Luna se entera de la peor manera posible de que el hombre al que ella amaba la estaba engañando, se siente humillada y menospreciada.
¿Qué pasa cuando ese amor es unilateral? ¿Qué se hace cuando descubres que solo te han usado? ¿Se puede volver a confiar en el amor?
Ella solo quería ser amada, él solo deseaba su cuerpo.
La vida les tiene grandes sorpresas preparadas. Los caminos son inciertos, las personas cambiantes. ¿Es posible el amor para ellos? ¿Qué tendrán que hacer para conquistarlo?
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En busca de la felicidad
El día de Luna estaba transcurriendo con tranquilidad. Atendía a las personas que entraban, y en cuanto podía relajarse un poco se ocupaba de su pequeño emprendimiento, que pasa su sorpresa estaba teniendo bastante éxito. Ya llevaba cuatro horas trabajando cuando la puerta se abrió. Por ella entró un hombre sumamente guapo. Vestía un hermoso traje negro a medida, que marcaba lo hermoso y perfecto que era su cuerpo. Éste en vez de buscar una mesa caminó despacio hacia ella. Llevaba sus labios curvados hacia arriba y una mirada hermosa y seductora. Puedo acostumbrarme muy rápido a esta vista se dijo Luna.
Lo cierto es que Vito estaba desesperado por ver a su hada que lo había hechizado. Fue de reunión en reunión, con la sola esperanza de poder verla lo antes posible. Al entrar al café poso sus ojos sobre ella, y camino directo a su encuentro. Ella tenía sus hermosos ojos bien abiertos, y una mirada esperanzada la delataba. Estaba inmóvil, esperando a que él llegara a donde ella estaba. El tiempo se había detenido, las personas a su alrededor dejaron de existir. Solo eran ellos, que se miraban mutuamente con los labios curvados en una hermosa sonrisa que les llegaba hasta los ojos. Se detuvo frente a ella. La notó más pequeña de lo que había podido observar el día anterior. Sentía que cabía perfectamente entre sus brazos. Es hermosa, única.
_ Buenos días, señorita Luna. Es un placer volver a verla _ Dijo con una ronca voz de barítono que a Luna le pareció demasiado sexi, que la hacía temblar de una manera placentera. Él por su parte quería besarla, acariciarla y..., se obligó a sacar esos pensamientos de su sistema, aún no.
_ Buenos días Vito, me alegra que hayas vuelto, supongo que te gustó nuestro café _ respondió con coquetería, su voz era sensual, suave, dulce _ ven siéntate en esta mesa, te traeré la especialidad de la casa _ agregó mimosa, y tierna. Él despertaba eso en ella, se sentía traicionada por sus impulsos." Eres una descarada Luna, compórtate" se reprendía a sí misma.
_ El café no es lo único delicioso de este lugar. Además te dije que quería conocer a tu pequeñito o pequeñita _ respondió con picardía y dulzura. Él no era así, no estaba en su naturaleza, no le gustaba tratar a las personas de manera amable. No quería que las mujeres se hicieran falsas ilusiones. Con ella era todo lo contrario, si lo viera Luca se reiría de él, una pequeña mujer que solo le llega al pecho, lo está dominando y ni siquiera la conoce. Ella no tiene la menor idea del efecto que causa en el hombre imponente que tiene enfrente.
_ Oh sí permíteme que la traigo _ corrió hacia su bolso que se encontraba dentro, tomó la imagen de más que solicitó al doctor y se acercó a la mesa. _ Es una niña, mi pequeña Esmeralda. _mencionó estirando la foto tomada con el ecógrafo. Sus ojos brillaban de felicidad al hablar de su hijita.
_ ¡Qué hermoso nombre que has elegido! La verdad es que no entiendo mucho, pero creo que esta es su cabecita ¿no? _ Aunque no entendía nada, miraba asombrado lo que tenía enfrente. Su rostro se iluminó cuando por fin noto facciones humanas, se sentía feliz, no sabía por qué. Nada lo unía a ese ser que se formaba en el vientre de la mujer que lo había flechado, pero quería estar cerca. Por impulso sacó su billetera del bolsillo del pantalón, la abrió y acomodó la foto en ella, ante la mirada atenta y asombrada de una chica que sentía que sus piernas iban a fallar en cualquier momento y caería redonda al piso. _ Esta es para mí, espero no te moleste. _ su mirada era de súplica, pidiendo que no le quitara ese pequeño tesoro y ella así lo entendió.
_ ¿Qué?, no...no para nada, tengo otra. Pedí dos por las dudas _ cuando termino de hablar se dio cuenta de lo que había dicho, quedó en evidencia frente a un hombre que realmente no conocía. Se moría por hacerlo, pero no lo conocía.
_ No quiero sonar imprudente, pero... ¿A qué hora salís de trabajar? Me gustaría invitarte a comer conmigo, o hacer alguna otra cosa como ir al cine o tomar un helado. Como una cita _ temblaba de miedo y las manos le sudaban, él Vito Lombardi un hombre poderoso y codiciado por todas las mujeres, un hombre temido tanto en el mundo empresarial como en el que se movía por debajo, tenía miedo de ser rechazado.
_ Claro me encantaría _ fue la franca y feliz respuesta de una joven que sentía que todo le daba vueltas con solo escucharlo hablar.
Le sirvió su café, con una rebanada de pastel especial. Estaba trabajando, no podía permanecer junto a él por más de que quisiera hacerlo. Él siguió con lo suyo desde esa mesa, haciendo llamadas o contestándolas. Esperando impaciente la hora de poder tener a su diosa cerca.
Luego de unos cuantos minutos la puerta volvió a abrirse y un apurado Luca entro por ella. Tenían muchos pendientes. Debían volver al día siguiente a City Flowers, y para ello había que dejar todo en condiciones. Luca miraba el lugar asombrado. No era lo que Vito acostumbraba. Este tenía un semblante relajado. Se lo notaba tranquilo a pesar de los mil compromisos que lo esperaban, tanto aquí como en su país. Estaba extrañado, algo pasaba ese no era su jefe y amigo. Se había detenido un momento a observarlo y pudo ver como el hombre imponente seguía con la mirada a una diminuta figura femenina, que parecía que danzaba por entre las mesas con una hermosa sonrisa en el rostro. ¿Su amigo se habrá enamorado? Eso sería un milagro, pero si era así esperaba que todo fuera bien. Lentamente se acercó a la mesa y se sentó.
Conversaron durante un par de horas. Esperando que Luna terminara su turno. El asistente se encontraba muy sorprendido con la actitud de Vito, hacia la chica. Cuando ella se acercaba sonreía, y hablaba de forma suave y sensual. Pero en cuanto intentó acercarse, de manera seductora, una rubia voluptuosa, la mirada fría, el seño fruncido y la voz molesta la sacó corriendo del lugar.
No solo hablaron de los pendientes, sino también de la cena de la noche anterior. El semblante del guapo hombre se oscureció en cuanto Luca se lo recordó. Esas mujeres eran unas pesadillas, no sabía como pero tenía que resolver el problema. Sabía que su madre no se iba a dar por vencida. Se había encaprichado en tratar de manejar su vida. No solo era controlarlo, era no dejar que él fuera feliz a su manera. El asistente comprendió que lo de esa mujer no era precisamente amor, sino era justamente tener el control, lograr que hiciera solo lo que ella quería. Para su objetivo era imperativo tener en sus manos a la mujer con la que eventualmente su hijo se casara. Era una mujer enferma, no tenía dudas.
Lo irónico de la situación es que Vito no es su heredero, ni siquiera lleva su apellido, pero aún así trata por todos los medios de que él la obedezca. Ni siquiera debería llamarla madre. Nadie más que Luca conoce los pormenores de la vida de su amigo. Sabe lo que sufrió no solo en la calle sino también en esa casa. Eran todos unos hipócritas, ahora que tenía éxito y más dinero que ella la gran Melisa Mont permitía que la vieran en sociedad con él y que la llamara madre. Una verdadera hiena vestida con lujos, pero hiena al fin.
Cuando Luna salió, unos hermosos ojos azules la esperaban apoyado en un auto deportivo. Se veía perfecto, con su perfecto traje, su perfecto peinado, sus perfectas pecas, su perfecto.... Es pura perfección pensó soltando un suspiro. El sentimiento era mutuo, él la miraba de la misma manera, era la criatura más dulce, bella y perfecta que había conocido. Se acerco a él caminando despacito, como un pequeño gatito mimoso, con sus ojitos fijos en los de él, su pequeña naricita parecía aspirar el perfume que emanaba de su cuerpo, y un hermoso puchero salía de su boquita perfecta. Moría por besarla, por estrecharla entre sus brazos. La tomó de la mano y sin soltarla se acercó a ella y le dio un cálido beso en la sonrojada mejilla. Su cercanía le producía mil sensaciones a su piel, todos lo bellos de su cuerpo se erizaron y se detuvo un minuto para aspirar el dulce aroma que despedía su hermosa piel. Sin soltar su mano abrió la puerta del auto y la ayudó a subir en él. El viaje era corto, quería un momento tranquilo por lo que Luca le aconsejó llevarla a uno de sus restaurantes, que tenían cabinas privadas. Era lo más cómodo para tratar de comenzar a conocerse.
_ Espero que te guste el lugar al que vamos, para mi es uno de los mejores _ mientras conducía la miraba de reojo y le regalaba sus matadoras sonrisas. Sus dientes blancos brillaban todo el tiempo. La charla era amena, nada personal aún. Debían entrar en confianza. Lo que ambos sabían es que nunca se habían sentido tan cómodos.
_ Tranquilo, soy de gustos simples, una chica común _al terminar de hablar ella apartó la mirada. Acababa de descubrir que otra vez se había fijado en un hombre rico. Tenía miedo de que la historia se repitiera, solo es una comida se dijo. No te hagas ilusiones tontas. Estas embarazada de otro hombre. Nadie va a mirarte.
_ Luna, disculpa por lo que voy a decir, no quiero que te ofendas, pero para mi eres única. _ la miró muy seriamente, era la primera vez que la miraba de esa manera. No le gustaba que hablara así. _ No quiero volverte a escuchar decir eso ¿Estamos? Sos mi hada, única e incomparable. Nada hay de común en vos._ sus facciones se habían vuelto a relajar, y pudo ver otra vez ese mar azul que la llamaba a bañarse en él.
El silencio reinó por unos momentos, pero era un silencio tranquilo, pacífico, que a ambos les gustaba. Vito había tomado su mano mientras conducía. Estaban a punto de llegar. Estacionó el auto, se bajó, lo rodeó y abrió la puerta para ayudarla a bajarse de él.
La comida fue genial, ambos reían de sus ocurrencias mutuas. No se hacían preguntas incómodas, pero Vito tenía que saber. Él tenía un interés genuino por ella y quería saber si había alguna posibilidad.
_ Luna ¿Te puedo hacer una pregunta?, espero no incomodarte _ el miedo se reflejaba en sus ojos, ella le regalo una tierna mirada y una sonrisa, con este gesto lo invitó a seguir hablando. _ ¿El papá de Esmeralda? _ soltó, era momento de la verdad, no podía seguir sin saber. Si no había posibilidad alguna tenía que saberlo antes de terminar de enamorarse.
_ Es una historia difícil para mi, me causó mucho dolor. El papá existe por supuesto, pero no forma parte de mi vida. No se si va a querer ser parte de la vida de ella, pero me lastimó de una manera inimaginable para mí. Él ahora está casado y espera un hijo de su esposa. No pienses mal de mi por favor, yo nunca supe que era la otra, siempre me creí su novia. Me enteré de todo al mismo tiempo prácticamente. No quiero mentirte. No quiero mentirle a nadie porque yo me sentí morir, quise literalmente morir al saber la verdad. _ sus ojos se cristalizaron por las lágrimas que comenzaron a caer. Ella era fuerte, o lo intentaba pero era algo que aún causaba dolor. Vito se levanto en silencio, y se arrodillo frente a su silla. Tomó sus mejillas y limpió su rostro con suaves besos recorrió su cara, hasta llegar a sus labios y depositar sobre estos el beso más dulce que ambos habían experimentado. Aún no lo sabían, o no lo podían reconocer pero ese beso era uno de profundo amor y comprensión. En ese momento sobraban las palabras, el mundo no existía, solo dos almas que se habían estado buscando y ahora por fin podían encontrarse y entregarse una a la otra.
_ Tranquila mi preciosa hada, yo entiendo, espero que cuando estés listas me puedas contar tu verdad. Yo también tengo cicatrices en el alma, pero cuando te veo me siento completo. Se que es una locura, ni siquiera nos conocemos, pero siento algo increíble algo que nunca antes experimenté, ni pensé que lo haría. Mi diosa, ¿Me permitís formar parte de sus vidas? No te pido mucho aún, quiero que sientas que puedes confiar en mi, y cuando estés lista nos casamos. _ soltó dejando oír su sonora carcajada y mostrando todos sus dientes. Era tan hermoso, todo él la hacía estremecer. Ambos rieron por unos minutos. Vito la miraba fijamente, sus ojos iban desde los ajenos hasta su boca de ida y vuelta hasta que se decidió y selló con un beso, esta ves profundo y apasionado. Tomo el cabello de ella y la acercó más a su cuerpo. La posición era incómoda, no podía estrecharla como deseaba, Necesitaba sentirla. Su pantalón comenzó a ajustarse, su entrepierna palpitaba. Ahora estaba en un gran problema. Debía controlarse, controlar su respiración. Pensar en algo desagradable para poder bajar su erección. La imagen que vino a su cabeza fue la de Camila intentando seducirlo. De inmediato su lívido cayó al piso y pudo incorporarse sin pasar vergüenza.
_ Yo... yo quiero... lo mismo _ dijo una acalorada joven que intentaba a su vez calmar su respiración. Las hormonas del embarazo le estaban jugando una mala pasada. O tal vez sea este Adonis que tiene enfrente. No importa, lo cierto es que lo desea como no deseo nunca a nadie. No era tonta, se dio cuenta del problema que él enfrentaba, porque se puso rígido y un leve movimiento la alertó.
Vito se levantó, la levantó a ella y la abrazo tan fuerte como pudo sin lastimarla. No quería soltar a la niña que se estaba robando su corazón y su vida entera. Desde hacía un poco más de 24 horas solo pensaba en ella. Inundaba sus pensamientos. Un oscuro recuerdo pasó por su mente, debía volver a la cede central de la empresa. Iba a hablar con Luca, tenían que conseguir una oficina allí, para trabajar la mitad del tiempo en un lugar y la mitad en el otro hasta que pudiera establecerse allí o llevársela a su casa. Eso sería lo más conveniente para no tener que lidiar con las víboras que lo rodeaban.
Por su parte ella también se sentía feliz y plena, si quería comenzar una relación sana debía confiar en él. Pero iba a caminar con cuidado, no iba a dejarse llevar. Lo seguro es que lo que este hombre la hacía sentir no tenía nada que ver con lo que había sentido antes. Todo en este momento era distinto, mágico y maravilloso.
Su vida seguía cambiando de forma radical, no podía saber que le deparaba el futuro, pero estaba segura de que fuera lo que fuera se iba a permitir intentarlo. Ella iba a ser feliz e iba a hacer a su muñequita feliz. No había nada más importante que eso.
Una hermosa pareja, abandonaba el lujoso lugar tomados de la mano. Se veían felices. Sin saber que desde otra de las cabinas, oculta en la sombra que le brindaba una de las paredes una persona miraba, la furia se dejaba ver en sus ojos, eso era algo que no iba a permitir, por nada del mundo. Los celos y la envidia hacen estragos en las personas y esta no era la excepción. Una tormenta se avecinaba, a la vida de dos seres que solo desean amor.
necesitas buscar a Dios