Como hermano del antiguo rey, no había heredado ni siquiera una cualidad mágica. No obstante, su nivel de inteligencia lo llevó a ser asignado como el capitán del escuadrón de espías encargado de recopilar información contra un emperador enemigo. Esperando que aquella misión fuera su retirada, jamás pensó que le terminaría quitando la virginidad a una joven mujer. Así mismo se sorprendió al saber por parte del rey, que habían pedido su mano en matrimonio. Resultando que su futura esposa sería aquella chica de 20 años que desvirgó e hija del emperador enemigo.
“¿Es qué acaso no podré retirarme tranquilo” pensó con pesar.
“Esposo, ¡Me gusta que seas mayor! ¡Quiero ser tuya para siempre!” expresó su prometida.
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CAPÍTULO 15
Sin entender eso último, el rey le dio una pequeña palmada en su cabecita, mientras era escoltada por varias doncellas con cara de confusión. Aquello hizo que a Somnus le costara aguantar la risa, no podía discernir la realidad de aquella situación surrealista con Abril.
Una vez se aseguró de que la princesa estuviera lejos, ordenó llamar a Gladiolus, puesto que ambos tenían una conversación pendiente. Así que, mientras el hechicero iba a su encuentro, tomó a escondidas el trozo de la última galleta que Abril dejó sin acabar.
—Así que estos labios ahora son de mi tio—dijo en un susurro una vez la sirvienta se fue—me pregunto si ya se habrán besado.
Aprovechando que nadie estaba alli, se untó la crema de la galleta como si fuera lubricante de labios y lamió con suavidad, hasta luego pasar la lengua donde Abril había mordido.
Cerrando un poco sus ojos, deleitándose ante tal dulzura, sintió como poco a poco los latidos de su corazón aumentaba. Imágenes de Abril besando a su tío, mientras este la hacía suya, teniéndola bajo el dominio de su fornido cuerpo, hizo que su entrepierna se endureciera.
—¿Por qué Erin no puede tener la dulzura de Abril?—se preguntó así mismo mientras se comía la galleta—de pronto mi matrimonio con ella fuera más ameno teniendo un corazón así de dócil.
Borrando todo acto de sus fantasías con su tío y posiblemente futura tía, tomó un poco del té nuevo que había dejado la sirvienta y dejó que Gladiolus entrara a su despacho.
—Cuando me dijiste que la segunda persona que traerías del palacio imperial, sería importante para mí, jamás pensé que fuera la madre de mi futura tía—le dijo una vez el hechicero se reverenció—toma asiento.
—¡Muchas gracias, su Majestad!—respondió Gladiolus sentándose donde antes había estado Abril—¿Lo notó, no? Las marcas en sus ojos.
—Si, las noté—expresó—la señal de ser la madre de la futura gran emperatriz...progenitora de la mujer que está destinada a quitarme también mi reino.
—El destino es cruel, mi rey—dijo de manera sincera—no obstante, su corazón no irá en contra de Abril, por más que sea la destina de arrebatarle todo.
—Te aprovechas de mí para que te ayude, nada más porque adoro a mi tío, perro miserable—espetó—dile a los espíritus que no iré en contra de Abril, pero no me quedaré de brazos cruzados, ella no será la dueña de mi trono.
El corazón de Somnus estaba en un dilema; sin embargo, estaba consciente de la clara relación que había entre su reino y el imperio. Su reino no era más que un territorio rebelde que se independizó del imperio hacía quinientos años, por lo que, en teoría, si bien era independiente, aun seguía siendo un dominio “robado” del imperio y por tanto Abril podía reclamarlo.
Suspirando con pesadez, agachó la cabeza. No quería entregar su reino, sus padres murieron para protegerlo, casi pierde a su tío por eso; sin embargo, si bien ayudar a Abril podía hacer que el peligro del emperador dejara de existir, también hacía que estuviera entre la espada y la pared porque no quería a Abril como enemiga en un futuro.
—Todos los territorios, tanto del imperio como rebeldes, volverán bajo el dominio del portador del sello imperial—le aclaró Gladiolus—es solo cuestión de tiempo para que usted también abdique, rey Somnus. Eso será lo mejor para todos y para el pueblo también.
Luego de hablar unos minutos más, el rey volvió a quedarse solo en su despacho. Poco a poco comenzó a mover sus piernas con nerviosismo. Si tan solo no hubiera visto los ojos de Genevieve, tal vez la impresión hubiera sido menos.
Puesto que, una antigua profecía decía que, la madre de la primera reina mujer, llevaría en sus ojos las estelas de su verdadero poder de cuando la tuvo en su vientre. Por lo que había confirmado que la llegada de Abril, más que ayuda, también significaría el fin de su reinado.
Sintiendo un fuerte dolor de cabeza, Somnus decidió tomar una pequeña siesta para descansar un rato y reponerse de la preocupación que tuvo por pensar que su tío había muerto. Más que un tío o padre, Elwin era, como su hermano, su otra mitad, el que por mucho tiempo había sido la adoración de un pequeño príncipe huérfano quien se enfrentaba a tan corta edad a las intrigas por sacarlo del trono.
