Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Alucinación
Leticia, la madre de Kevin suspiro al entrar a la casa de Diana, donde su hijo y nieta permanecían. Apoyo su bolso en el sofá y recorrió con lentos pasos el gran salón, mientras esperaba a su hijo.
—¿Qué haces aquí, mamá?— preguntó Kevin algo desconcertado.
—Soy tu mamá, ¿no puedo venir a verte?— respondió Leticia, poniéndose frente a su hijo para intentar abrazarlo.
Kevin conocía perfectamente a su madre, sabía con exactitud que ese abrazo no era afectuoso, tomó distancia antes de que su madre hiciera cualquier contacto con él. Leticia era madre, pero nunca fue una madre feliz.
—Es triste que no quieras darle un abrazo a tu madre, Kevin.
—Toda la vida me llenaste de mierda la cabeza, mamá. No vengas a querer hacerte a santa.
—Soy tu mamá, no podés ser tan forro y decirme eso. Estás siendo injusto.
—No sé si estoy siendo injusto o no, pero digo la verdad, mamá. Me cansé.
—Quise remendar las cosas, pero con vos no se puede.
—¿Qué querés remendar? Ya estoy jodido, y todo es gracias a vos... A vos, mamá...
—Vos no sos así, hijo. La pelotuda esa que tenés por esposa te lleno la cabeza de estupideces.
—Andi es la mujer más noble que conocí, pero vos no sabes de nobleza ni humanidad.
Leticia sintió esas palabras como dagas en el pecho; no podía hacerse responsable de algunas verdades que ella misma había provocado. Su propio hijo la estaba lastimando, y no podía buscar consuelo en la misma persona. Duró muy poco ese dolor; a los diez minutos, volvió a sacar ese veneno que recorría por sus venas.
—Te juro que voy a destruir a esa perra por haberse metido en mi camino. No me importa quien sea su madre o padre, te lo juro Kevin— dijo Leticia y luego subió a la habitación de la niña para comprobar que su estado de salud empeoraba cada día.
—No quiere comer, y la fiebre empeora— dijo Diana a Leticia.
—Mejor. Así se muere de una vez.
Diana quería decirle un par de palabras, pero a alguna palabra errónea sabía que ella y su familia pagarían las consecuencias. Prefería sacrificar a su hija para protegerse.
Andi dejó las llaves de su casa en la mesita pequeña que tenía en la entrada. Estaba segura de que Kevin y la niña estarían bien; dejo de insistir en tratar de contactarlos. Por un momento, pensó que no estaba destinada a volver a ser feliz. Una llamada suspendió sus pensamientos; se acercó al balcón para contestar. Nicolás, del otro lado, empezó a contarle que la salud de la niña no estaba bien. La mirada de Andi cambió de inmediato; no podía resistir en silencio, sabía lo que le pasaría a la niña si no se atendía a tiempo. Empezó a gritar por la desesperación preocupando a Nicolás del otro lado. Nicolás para ayudar con la situación, le dio la dirección de la casa donde estaban Lara y Kevin, que la había conseguido por algunos amigos en común.
Andi tomó su bolso y sacó las llaves del auto, no tenía tiempo para pensar, aceleró y de inmediato apareció en la autopista, "Ten cuidado", le gritaban algunos que iban a la velocidad que correspondía, pero ella no podía contestar, solo pensaba en llegar a su destino. Cuando bajo del auto un mal presentimiento mutilaba su pecho, bajó del auto descontrolada y toco el gran portón frente a ella, pero nadie atendía. "Lara"... gritaba sin cesar derramando miles de lágrimas de sus ojos.
La niña acostada en la cama abrió lentamente abrió sus pequeños ojos al escuchar la voz de Andi a lo lejos.
Lucía y Diana se dirigieron a las cámaras de la casa para ver quién gritaba, cuando reconocieron a Andi, ambas se mostraron disgustadas.
Andi no se cansaba de gritar "Lara, mi amor..." mientras golpeaba la puerta una y otra vez. Diana dio la orden de echar a Andi de la puerta a dos hombres que hacían de guardias de la casa, que contrató para que la niña no escapara.
Kevin también escuchó la voz de su esposa, salió corriendo, pero antes de que abriera la puerta Diana lo detuvo sujetando su brazo.
—Si abres esa puerta te juro que nunca más verás a Lara— le dijo furiosa.
—¿Piensas que puedes manipularme Diana? Ja, ja, ja. No me hagas reír. Vos y mi mamá pueden irse bien a la mierda, pero a mí me dejan de joder más las pelotas — respondió Kevin forzando su brazo para desprenderse de Diana.
Lara con la poca fuerza que tenía escuchaba muchos gritos en la casa, forzó su débil cuerpo para levantarse de la cama he ir a buscar a Andi, sabía que ella por fin había venido por ella, estaba segura que no era una alucinación, como las anteriores veces. Bajo las escaleras agarrándose de la baranda con mucho cuidado, tenía mucho miedo en caer y no poder llegar a tiempo a donde estaba Andi.
Kevin logró abrir la puerta; dos hombres sujetaban a Andi, pero ella logró soltarse de esos hombres fuertes, cuando vio que por fin la puerta se había abierto y la niña, a pocos pasos, se acercaba a la entrada de la casa. Corrió a toda velocidad para sujetar a la niña antes de que cayera al suelo. "Lara", gritó, pero la niña ya no tuvo tiempo de contestar; cerró sus ojitos y se desvaneció en los brazos de Andi.
—¡Nooo!... Lara mi amor— grito Andi abrazando a la niña.
El burro hablando de orejas.