Fénix

Capítulo 15

Habían pasado tres días desde que Marina se había marchado de Milán, Zaid estaba desesperado por saber de ella. Aunque algo en su interior le avisaba que la encontraría, no podía alejarla de su mente y estaba apunto de perder la serenidad. Si la volvía a encontrar, no permitiría que se volviera a marchar.

—Zaid que bueno que te encontré, te enviaron un paquete.—dijo Abdul mientras le dejaba la caja sobre su escritorio

—¿Tienen alguna pista de Marina?.—preguntó Zaid mientras revisaba el remitente del paquete

—No, nada. Es como si jamás hubiera existido.—respondía Abdul mientras respiraba hondo

—Si es necesario, ordena que vaya personalmente Zeus a buscarla y que no regrese sin ella, que busque por cada rincón del planeta. Tráiganla a mí y yo los sabré compensar.—daba la orden Zaid

—Amigo y si ella simplemente se fue porque no estás dentro de sus planes, tal vez no le gustó saber que es un número más en la vida de un hombre. ¿Te prometió algo?¿llego a un acuerdo contigo?.—preguntaba Abdul

—No, pero sé que le gusto, la química entre nosotros es innegable y sobre todo hay algo en ella que me motiva a confiar. En conclusión no puedo estar lejos de Marina, estos días han sido eternos.—respondía Zaid

—Pienso que estás obsesionado con ella, simplemente porque no actúa como todas. Pero aún así se me hace extraño que no haya nada de información sobre ella, tal vez está huyendo de un ex trastornado. Para su mala suerte, encontró otro que también está volviéndose intenso. Vamos amigo dale la oportunidad, aunque tal vez el ex de Marina no superaría a Dasha en locura.—decía Abdul

—Abdul, no toquemos el tema de Dasha. Por favor ayúdame a localizar a Marina.—suplicaba Zaid

—Te prometo que la encontraré.—respondió Abdul

Zaid no podía concentrarse, el paquete era de su padre. Se dispuso a abrirlo, dentro de la caja Yassir le había enviado el sagrado Corán. El mensaje era claro, le estaba recordando sus raíces a su amado hijo, pero también le anunciaba que era un momento de grandeza para ambos. Aunque no era su padre biológico, le dio una verdadera familia, un apellido y todo lo que en su vida no hubiese imaginado tener; sin duda sentía una gran lealtad, respeto y amor por Yassir su único padre.

Mientras tanto Cristin hacía una escala en Estambul, para ver a Vincent. Había recibido su mensaje antes de que Cristin saliera de Irán. Ella llegó a uno de los lugares más concurridos en Estambul, ahí estaba su colega y mejor amigo esperándola.

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—Me alegra verte.—saludo Cristin con un fuerte abrazo a Vincent

—Así que vienes de Irán, ¿alguna novedad?.—preguntó Vincent

—No ninguna todo sigue igual, la única diferencia es que el maldito ese se vuelve cada vez más poderoso.—respondió Cristin

—No hemos podido llegar hasta él, porque simplemente no hay rastros de Yassir en cada atentado o crimen cometido, son iranís se protegen entre ellos. Además si se llega a enterar de que estás con vida vendrá por ti. Pienso que Frank te está exponiendo.—le decía Vincent mientras le daba un trago a su té

—No le temo, si sobreviví es solo con un propósito. Acabar con ese maldito, no puede quedar impune todo lo que hizo en mi contra y en contra de mi amada familia. Gracias a él no he tenido un solo día de tranquilidad en mi alma.—respondió Cristin

—Aún así, noté un brillo distinto en tu mirada. Te hace bien estar lejos. Bien yo estoy aquí para conseguir una prueba en contra de Mendoza, si no lo logro quedará en libertad. Si sale libre, Yassir se volverá más poderoso, él es su principal cliente y pieza clave de la organización.—decía Vincent

—¿Tú sabes algo sobre el hijo de Yassir abad?.—preguntó Cristin

—Solo sé que se llama Zaid, es muy respetado por todos en la comunidad musulmana, en los archivos dicen que tu padre lo capturó y lo tuvieron en custodia hasta que Yassir fue a su rescate, es el hijo mayor y el futuro líder de los abad.—respondió Vincent cuando fue interrumpido

—Agrégale a su expediente que según la información obtenida por Arlet, será el nuevo líder de la mafia de Milán.—dijo Cristin

—Eso es imposible, la mafia de Milán siempre ha pertenecido a una sola familia en alianza junto con la mafia rusa, es heredada de ascendientes a sus descendientes.—decía Vincent con asombro

—Está vez los Abad quedarán al frente.—agregó Cristin

—Con mayor razón deberías considerar dejar tu cacería y tu sed de justicia de lado, esto los volverá realmente poderosos e intocables, hay enormes intereses detrás de la organización. Incluido miembros del gobierno y la élite en todo el mundo.—aconsejaba Vincent

—No me importa, todo tiene un precio y yo no tengo nada que perder. Ya lo perdí todo.—afirmaba una vez más Cristin

Vincent sentía una enorme preocupación por Cristin, el siempre la había amado en secreto y un día se lo confesó. Pero ella fue clara con el, solo lo podía ver como un gran amigo y colega. Minutos después se despidieron y Cristin siguió su rumbo, volvería a Milán para ahí esperar a Arlet. Mientras estaba en el aeropuerto, decidió comprar un libro. Este era Sobre la república de Cicerón, necesitaba algo que la conectara a su verdadera misión. El encuentro con Vincent la hizo de nuevo volver a su camino.

Horas más tarde estaba de vuelta en su apartamento, lo primero que hizo fue desempacar, limpiar cada rincón y tomar una ducha. Preparó algo de cenar, mientras cenaba continuaba su lectura, realmente estaba teniendo unos minutos agradables leyendo. Hasta que llamaron a su puerta, era casi la medianoche, una hora nada prudente. Dejo el libro sobre la mesa y camino para ver a través del agujero en su puerta ¿quién era?. Si, ahí estaba el, era Gael, por un momento se había olvidado por completo del hombre de los ojos verdes. Abrió la puerta.

—No es una hora prudente para visitarme.—le dijo Cristin, sin ser invitado Zaid entró a la fuerza.—Si claro pasa, estás en tu casa.—dijo Cristin con un toque de sarcasmo

—¿Dónde estabas?¿A dónde fuiste?.—preguntó Zaid directamente con su completa intensidad

—Bien fui a donde no te importa, y estuve donde no te importa también. No tengo porque darte una explicación.—respondió Cristin

—Esas respuestas son demasiado groseras de tu parte.—dijo Zaid molesto

—Groseras, grosero tú que llegas a mi casa a medianoche, a reclamarme cosas que realmente no son de tu incumbencia. El haber pasado una noche en mi cama no te da derecho a nada, obviamente no somos nada.—decía Cristin segura de ella

—Te equivocas, eres mi mujer.—dijo Zaid con su voz fuerte

—No voy a discutir, pero si voy a pedirte que te vayas. Cuando estés listo para hablar civilizadamente lo haremos, en este momento solo hay hostilidad entre nosotros. Así que adiós.—decía Cristin mientras le mostraba la salida

—No, hablaremos en este momento, no me voy a ir hasta que hablemos.—insistía Zaid

—Si no te vas, no podrás hablar conmigo nunca más. Decide, tres, dos…—antes de decir uno, Zaid salió furioso era la primera vez que una mujer lo trataba de esa forma.

Zeus y Abdul no podían creerlo, habían corrido a su jefe. Cristin no quería hablar con él en ese momento, le molestaba la manera en que él quería sentirse su dueño, ella pertenecía así misma. En cuanto a Zaid, más que enojado estaba deprimido por lo ocurrido, pero le alegraba saber que su amada Marina había regresado.