Serafina Brooks. Nunca se imaginó después de una tranquilidad y divertida noche. En el transcurso a su casa seria secuestrada y vendida a unos de los hombres más ricos de Medio Oriente.
Lo que ella nunca espero que se enamoraría el bastardo cínico y de corazón frío que la compró como si fuera una cosa. Odiara a ese hombre, lo aborrece por hacerla sentir cosas que no debería en sus circunstancias.
Pero usará ese enamoramiento enfermizo en una escapatoria para su libertad. Desear a ese bastardo ya es bastante malo. Necesitarlo es repugnante.
¿Podrá la lujuria y la obsesión ser más fuerte de su deseó de volver a casa o se convertía en algo mucho peor?
Es un pajaro bonito en una jaula dorada. Un pequeño secreto sucio. Pero cuando la jaula se rompe. ¿Podra aprender a vivir sin ella? ¿Sin él?
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CAPITULO 23
...ERES UNA NIÑA...
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—¿Se supone que debo sentirme ofendida? —Lo seduzco, acariciando su erección . —¿Estás diciendo que le meterías la pølla a cualquiera? ¿Debería buscar a uno de tus empleados?
El silencio fue la única respuesta que obtuve.
Sonreí, sintiendo una oleada de vertiginoso triunfo. Malek me quería. A mí. Podría negarlo todo lo que quisiera, pero su cuerpo no mentía.
El sonido de la puerta abriéndose hizo que mi sonrisa se congelara. Al girar la cabeza, vi a una de las sirvientas(Latifa, si recordaba correctamente) parada en la puerta con la boca abierta y los ojos confusos y muy abiertos.
Malek ladró algo en árabe, su voz como un látigo.
La sirvienta salió de la habitación tan rápido que resultó casi cómico. La puerta se cerró firmemente.
No me movió de su regazo.
Aproveche, acercándome más, frotándome contra la ęrecciøn de Malek. Ser interrumpidos no había hecho nada para matar mi excitąciøn. Que él fuera autoritario y duro tampoco ayudó: fue directo hacia mi punto sensible.
—Eres como una gata en celo —refunfuño, mirándome con los ojos entrecerrados y los labios torcidos en señal de desaprobación. Pero no me estaba alejando. No me estaba tirando de su regazo.
Gimø, presionando con más fuerza contra el bulto en sus pantalones. La fricción se sintió muy bien, pero nuestras ropas estorbaban. Fuera. Quería que se los quitaran.
Desafortunadamente, estábamos en el comedor y cualquiera podía entrar en cualquier momento. Como ya habían visto.
—¿Y si habla? —Jadeó, empujando su thobe fuera del camino y jugueteando con la cremallera de sus pantalones.
Parecía que tendría que tomar el asunto por mis propias manos si quería salir libre. La terquedad interiorizadas de Malek no le permitían actuar según sus deseos, sin importar lo dura que estuviera su miembrø.
—No lo hará —dijo, rotundamente. —Mi personal sabe que no debe hablar sobre nada de lo que ve en mi casa.
Saqué su ęrecciøn y la acaricio con avidez mientras metía mi mano a través de mis pantalones de yoga. Presionando mi entrada y envolviendo mi mano alrededor de su pęnę, mirando fascinada la escena tan excitąnte que provocábamos.
Una gota de pręsęmęn apareció en la punta de su pęnę, y usé mi pulgar para esparcir la sedosa gota de humedad sobre su gruesa y venosa pølla para después utilizarla como lübricante en mi cøñø. Cristo, se veía tan sucio. Era sucio: ambos completamente vestidos excepto por su pęnę duró y mis pantalones hasta el muslo, en medio del comedor con la puerta abierta, retorciéndome føllandø contra el hombre mayor como la gata en celo antes mencionado.
Deseaba ser una gata en celo: entonces estaría goteando y mojada y no necesitaría ningún lübricante para sentarme en su pølla ahora mismo, aquí mismo, como quería hacer. Dios, quería que me følląrą otra vez. Lo había hecho solo una vez, pero ya lo anhelaba: sentir el imposible y delicioso estiramiento mientras usaba mi cøñø para correrse.
Gimiendø, entierro mi cara en su cuello y comenzó a mastürbarnøs, deseando poder hacer más que eso, deseando poder føllar de verdad. Si tan solo tomara la inic...
Giré mi cabeza hacia la mesa y mis ojos se centraron en la botella de aceite de oliva.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Gruñó, cuando agarre la botella.
Sonreí aturdida, untando generosamente su miembrø con aceite, acariciándola con avidez y maravilladome de su textura sedosa y su grosor.
—Te estoy dando un agujero para føllar —susurro, bajándome los pantalones yoga junto con las bragas.
—No puedes hablar en serio — Insiste, viéndome estirarme hacia atrás y frotándome un poco de aceite en mi entrada sin pęnetrar. —Estamos en el comedor.
—Eso no te molestó cuando me jodiste la boca aquí el otro día —Digo, jadeando mientras frotaba contra mi clítøris. Oh, ésto se sentía tan bien.
—No te voy a føllar sin cøndón.
—No tengo ninguna ETS. Recibiste los resultados de mis pruebas cuando me compraste, ¿recuerdas que también tengo un dispositivo anticonceptivo? ¿No estás limpio también?
Me fulminó con la mirada mientras alineaba su miembrø contra mi entrada.
—Lo estoy. Sigue siendo antinatural y antihigiénico.
Puse los ojos en blanco con una sonrisa.
—No eres tú quien tendrá que limpiarse el espęrma del cøñø, así que cállate y disfruta, Majestad—. Y me hundí sobre su ęrecciøn, mi respiración se entrecortó cuando mi deseo de ser llenada finalmente fue satisfecho. —Ohh —suspiré, apoyando mi cabeza en su hombro. Me balanceó un poco hacia adelante y hacia atrás, pero por lo demás permanecí sentada sobre la pølla de Malek.
—¿No te vas a mover? — murmura contra mi oído. Respiraba con dificultad y sus manos se posaron en mi trasero.
—Esto también se siente bien —dije en voz baja, casi en un sueño. —La plenitud. Es delicioso. Tu pølla es lo suficientemente gruesa como para hacerme sentir bien incluso cuando no se mueve. Podría sentarme en ella todo el día. ¿Puedo sentarme en tu pølla todo el día? Puedes usarme como manga de pølla. Tu calentadora de pøllas personal. —Se estremeció, la idea fue directo a su miembrø
Simplemente, sentarse ahí y ser un agujero húmedo para que Malek lo følle...
—Nunca he visto una putą más grande que tú —dijo, mordiendome el cuello. Sus caderas comenzaron a moverse, metiéndose en mi cøñø. —Eres una putą de pølla.
—Tú me convertiste en una —Gęmí, girando mis caderas. —Oh Dios, no pares.
No sé detuvo. Fui de poca ayuda, pero el hizo que joderme pareciera fácil. Jodió como una máquina, constante e implacable. Solo podía agarrarme de sus anchos hombros y gęmir impotente, mecida con cada embęstida de su pølla.
—Cállate —gruñó, con los rasgos contorsionados como si sufriera dolor. —Eres ruidosa.
—No puedo- aah-ahh- tan bueno... ¿Por qué esto se siente tan bien contigo- eres un idiota-
Apretó su boca contra la mía, probablemente para callarme, pero no me importó. Gimiendø en su boca, chupando su lengua con avidez mientras Su miembrø me golpeaba, una y otra vez.
Dios-dios- no podía tener suficiente-casi, casi allí- me corrí con tanta fuerza que las lágrimas brotaron de mis ojos, un sollozo salió de mi garganta mientras me aferraba al firme cuerpo de Malek con todas mis fuerzas. Mi cøñø se apretó alrededor de su pęnę y Malek gimiø y se derramó dentro de mi, sus dedos clavándose con fuerza en mis nalgas.
Jadeando, apoyé la cabeza en su hombro, mis brazos se relajaron a mi agarre mortal en la espalda de Malek y se convirtieron en un abrazo cansado.
Dios. Se sintió tan bien.
—Esto fue increíble —murmuro en su cuello. Mi voz sonaba borracha. Me sentía borracha. —Eres un buen polvø.
Malek emitió un sonido que era una mezcla de exasperación y disgusto.
—Quítate de mi pølla.
Levanté la cabeza y le sonreí, estirándome perezosamente.
—No hasta que admitas que fue increíble.
Él hombre me miró mal.
Le lancé un beso y de mala gana me apartó, haciendo una pequeña mueca cuando su miembrø se deslizó.
Subiéndome las bragas y los pantalones de yoga, me senté con cuidado en la silla a la derecha de Malek.
Agarrando un tenedor, pinchó una salchicha y empeze a comer. Me tomó un tiempo darme cuenta de la mirada extraña que Malek me estaba dando.
—¿Qué? —Pregunto confundida, después de terminar de masticar.
—¿De verdad vas a sentarte ahí y comer con el cøñø lleno de mi sęmęn?
Mi cøñø se contrajo de nuevo. Sólo me encogí de hombros.
—¿Por qué no? Tengo hambre y nadie me va a dar de comer si me pierdo el desayuno. Por despreciarlo en un bañó de una hora. Me tomó mi tiempo de ducha y relajación.
Dio una expresión hizo algo complicado: casi parecía que estaba a punto de sonreír pero se detuvo.
Parpadeó y volví a mirar mi comida. No creía que pudiera soportarlo si él de repente comenzaba a sonreírme. Este ridículo enamoramiento ya era bastante malo.
Comí en silencio durante un rato, pero finalmente no pudo resistirme a su mirada tan penetrante.
Malek ya no me miraba.
Quería recuperar su atención. Traté de luchar contra el sentimiento, pero fue inútil: en lugar de satisfacerme, el sexø parecía haberme hecho más desesperada por su atención, no menos. Dios, esto era horrible.
—Estoy llena —digo, apartando mi plato. Cuando eso no hizo que él me mirara, tomé una uva y se la arrojé a la cara.
—Eres un niña —dijo, sin mirarme.
—Entonces no estoy segura de lo que eso dice sobre tí — Musito con una sonrisa, enganchando mis tobillos debajo de la mesa.
Eso finalmente hizo que Malek me mirara. Ya no había rastro de sonrisa en su rostro.