Cruel Verdad

El encuentro con Ethan había dejado una huella en Mathew y Alec. La amenaza velada, la sombra del pasado que se cernía sobre ellos, era una prueba que ambos sabían que tendrían que enfrentar en algún momento. Sin embargo, mientras volvían al apartamento, Mathew intentaba disipar el miedo que resonaba en sus pensamientos. Lo que tenía con Alec era real, sólido, y no iba a permitir que alguien como Ethan destruyera lo que con tanto esfuerzo habían construido.

La mañana siguiente comenzó en silencio. Mathew observó a Alec mientras desayunaban, notando el cansancio en sus ojos y la forma en que su sonrisa apenas lograba llegar a sus ojos. Alec parecía estar luchando internamente, y aunque intentaba ocultarlo, Mathew lo conocía lo suficiente como para leerlo con facilidad.

“Alec,” comenzó Mathew, rompiendo el silencio, “¿quieres hablar de lo que pasó anoche? No tienes que enfrentarte a esto solo.”

Alec suspiró, dejando la taza de café sobre la mesa. “Mathew, sé que quieres ayudarme, y lo agradezco más de lo que puedas imaginar, pero… Ethan es diferente. Con él es como si siempre hubiera una parte de mí que no logro enterrar del todo.”

Mathew tomó su mano sobre la mesa, entrelazando sus dedos en un gesto de apoyo. “No importa qué tan oscuro sea el pasado, Alec. Lo que importa es que aquí y ahora, tienes la oportunidad de seguir adelante. Ethan es solo una sombra, y las sombras solo tienen el poder que les damos.”

Alec lo miró, su expresión suavizándose al sentir la calidez de la mano de Mathew. “Tienes razón. Pero es difícil… Ethan me conoce demasiado bien, sabe exactamente qué decir para hacerme dudar de todo.”

“Entonces demuéstrale que no tienes dudas,” dijo Mathew con firmeza. “Estaré contigo en esto, Alec. Sea lo que sea, lo enfrentaremos juntos.”

Alec asintió, una chispa de resolución encendiéndose en su mirada. “Tienes razón. No puedo seguir permitiendo que alguien como Ethan me arrastre de vuelta a un lugar al que no pertenezco.”

Durante los días que siguieron, Alec y Mathew intentaron retomar su rutina, esforzándose por recuperar la normalidad. Sin embargo, la sombra de Ethan aún los rondaba, y ambos lo sabían. Alec comenzó a abrirse más sobre su pasado, compartiendo con Mathew recuerdos dolorosos y confesiones que había guardado durante años. Aunque era difícil revivir esos momentos, sentía que con cada palabra que compartía, el peso en su corazón disminuía un poco.

Un día, mientras caminaban por el parque, Alec se detuvo y miró a Mathew con una expresión seria.

“Mathew, hay algo que quiero que sepas. Si en algún momento decides que todo esto es demasiado, lo entenderé. No quiero que sientas que estás atrapado en mis problemas.”

Mathew se giró hacia él, sus ojos llenos de determinación. “Alec, yo elegí estar aquí. Elegí amarte con todo lo que eres, pasado incluido. No voy a retroceder solo porque aparezcan desafíos. Esto es lo que significa estar en una relación, y no pienso irme a ningún lado.”

Alec sonrió, visiblemente conmovido por sus palabras. “Gracias. A veces, cuando me veo en tus ojos, creo que tal vez haya esperanza para mí después de todo.”

La conversación fue interrumpida por el sonido de su teléfono. Mathew lo sacó del bolsillo y vio un mensaje de un número desconocido. Al abrirlo, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Era una foto de Alec y él en el parque, tomada desde la distancia. Debajo de la foto, un mensaje corto y directo: “Disfruten mientras puedan. Nos veremos pronto.”

Alec leyó el mensaje sobre el hombro de Mathew, y su expresión se oscureció al reconocer la amenaza. Sabía que venía de Ethan. La paz que había intentado construir, la vida que trataba de llevar adelante, se veía nuevamente amenazada por las garras del pasado.

“Esto tiene que parar,” dijo Alec con determinación, su voz temblando de rabia contenida. “No voy a permitir que siga acosándonos.”

Mathew asintió, su rostro reflejando la misma resolución. “Entonces, enfrentémoslo. Si Ethan quiere destruir lo que tenemos, tendrá que enfrentarse a nosotros juntos.”

Esa noche, Alec y Mathew se prepararon para una confrontación que sabían que era inevitable. Decidieron encontrarse con Ethan en un lugar público, en un café donde podrían estar rodeados de gente, asegurándose de que la conversación no pudiera escalar a nada más allá de palabras. El mensaje fue claro: querían ponerle fin a todo esto.

Cuando llegaron al café, Ethan ya estaba allí, esperándolos con una sonrisa sardónica en el rostro. Mathew sintió una corriente de desdén al verlo, y se dio cuenta de que, por primera vez, no sentía temor. Lo único que le importaba era proteger a Alec.

“Finalmente decidieron dar la cara,” dijo Ethan, con una voz impregnada de burla. “Pensé que iban a seguir huyendo.”

“No estamos huyendo,” respondió Alec con frialdad, manteniendo la compostura. “Solo quiero saber qué necesitas para dejar de interferir en mi vida.”

Ethan sonrió, inclinándose hacia adelante con los codos en la mesa. “Oh, Alec, siempre tan dispuesto a sacrificarlo todo. Pero esta vez, no se trata de lo que necesito. Se trata de lo que quiero, y lo que quiero es simple: quiero que sufras como yo sufrí cuando decidiste desaparecer.”

Mathew sintió una oleada de ira, pero se obligó a mantenerse tranquilo. “Ethan, Alec ha cambiado. No puedes pretender arrastrarlo de vuelta a un lugar al que ya no pertenece.”

Ethan lo miró con desdén. “¿Y tú quién eres para decirme eso? ¿Un reemplazo? Alguien que cree que puede salvarlo de su propia naturaleza. Alec es un desastre, siempre lo ha sido. Es solo cuestión de tiempo antes de que vuelva a caer.”

“Ya basta,” dijo Alec, su voz firme y decidida. “No me conoces, no más. No tienes poder sobre mí, Ethan. Ya no soy la persona que era cuando estábamos juntos, y no tienes derecho a arrastrarme de vuelta a esa oscuridad.”

Ethan lo miró con una expresión de incredulidad, como si no pudiera creer que Alec se enfrentara a él con tal seguridad. “¿De verdad crees que puedes cambiar, Alec? ¿Que puedes simplemente borrar lo que fuiste?”

“No necesito borrar nada,” respondió Alec con calma, tomando la mano de Mathew sobre la mesa. “Solo necesito seguir adelante, y eso es exactamente lo que estoy haciendo.”

Ethan permaneció en silencio por un momento, evaluando la firmeza en la mirada de Alec y Mathew. Al final, soltó una risa amarga, levantándose de la mesa.

“Muy bien, Alec. Jueguen a ser felices. Pero recuerden, las sombras siempre están cerca.”

Sin decir más, se dio la vuelta y salió del café, dejando a Alec y Mathew solos. Ambos respiraron profundamente, dejando que el alivio se mezclara con la adrenalina del momento. Sabían que aún quedaban restos de esa sombra, pero habían pasado la prueba. La relación que compartían era lo suficientemente fuerte como para resistir incluso la tormenta más oscura.

Mientras salían del café, Mathew apretó la mano de Alec, y ambos compartieron una mirada que decía todo lo que las palabras no podían expresar. Caminaban juntos hacia un futuro incierto, pero sabían que, al estar unidos, podían enfrentarlo todo.