando un pergamino.

—Ah... sí, lo sabemos... Pero no importa. Pronto recibiremos nuestro regalo por pactar pacíficamente... Lo quieran o no. —rió el vampiro con desdén.

—¿A qué se refieren...? —preguntó el anciano.

El vampiro se giró hacia el grupo, sonriente.

—El árbol elemental... nos pertenecerá —dijo, desplegando alas y saliendo volando.

El trío de Explorers salió de la catedral, observando como el cielo del antes colorido planeta se oscurecía en una enorme bruma.

—Alay peligra... —Writz observaba el sitio con creciente pavor.

—¡Entonces ayudaremos a salvar este planeta! —Exclamó la robot. —ARMA no tardará en mandar refuerzos, para mientras, tendremos que ayudar en lo que podamos.

—Dijeron que se llevarían un árbol, ¿no? ¿Eso es importante? —Preguntó Alex.

—El árbol elemental es lo que mantiene vivo a Alay... Si nos lo arrebataran... —Writz recordó el orbe apagado.

Observando a sus compañeros con determinación sabía lo que debían hacer.

—Debemos ir al laberinto... —Aclaró Writz.

Esto se va a poner feo...

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