En esta versión, mí primera historia, "La herencia de la abuela", se explica desde los ojos de Max, explicando algunos interrogantes inconclusos
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capitulo 7: "La asistente social”
Todo había surgido según el plan, Herminia había aceptado apoyar la propuesta de Camila y Max se sentía muy a gusto viendo a su esposa tan feliz, más aún, sabiendo que él había ayudado en ese estado.
Tenía que admitir que a medida que escuchaba la idea de Camí, más la admiraba, ¡Es un amor de mujer!, se dijo.
Ya estaban de salida, colocándose los abrigos cuando alguien entraba... ¡Maldición! ¡Era Ingrid!.
Hacía mucho tiempo que no la veía, pero seguía siendo tan bella como siempre, rubia, alta y esbelta.
Entro a paso firme y altanera, muy segura de si, no sabía cómo reaccionaria, no quería dar la impresión, ante su esposa, que seguía interesado en ella. Aunque su matrimonio era una mentira, sus sentimientos no lo eran, y si había alguna oportunidad entre Camí y él, no la quería perder por esto. De igual manera, su esposa lo sorprendió tomándole la mano, cómo... ¿Marcando territorio? ¿Sería esto posible?
-Hola, Ingrid ¿Cómo estás?- pregunto Camila.
-Muy bien.- respondió la mujer, pero luego lo miro a él -Max, tanto tiempo ¿Qué hacéis aquí?-
Eso sí había sido inapropiado y provocador, sobre todo para su esposa, ¿Qué pretendía su exesposa ahora?. Sabía que ellas se conocían de la oficina, porque Ingrid se hacía cargo de las acciones de Mini, pero de seguro esto fue a propósito.
-Solo hemos venido de visitas, pero ya nos vamos...- respondió Max disfrutado -Un placer verte...- continuo y se llevó a su esposa lo más rápido que pudo de la mano.
Para antes de navidad, Max había vuelto a viajar un par de días, noto que Camila estuvo muy ocupada con todo lo su proyecto. A su regreso, su esposa lo recibió con la noticia de que lo habían aceptado. Se puso muy feliz, pero no había mucho tiempo para festejos, ya que, cuánto se casaron le dijeron que enviarían a alguien del juzgado para constatar de que su matrimonio sea real. Así que por esas fechas, cuando uno no estaba en casa, el otro sí.
Por esta situación, Max, había decidido ejercitarse en su casa para aumentar su masa muscular, solo era temporal. Justo estaba haciendo pesas, cuando su teléfono sonó, una mujer preguntaba si se encontraba en casa, ya que se presentaría. Claro que dijo que si, pero una vez que colgó, miro a su al rededor y vio que jamás había colocado los retratos de la boda, cómo prueba.
Rápidamente, fue hacia el cuarto de Camí y los busco entre los cajones, no quería husmear entre las cosas de la chica, pero esto urgía. Los encuentro en una caja llena de papeles. Rápido quito las fotografías de algunos restos y las suplantó por estas Las desparramó por todo el lugar. Luego, no había tiempo para duchas, pero trato de quedar lo mejor presentable posible.
El portero eléctrico, por esta vez, funcionó, así que le dijo que suba y le abrió.
-¿Máximo Krueger?, buenas tardes, soy Irene y me han enviado del juzgado.- se presentó la mujer.
-Mucho gusto, la estábamos esperando.- respondió él -Pero por favor, pase.-
La mujer comenzó a recorrer con la mirada todo.
-Mi esposa está en la oficina...- explico -Pero ya estará al caer.- continuo mirando si reloj de muñeca.
-Oh, claro, entiendo.-
-Pero, pase, pónganse cómoda... ¿Desea café, té...?- pregunto el muchacho.
-Si, me encantaría.- respondió la mujer sentándose -Pero preferiría comenzar con la encuesta cuando llegue...- y miro los papeles -Camila.-
-Si, sí.- dijo él y noto que la mujer estiraba el cuello para ver hacia adentro -Puedo... hacerle un recorrido por el departamento, sí lo desea, aunque no es muy grande.-
-Acepto su propuesta.- respondió Irene con una sonrisa.
Así que la llevo por el pasillo. Le enseño en donde estaba el baño, la cocina, el comedor, las habitaciones, la de Camí, la presento como matrimonial, Irene quedó observando un momento. La de él la presento como de huésped, pero esta vez la señora, miro detenidamente todo y frunció el ceño... Algo que a Max, lo puso nervioso.
Después de esto si, la llevo de nuevo hacia el living en donde la abandonó por un momento para hacer los tés. Cuando regreso sintió el ruido de la puerta, se apresuró en ir a saludar a Camí, para que no se sorprenda, no había tenido tiempo de informarle.
-¿Ya estáis aquí? "Cariño”.- dijo abriendo los ojos para que ella se dé cuenta y le beso los labios.
Esto tomo por sorpresa a la chica, pero reaccionó al instante.
-Ah, sí...- respondió divagando -Lamento la tardanza, mucho trabajo hoy.-
-Ella es Irene, la asistente... Cariño.- se apresuró en informar Max.
-Claro, mucho gusto.- la saludo Camí.
Todos tomaron asiento en la sala y rápidamente, la mujer, procedió a comenzar fin la encuesta.
-¿Cómo ha ido todo en este tiempo?- pregunto.
-¡Bien!- respondieron a dúo e Irene los quedó viendo.
¡Demonios!, ya empezaron mal.
-Tranquilos...- continuo Camí, para mejorar la situación.
-Y muy enamorados.- aporto Max, pero estuvo muy sobreactuado. Ambos se miraron, ¿Qué le estaba sucediendo? Él era profesional.
-En el recorrido vi dos habitaciones.- comento la mujer y Camí lo miro abriendo los ojos.
-Le he enseñado la casa, mientras te esperábamos, cariño- le explico.
-¿En qué habitación duermen?- pregunto ahora, pero... Si él le había dicho, se ve que no fue creíble, ¡Estos nervios! -Ambas parecen habitadas. ¿En la otra quien se hospeda?-
-¡Nadie!- respondieron exaltados.
¡¿Qué carajos?! ¿Tan mal actor era que ni a esta mujer engañaba?
¿Y ahora que harían?
-Dormimos en el cuarto que le pertenecía a mí abuela, el de la derecha.- intento explicar Max, pero la mujer parecía que seguía sin creerles.
-En el de la izquierda duerme mí esposo, solo cuando se lo merece.- intervino Camila.
Al parecer Irene es una señora muy desconfiada, seguía viéndolos con el ceño fruncido.
-Que extraño, no imagino a unos recién casados peleando. Se supone que están muy enamorados.- opino la mujer.
Esto ya lo estaba poniendo de mal humor...
-La verdad...- dijo Camí y él la miro -Es que nos casamos muy enamorados, si, por supuesto. Pero tal vez muy pronto... Y quizás, también por eso, en ocasiones hay intercambio de opiniones...- y tomo la mano de Max -Aunque no por eso dejamos de amarnos. ¿No es así, cariño?-
La naturalidad de Camí al hablar era tan real que Max no podía dejar de verla con admiración, algo que percibió Irene, quien Sonrió y acepto que estaban en lo cierto.
Luego de un par de preguntas más, la mujer se retiró muy conforme.
Al cerrar la puerta Camí, se miraron y disputaron.
-Creo que salió bien.- comento Max aliviado, mientras chocaban sus manos en modo de festejo -Al parecer, tenéis dotes de actriz.- bromeo, admitía que todo había sido gracias a Camí.
-Tal vez si lo de "Le Rose” no funciona, ya que de que puedo trabajar.- río ella.
Max comenzó a reír y fue hacia la cocina, para ver si podía preparar algo para comer, tanta tensión le dio hambre, aunque pudo percatarse de que su esposa lo observaba marchar.