En una época donde la alta sociedad, la reputación y las apariencias determinan el estatus de las personas, una joven Baronet se inscribe a la escuela más prestigiosa donde la crema y nata de la sociedad se reúnen para forjar a los futuros nobles y gobernantes del reino. Ahí tendrá que sobrevivir a los abusos y humillaciones de sus compañeros para ganarse un lugar dentro de la alta sociedad y recuperar el honor de su familia que ha sido pisoteado desde hace tres generaciones.
Pero sus planes podrían verse afectados con la repentina aparición de fenómenos paranormales y eventos más allá de la comprensión humana, que asolan la institución. Y que aparentemente iniciaron el mismo día que conoció a un conde atractivo, de figura galante y atractivo sobrenatural.
¿Qué misterios ocultan sus ojos carmesíes y su cabello negro como la obsidiana?, ¿será nuestra protagonista capaz de sobrevivir entre las fauces de dos bestias hambrientas?, ¡échale un vistazo a esta historia de romance y terror!
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Capítulo 6: El Conde
Ya han pasado seis días desde la llegada del conde Tempest a la academia Edem, y su popularidad no ha hecho más que aumentar. En muy poco tiempo se ha convertido en el favorito de sus compañeras de clase, y también el más respetado entre sus compañeros varones.
Quienes han tenido la dicha de cruzar unas cuantas palabras con él, juran haber entrado en una especie de trance, como si su presencia los absorbiera.
Y es que su voz transmite mucha confianza y seguridad, como si fuese posible contarle los más íntimos secretos y tener la certeza de que nunca los compartirá con nadie. También es una persona muy inteligente, instruido en distintos estudios y artes como: la astronomía, la biología, las ciencias naturales, la literatura, poesía e incluso ha demostrado ser capaz de hablar hasta seis idiomas diferentes. Además de ser culto y muy educado, era de las personas que constantemente buscaban ampliar aún más su conocimiento. Hasta el punto en el que suele quemarse las pestañas por horas en la biblioteca, revisando los documentos históricos y los archivos de la sección privada. Y aunque esta actividad normalmente no era del agrado de su nuevo grupo de amigos, ahí estaban ellos para acompañarlo.
Es muy extraño verlo sin compañía, ya que la hija del barón Magnuson, Lilliette Magnuson suele acompañarlo a todos lados, y también su grupo de amigos conformados por: la señorita Carolina Willow, el joven Robert Cash y el hijo menor del Marqués Reagan: Erik III Reagan. Este grupo que siempre había sido de los más importantes dentro de la academia, ahora era sin duda alguna el grupo mas popular, gracias a la presencia del conde.
Pero incluso ellos sabían muy poco del misterioso extranjero, al que seguían a todos lados. A estas alturas habían oído relatos acerca de su familia, en los que se decía que alguna vez pertenecieron a la realeza de Valaquia hace 400 años aproximadamente, pero que después de las constantes guerras y reformas de cada nuevo gobierno, provocaron que eventualmente perdieran su estatus en la realeza. Pero aún sin ese prestigioso título, eran poseedores de una gran fortuna y de algunos territorios sobre los cuales gobernaban.
Cuando el conde compartió un poco de su información personal con sus compañeros; les contó sobre sus viajes de negocios a distintos países del continente europeo (Inglaterra, Francia, España y Bélgica) por mencionar algunos. Y de las aventuras que vivió de norte a sur, y de este a oeste, en cada viaje.
El conde no solo era una persona muy interesante, era también muy atractivo. Su belleza era sobrenatural, y su encanto residía en su mirada imponente y penetrante. También estaba su aura: la energía que transmitía; envuelta en un misterio tan oscuro como un abismo, que nadie podría descifrar, y que provocaba una sensación cálida, como si la piel ardiera. Pero el misterio que lo rodeaba también era parte de su atractivo y tan solo provocaba aún más euforia entre sus compañeras.
A estas alturas era considerado como el estudiante más atractivo de su clase, y era también el segundo mejor partido de toda la academia, siendo superado únicamente por el duque Bastian Simpson.
El día de hoy (sábado 8 de octubre de 1864); el conde había decidido permanecer en su habitación, y faltar a las primeras dos horas de clase matutinas. No le preocupaba ni un poco perder valiosas horas de clase, ya que al igual que todos los alumnos de la alta sociedad, tenía un "trato de mutuo beneficio" con los maestros.
Él está concentrado, trabajando en un documento escrito frente a su escritorio, rodeado por las paredes de color vino de su habitación, con sus cortinas negras que impedían que la luz penetre en el lugar. Para iluminarse contaba únicamente con la débil iluminación de una vela en la parte superior de su escritorio. El documento en el que estaba trabajando, estaba envuelto por un trapo sucio y manchado, y no tenía nada que ver con ninguna de las materias que había en la academia, ya que estaba escrito en un idioma desconocido en ese continente.
«Mañana será el baile que he estado organizando con los demás, y para recibirlos a todos tengo que estar listo para lo que sea... Debo causar una muy buena impresión, si quiero que ellos confíen en mí».
Entonces abrió el manuscrito y buscó con suma delicadeza el índice, para encontrar las páginas exactas de la información que buscaba.
“Página 568........ Preparativos para el pánico”
Era esa la sección que buscaba, y cuando finalmente avanzó hasta encontrarla, se dispuso a leer de cabo a rabo toda la información al respecto que estaba a su disposición. Y cuando finalmente concluyó, se levantó de su asiento y se acercó a la estantería, en dónde guardó el libro, y lo envolvió con el mismo manto desgastado, y lo puso junto a otros manuscritos que también estaban envueltos en trapos viejos y manchados.
Luego se paseó de un lado a otro en su habitación, pensativo y calculador como siempre. Y la llama de la vela que iluminaba la habitación comenzó a debilitarse. Entonces sintió que se aproximaba; una energía muy familiar que siempre le provocaba escalofríos, y que lo ayudaba a mantenerse alerta en esa escuela.
«Puedo sentir su energía aproximándose, busca mi oscuridad como un faro de luz que escudriña en la penumbra de la noche, viene hacía mí como un domador de bestias que irrumpe en la guarida de las fieras salvajes. ¡Está aquí!»
Entonces el conde se apresuró a abrir la puerta de su habitación, y cuando lo hizo, fue sorprendido por una no muy grata sorpresa que cayó ante sus pies.
– ¡Discúlpeme, en serio, lo siento mucho! –exclamó Lisa Bellstar con desesperación, tras haber caído a los pies del conde cuando este abrió la puerta de su habitación–. ¡No era mi intención fisgonear, yo solo quería venir a agradecerle por la invitación que me hizo llegar, pero no sabía cómo llamar a su puerta!, ¡Además pensé que por la hora no estaría acompañado así que me disculpo si es muy temprano!
Pero el conde no dijo palabra alguna, simplemente guardó silencio, y tras analizar por unos minutos a la doncella, habló:
– ¿Tú eres una Bellstar, cierto?, ¿era tu abuelo William Bellstar?
– ¡Sí, así es! –respondió con velocidad, pero tras esa pregunta surgió una nueva duda en ella–: ¿Cómo es que usted sabe el nombre de mi abuelo?
– Digamos que nuestras familias se conocieron hace mucho tiempo. Hablaremos de eso en otra ocasión –la actitud fría y reservada del conde Tempest fue reemplazada repentinamente, ahora parecía tener aún más iniciativa al momento de hablar, y su interés por conversar con Lisa era genuino–. Y dígame ¿puedo contar con su presencia el día de mañana?
– ¡P-por supuesto que si! –el rostro de Lisa se enrojeció, y su voz que de por sí era tímida e insegura, comenzó a quebrarse aún más. Incluso ignoró completamente el hecho de que el conde parecía estar familiarizado con su apellido, priorizando antes que nada su participación en la fiesta–. Será un honor para m-mí, a-asistir a su fiesta de b-bienvenida.
– ¡Espléndido!, habría sido una lástima si alguno de mis invitados fuese a faltar, quiero que toda la clase esté presente.
«Y yo estaba pensando en rechazar su invitación... ¡Soy horrible!» –pensó Lisa, mientras rascaba su cabeza con nerviosismo.
– Disculpe milady, ¿me permitiría hacerle una pregunta? –el conde se acercó aún más a la doncella, hasta que finalmente estuvieron muy cerca el uno del otro.
– A-adelante.
– ¿Acaso alguien ya la ha invitado a compartir una pieza en la pista de baile?, sería un placer para mí, compartir el escenario con usted, si está de acuerdo.
– ¡No, aún nadie me ha invitado y será un honor aceptar su invitación! –respondió Lisa, que sabía perfectamente que su respuesta era una mentira descarada, pero acabó sucumbiendo ante la presión. Reitero: Ella no es de las personas que suelen darle negativas a las personas hermosas– «Que el duque me perdone, sé que soy una escoria por mentir de esta manera ¡Pero esto nunca me había pasado!, ¿Qué se suponía que iba a hacer?, ¡Tendría que estar deschabetada para rechazar al conde si me invita a bailar en persona!»
– ¡Excelente, entonces ya está decidido! –El conde sonrió sinceramente por primera vez, y este gesto hizo que Lisa Bellstar tragara saliva.
«Últimamente he tenido mucha suerte, a pesar de toda la sangre y los constantes dolores de cabeza, no me he dejado vencer y esta debe ser mi recompensa». –La joven Bellstar se limitó únicamente a sonreír apenada, mientras el sudor recorría su frente, y sus manos parecían cada vez más inquietas–. «Acepté por pura presión, pero ahora que lo pienso esto solo va a enfurecer aún más a mis compañeros, y en especial a la señorita Lilliette... Ella está muy interesada en el conde, y si me interpongo en su camino ella podría... No quiero ni pensar en eso».
Pero mientras conversaban tranquilamente hubo un ruido extraño que provenía de la habitación del conde. Fue un golpeteo, como si alguien estuviese moviendo cosas de un lado a otro.
– Veo que tiene visitas, espero no estar importunando de alguna manera.
– No se preocupe, no es importante –respondió el conde con una sonrisa maliciosa y apresurándose a cerrar un poco más la puerta blanca de su habitación–. Nos veremos en clases milady, que tenga un buen día.
– ¡Muchas gracias, lo mismo para usted, milord!
Y tras haberse despedido, Lisa emprendió su viaje de regreso a su dormitorio, mientras el conde una vez más se adentraba en su habitación para confrontar a la persona que lo acompañaba.
– Haces mucho ruido, la próxima vez voy a encerrarte en el sótano y no te dejaré salir.
– L-lo siento –respondió una voz tímida y aterrada que se ocultaba entre las sombras. Se trataba de una figura sombría, alta y de ojos castaños que se ocultaba de la pobre iluminación del lugar– Es solo que... E-ella, e-es... P-peligro... Otra vez... P-peligro.
– Ya sé quién es. –el conde tomó asiento frente a su escritorio y apartó los papeles que habían sobre la mesa–. Así que ahora son los Bellstar... Creo que ya sé qué es lo que voy a hacer –el conde rápidamente buscó entre los objetos que había en su escritorio y tomó una pluma fuente que parecía muy costosa, de la cual goteaba un líquido morado desde la punta–. Esto no será como la última vez, ahora seré rápido, eficaz, y me aseguraré de no cometer errores. Te voy a encontrar.
Mientras tanto Lisa Bellstar iba alegre por los pasillos, se sentía muy feliz y dichosa de que repentinamente algunos de los caballeros más codiciados de la sociedad mostraran un pequeño interés en ella, y aunque sabía que no tenía la más mínima oportunidad con ninguno de ellos, se limitó a seguir viviendo esa pequeña parte de su vida que parecía ser más una fantasía.
«Demonios, me odiaría por siempre si tuviera que dejar plantado a alguno de ellos, pero tengo que pensar en algo si no quiero decepcionar a ninguno... ¡Vamos Lisa, piensa, piensa!... ¡Un momento!, ¿Por qué me está pasando todo esto repentinamente?, los miembros de la nobleza nunca me vieron con esos ojos, ellos solo se burlaban de mí, y la señorita Lilliette siempre ha dicho que soy horrenda. Nunca he recibido un miserable cumplido de nadie desde que entré en esta academia, y ahora de la nada me estoy volviendo popular... ¿Acaso llegó mi mejor momento?
Pero mientras la joven e inocente Lisa Bellstar se perdía en sus pensamientos, aconteció un nuevo evento:
Otra vez había chocado de cara con alguien.
– ¡Lo siento, lo siento mucho! –se apresuró a decir, mientras acomodaba sus lentes redondos, y mientras sacudía el polvo de su uniforme–. ¡Me perdí en mis pensamientos y no prestaba atención por donde iba, lo siento mucho!
– Oh, no tiene por qué disculparse, mi hermosa doncella –dijo el muchacho de cabello plateado y piel pálida con el que había chocado, y que extendió su mano para ayudar a la jovencita. Sobra decir que también era muy atractivo, pero su vestimenta; Era similar a la del conde Tempest, se trataba de un uniforme completamente negro, pero la insignia de la institución era diferente. Él venía de otra escuela–. El que debería disculparse soy yo por no prestar atención a semejante belleza en mi camino. Permítame empezar de nuevo apropiadamente. *ejem* ¡Mucho gusto, mi nombre es Corbin Tempest!
«¡Estoy en mi mejor momento, finalmente soy popular!» –pensó Lisa mientras extendía su mano para saludar al varón que tenía frente a ella, y entonces calló en cuenta de lo que acababa de escuchar–: «¿Tempest?, ¿¡dijo Tempest!?
Pero cuando Lisa bajó la vista y vio su mano otra vez, notó que había sangre en sus dedos, sangre azul que goteaba y que apareció repentinamente después de estrechar la mano del joven Corbin. Ella no lo había notado en ese momento, gracias al shock, pero el joven Corbin Tempest estaba sonriendo maliciosamente de oreja a oreja. En ese momento el tiempo a su alrededor se detuvo, y cuando vio sus alrededores notó que había más sangre azul escurriéndose por las paredes. Era un escenario de pesadilla, que solo podía estar pasando en su cabeza. El miedo la invadió otra vez pero fue incapaz de gritar, ella solo quería salir de ahí.