"Y si alguna vez te lastimé, sabes que también me lastimé a mí mismo. No estoy tratando de ser cualquier tipo de hombre, solo intento ser alguien a quien puedas amar, confiar y comprender."
©AuraScript
NovelToon tiene autorización de @AuraScript para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Deuda
...1 año después......
Cada mañana era la misma rutina. Me levantaba temprano, más por costumbre que por necesidad, y caminaba lentamente hacia la ventana. Las primeras luces del amanecer apenas comenzaban a teñir el cielo de un gris pálido. Miré la pantalla de mi teléfono, donde una foto de Eleanor y yo sonreíamos, ella aferrada a mi cuello. Me quedé mirando esa imagen por varios minutos, la nostalgia apretando mi pecho. Esa sonrisa se sentía como una mentira ahora, una burla cruel de tiempos que nunca volverán.
Intenté llamarla para saber de Summer, pero como siempre, no hubo respuesta. Ya no tenía la custodia de mi hija. Ese vacío era un pozo sin fondo que tragaba cualquier vestigio de alegría. Suspiré, sintiendo el peso de la impotencia aplastándome.
Caminé hacia un cajón en la esquina de la habitación y saqué la botella de antidepresivos. Ni siquiera estos parecían ayudarme ya. Tomé una pastilla y la tragué sin agua, la amargura de la medicina dejando un regusto metálico en mi boca. Me acerqué al espejo, una rareza en mi apartamento. Pensé que había tirado todos los espejos, pero este sobrevivió de alguna manera.
Mi reflejo era una imagen extraña, me pregunté cuándo fue la última vez que me reconocí en ese rostro, la soledad era una vieja conocida ahora. Mi vida se había convertido en una serie de días idénticos, cada uno más vacío que el anterior.
El trabajo era lo único que me mantenía en marcha. En el ámbito laboral, había encontrado un escape, una manera de enfocar mi mente en algo más que el dolor constante. Había subido en la jerarquía, ganando respeto y responsabilidades, pero eso no llenaba el vacío.
Por las noches, cuando el silencio se volvía insoportable, me encontraba revisando viejos mensajes y fotos, buscando algún consuelo en recuerdos que solo me traían más tristeza. Cada intento de contactar a Summer era una puñalada, cada llamada no respondida una confirmación de mi fracaso como padre.
Mi casa se sentía cada vez más como una celda. El aislamiento me consumía, y me preguntaba cuánto más podría soportar esta existencia sin sentido.
Había dejado de intentar encontrar la felicidad. Ahora solo buscaba maneras de hacer que el dolor fuera más manejable, de encontrar algún propósito en la monotonía de mi vida. Miré mi reflejo una última vez antes de apartar la mirada, incapaz de soportar la vista de mi propio fracaso.
Cada día era una batalla silenciosa contra la desesperación, y aunque sabía que el futuro no prometía alivio, me aferraba a la pequeña esperanza de que, algún día, algo cambiara.
Ha pasado un año desde todo lo ocurrido. Al mirar a mi alrededor, noto que mi casa está en mejores condiciones. Los muebles son nuevos, las paredes limpias, todo organizado. Sin embargo, por dentro, sigo siendo el mismo desastre. Me dirijo a la cocina y tomo un gran sorbo de una botella de whisky de la alacena. El líquido ardiente me quema la garganta, pero la sensación es casi reconfortante. Devuelvo la botella a su lugar y trato de guiar mis pensamientos a otro lado, intentando evitar sentirme tan patético.
Hoy no tengo que trabajar. Es jueves y el sol apenas comienza a asomarse. Me permito unos momentos de silencio, disfrutando de la tranquilidad antes de que el día comience realmente. De repente, escucho un fuerte golpe en la puerta. Me giro, sorprendido, y me dirijo hacia la entrada.
—¿Quién es?— pregunto, con la voz llena de irritación. Del otro lado solo escucho una respiración pesada.
Abro la puerta, dispuesto a soltar una maldición, pero las palabras se quedan atrapadas en mi garganta al ver quién está ahí. Terry. No podía creerlo. Estaba lastimado y sangrando, una bala incrustada en su hombro.
—Tú,— digo fríamente, sin emoción.
—Damien,— dijo, como si nos hubiéramos visto ayer, su tono igual de plano y desapegado.
—No pienso ayudarte esta vez,— le digo, intentando cerrar la puerta.
Pero al verlo ahí, sangrando y en evidente necesidad, no puedo simplemente dejarlo. Suspiro y me resigno, abriendo la puerta de par en par para que entre.
—Cierra la puerta,— dice Terry mientras se tambalea hacia el sofá, dejando un rastro de sangre.
—¿Qué demonios te ha pasado?— pregunto, aunque ya sé que no obtendré una respuesta directa.
—Algo,— dice él, sin más explicación.
—Siempre tan elocuente,— respondo sarcásticamente, mientras voy a buscar el botiquín de primeros auxilios. —¿Y ahora qué?—
—Ahora, me curas,— dice, como si fuera lo más normal del mundo.
Me acerco con el botiquín y empiezo a trabajar en su herida. No puedo evitar notar la ausencia de cualquier reacción de dolor en su rostro.
—¿No te duele?— pregunto, mientras limpio la herida.
—Tengo una alta tolerancia al dolor,— responde sin inmutarse.
—¿Eso es todo?— insisto, intentando entender cómo puede ser tan indiferente.
—Eso es todo lo que necesitas saber,— dice, cortante.
Termino de curar su herida en silencio. Terry se recuesta en el sofá, sin agradecer, sin mostrar ningún signo de alivio o gratitud.
—¿Qué piensas hacer ahora?— le pregunto, sintiendo que estoy hablando con una pared.
—Descansar,— dice, cerrando los ojos.
—Sabes, eres un verdadero hijo de puta,— le digo, sin ningún tipo de ira, solo una fría declaración.
—Lo sé,— responde él, sin abrir los ojos.
Me levanto y me dirijo hacia la ventana, necesitaba aire, necesitaba algo que me distrajera de la realidad absurda de mi vida. Terry había vuelto a irrumpir en mi mundo, trayendo consigo su caos y su indiferencia. Pero esta vez, sentía que algo había cambiado. Tal vez era yo. Tal vez era él. O tal vez, simplemente, el mundo seguía su curso implacable.
—Terry,— digo finalmente, sin girarme para mirarlo, —¿Por qué sigues viniendo aquí?—
—Porque me debes,— dice él, su voz un susurro apenas audible.
—¿Y qué se supone que te debo?— pregunto, más para mí mismo que para él.
—Eso tendrás que descubrirlo,— responde él, y por primera vez, siento una chispa de algo en su voz. Algo que podría ser emoción, o simplemente otro reflejo vacío.
Me quedo ahí, mirando por la ventana, mientras Terry se queda en el sofá. El amanecer trae consigo un nuevo día.
w(°o°)w impactada, vida difícil la de Terry :(
pero al final si la encontré, los milagros existen 🙏🏾😭
te trataba como una cucaracha con kk y tú todavía eres dependiente a el
patético