— ¡Suéltame, me lastimas! —gritó Zaira mientras Marck la arrastraba hacia la casa que alguna vez fue de su familia.
— ¡Ibas a foll*rtelo! —rugió con rabia descontrolada, su voz temblando de celos—. ¡Estabas a punto de acostarte con ese imbécil cuando eres mi esposa! — Su agarre en el brazo de Zaira se hizo más fuerte.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —gritó, sus palabras cargadas de rabia y dolor—. ¡Quiero el divorcio! Ya te vengaste de mi padre por todo el daño que le hizo a tu familia. Te quedaste con todos sus bienes, lo conseguiste todo... ¡Ahora déjame en paz! No entiendes que te odio por todo lo que nos hiciste. ¡Te detesto! —Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras su pecho se llenaba de impotencia.
Las palabras de Zaira hirieron a Marck. Su miedo más profundo se hacía realidad: ella quería dejarlo, y eso lo aterraba. Con manos temblorosas, la atrajo bruscamente y la besó con desesperación.
— Aunque me odies —murmuró, con una voz rota y peligrosa—, siempre serás mía.
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Capitulo 11: Estoy decidida a irme 2
NARRADORA
Zaira llegó a la universidad después de un tiempo. Agradeció a Tomás, y bajó del auto, notando cómo el sol brillaba intensamente en el campus. A medida que caminaba hacia la entrada, se sintió más segura de su decisión.
Al llegar, vio a Valentina esperándola con una gran sonrisa en el rostro.
— ¡Hola, Zaira! —exclamó Valentina, acercándose rápidamente a ella.
— Hola, Vale, ¿cómo estás? —respondió Zaira, sintiéndose aliviada de ver a su amiga.
— Bien, ¿y tú? —preguntó Valentina.
— Bien... Vale, te acuerdas de lo que habíamos hablado sobre la beca para la universidad.
Valentina frunció el ceño, como si tratara de recordar.
— No... ¡NO ME DIGAS QUE TE DECIDISTE! —gritó, su voz resonando en el aire y atrayendo miradas curiosas de otros estudiantes.
Zaira sonrió, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas.
— Sí, estoy decidida a irme. No soporto más esta situación. ya tengo 23 años y mis hermanos y mi padre me siguen controlando como si fuera una niña pequeña. A veces me prohíben hacer cosas, como si estuviera cometiendo un crimen.
Valentina asintió con comprensión, sus ojos brillando de entusiasmo.
— Te entiendo. Háblalo hoy con tu familia. Mientras tanto, yo hablaré con la casera. ¡Esto es increíble! —dijo Valentina, su voz llena de energía.
— Está bien —respondió Zaira, sonriendo de oreja a oreja, sintiendo que finalmente estaba tomando el control de su vida.
Ambas entraron a la universidad, el bullicio de estudiantes y el sonido de las clases de fondo envolviéndolas.
— Vamos a hacer que esto funcione, Zaira. Te prometo que será una gran aventura —dijo Valentina, mientras caminaban hacia el aula.
Zaira asintió, su corazón latiendo con esperanza y determinación.
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NARRADORA
(Tatiana)
Tatiana era una mujer hermosa, con un cuerpo voluptuoso que llamaba la atención a su paso. Su cabello castaño caía en suaves ondas sobre sus hombros, y sus ojos verdes brillaban con intensidad, destacando en su piel morena. Soltó un suspiro nervioso y tocó la puerta de la casa de Clara. Pasaron unos minutos antes de que una chica joven, vestida con el uniforme de empleada, abriera.
— Buenos días, señorita —comenzó la empleada, pero Tatiana la interrumpió, impaciente.
— ¿Está la señora Clara? —preguntó mientras empujaba la puerta y entraba en la casa sin esperar una respuesta.
La chica del uniforme la miró sorprendida pero rápidamente se recompuso.
— Sí, señorita. Vaya a la sala mientras la llamo —respondió antes de alejarse.
Tatiana se dirigió a la sala, un espacio sencillo decorado con elegancia. Mientras observaba el lugar, pensó en lo simple que era en comparación con la complejidad de su situación. Había venido a reconquistar a Marck, el hombre que había capturado su corazón. Al principio, su acercamiento había sido por interés, atraída por su éxito y su estilo de vida. Sin embargo, con el tiempo, Tatiana había descubierto que se había enamorado de él de verdad.
Mientras esperaba, se sentó en el sofá y se acomodó, preparándose mentalmente para lo que estaba a punto de hacer. Quería demostrarle a Marck que su percepción sobre ella era incorrecta. Aunque sabía que el camino sería difícil, su amor por él le daba fuerzas.
Unos momentos después, Clara entró, seguida de Liliana, su enfermera. La expresión de Clara iluminó la habitación.
— Tatiana, querida, ¡qué lindo verte! —exclamó Clara, acercándose a ella con una sonrisa sincera.
— Madre... —dijo Tatiana, levantándose para abrazarla con fuerza.
— ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no sé de ti, desde la cena navideña que tuvimos —preguntó Clara, sentándose frente a ella con interés.
— Sí, he estado un poco ocupada. Soy embajadora de una marca de maquillaje muy importante. —Tatiana sonrió, recordando cómo había comenzado en el mundo de la belleza, haciendo un gran esfuerzo por lograrlo—. He estado viajando mucho, trabajando en campañas y eventos.
— Me alegro, querida —dijo Clara, con un brillo en sus ojos. Luego preguntó—: ¿Quieres algo de beber?
— No, gracias, madre. ¿Y cómo ha seguido? —Tatiana se inclinó un poco hacia adelante, interesándose por la salud de Clara.
— Oh, ya sabes, mis recaídas de siempre, pero no me dan tan seguido como antes. Estoy bien —respondió Clara, aunque su tono transmitía una tristeza subyacente.
Tatiana sintió un nudo en el estómago al escuchar a Clara. Luego, con un susurro, preguntó.
— ¿Cómo está Marck? Me enteré de que está en Italia.
La expresión de Clara cambió, una sombra de nostalgia cruzó su rostro.
— Sí... Espero tenerlo de regreso pronto. Me hace mucha falta —dijo, su voz llena de anhelo.
Tatiana sintió que su corazón se encogía. Quería preguntarle sobre Marck, pero sabía que su propia confusión con él era un tema delicado.
— ¿Qué fue lo que pasó entre ustedes? Yo los veía muy bien. No entiendo qué sucedió —dijo Clara, frunciendo el ceño con preocupación.
— Fue una confusión, madre... —Tatiana bajó la mirada, sintiendo que las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos—. No me atreví a buscarlo porque quería darle su tiempo, pero ahora quiero hablar con él. Quiero que me perdone.
— ¿Qué tipo de confusión? —preguntó Clara, inclinándose hacia adelante, interesada.
— Él cree que me acerqué a él solo por su dinero, pero lo puedo jurar que está equivocado. Yo a él lo amo. No puedo vivir sin él —dijo Tatiana, las lágrimas deslizándose por sus mejillas mientras su voz se quebraba.
Clara se acercó y se sentó junto a ella, tomando su mano y secando suavemente las lágrimas.
— Lo sé, cariño... Yo sé que amas a mi hijo. No me daría más felicidad que tú y Marck estuvieran juntos.
Liliana, que había estado observando la escena con una expresión escéptica, no pudo evitar negar la cabeza, como si supiera qué tipo de mujer era Tatiana.
— ¿Usted no me podría dar su dirección...? —preguntó Tatiana, la esperanza brotando en su voz.
— No, cariño. Sé que si te la doy, él se enfadará conmigo. Es mejor que vayas a Italia y busques a Marck en la sucursal de Textil Bonelli. Estoy segura de que te entenderá —respondió Clara, dándole un pequeño apretón en la mano.
— Gracias, madre... Usted siempre ha sido una de las personas más importantes en mi vida —dijo Tatiana, sintiéndose aliviada por el apoyo de Clara.
— Siempre contarás conmigo para lo que necesites —afirmó Clara, sonriendo con calidez.
Tatiana iba a buscar a Marck y demostrarle que su amor era verdadero, y que su pasado no definía su futuro.
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NARRADORA
Valentina abrió la puerta de su casa y se hizo a un lado para dejar pasar a Zaira, cerrando la puerta detrás de ella.
— No es como la villa en donde vives, pero es cómodo y bonito —dijo Valentina con una sonrisa, quitándole importancia.
Zaira miró a su alrededor, tomando nota del ambiente acogedor, aunque modesto.
— Sí, es muy lindo —respondió Zaira, sinceramente impresionada por lo cálido que se sentía el lugar.
— Ven, —dijo Valentina, tomando la mano de Zaira y llevándola hacia una de las habitaciones.
Al entrar, Zaira vio una habitación sencilla, con paredes blancas y muebles básicos. Aunque modesta, tenía un aire de paz.
— Esta sería tu habitación. Cuando ya estés aquí, la decoras a tu gusto —explicó Valentina, soltando la mano de Zaira y dejándola explorar.
Zaira caminó lentamente por la habitación, tocando suavemente los muebles y observando los pequeños detalles.
— ¿De quién era esta habitación? —preguntó, volviéndose hacia Valentina con curiosidad.
Valentina dejó escapar un suspiro, y su expresión cambió a una más seria.
— Era de mi hermano... Cuando mi papá me echó de la casa por no haber decidido estudiar medicina, como él quería, me vine aquí. Mi hermano solía venir a visitarme, así que le preparé esta habitación para que no tuviera que dormir en el colchón cuando se quedaba.
Zaira notó el cambio en la energía de Valentina, y antes de poder decir algo, Valentina continuó.
— Pero ya no viene. Mi hermano tuvo un accidente... quedó ciego. Y debido al resentimiento de papá hacia mí, no me deja volver a casa. Apenas lo veo —confesó Valentina, sus ojos llenándose de lágrimas.
Zaira se sintió sobrecogida por la tristeza de su amiga.
— Lo siento mucho, Vale... —dijo, acercándose para tomar su mano en señal de apoyo.
— No te preocupes... no es tu culpa —Valentina se secó rápidamente las lágrimas con el dorso de la mano, intentando recomponerse—. Bueno, dime, ¿qué te parece?
Zaira miró a su alrededor una vez más y luego sonrió.
— Me parece increíble. Es perfecto.
Valentina suspiró aliviada y sonrió de vuelta.
— Entonces, habla con tu familia. Yo te ayudaré a conseguir empleo en mi trabajo. ¿Pero estás segura de que quieres trabajar ahí? Entramos a las 3:00pm y salimos a las 7:00pm y trabajamos los días Lunes, martes, miércoles, viernes y sábado solo que los sábados entramos más temprano. —advirtió Valentina, queriendo asegurarse de que Zaira comprendiera el reto que implicaba.
— ¡Claro que sí! —respondió Zaira con entusiasmo—. Ya es momento de que aprenda cómo es la vida y deje de depender del dinero de mis padres.
Valentina, emocionada por la determinación de su amiga, levantó la mano para chocar los cinco.
— ¡Eso, amiga! —exclamó Valentina, y sus manos chocaron en señal de acuerdo.
Ambas sonrieron, sabiendo que este era el comienzo de una nueva etapa para Zaira, una en la que tomaría el control de su vida, al igual que Valentina había hecho tiempo atrás.