Los primogénitos de Luriel y Anahí deberán tomar decisiones que afectan a sus corazones y a las leyes de su pueblo. El amor en la Aldea representa el vínculo que los une y los protege de todo el mal que los acecha. Podrán prevalecer sus corazones para mantener la paz o deberán elegir sacrificar el amor por la Aldea.
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Lo que tiene preparado Tupá
- Abuelo, - Adrián entraba a la oficina del juez – prepárate que el Cacique te invita a cenar con su familia… vinimos a buscarte con Karai
- ¿Y tú hermana…? – se preocupó
- Se quedó con mi madre, mi abuela y mis hermanas en una reunión de mujeres – dijo riendo Karai – tal vez usted me pueda explicar ¿qué significa eso?
- Huyyy muchacho – no pudo evitar reír – tengo más de 80 años… y nunca me he atrevido a averiguarlo… - le palmeó la espalda – creo que hablan de nosotros… así que cuando ellas salen de la reunión, presta atención a sus rostros… si sonríen te fue bien… y si están enojadas… corre por tu propio bien…
- Muy sabio consejo abuelo… - no podía parar de reír
- Yo casé a tu abuela… - dijo melancólico – era una muchacha tan bella… tan joven… pero con un espíritu indomable… - volvió a reír – lo único que ella quería era que tu abuelo fuera “de ella”… - sonrieron los tres – tu madre ya fue menos salvaje pero con una astuta inteligencia que me engañó completamente, hasta que vinieron tú y tu hermana a “solucionar” el problema.
- ¿Cuál fue el problema…? – Preguntó Adrián con curiosidad
- Te voy a repetir las palabras de mi padre: “A los 39 años hice el amor por primera vez en mi vida… ella tenía 17 años” – le sonrió a ambos – se embarazó y se casó con su mejor amigo para proteger a mi padre… crecimos con mi padre, pero figurábamos como hijos de Ken…
- Increíble… - musitó asombrado
- Cuando teníamos 5 años – continuó Karai – el concejo de ancianos quería que mi padre se volviera a casar… desde que mi madre lo obligó a besarla como regalo de sus 15 años, no volvió a tocar a otra mujer… tuvo que pelear muchas veces para demostrar su hombría porque se negaba a tomar otra esposa… - el silencio era emocionante – fuimos con mamá a evitar la última pelea… nos presentó como hijos de Luriel y se ofreció a pelear por él con quien quisiera de la aldea… con Guaci fuimos a pelear con ella… ofreció comprar el derecho a casarse con mi padre a cambio de todas sus tierras… y que fuéramos reconocidos como sus hijos… - les sonrió también emocionado – y aceptaron… se casaron en la aldea… y descubrí que nosotros no teníamos el apellido de mi padre… y vinimos con tu abuelo… - le palmeó el brazo al juez – para que solucione nuestro problema… nosotros solo queríamos ser la Familia Tecol…
- No solo son bellas las mujeres de tu familia… - dijo Adrián asombrado – son únicas…
- Por eso estaba esperanzado de que conocieras a Guaci… - dijo el juez sonrojado – en una de esas tenías suerte y ella se fijaba en ti…
- Abuelo… - Adrián abrazó a su abuelo – llegaste tarde como celestino… porque me temo que Iván ya la conquistó…
- Creo que su nieto tiene razón… - dijo Karai ante la cara atónita del juez
- Bueno… - suspiró – siempre pensé que si ese muchacho había tenido tantas desgracias en su vida… tal vez Dios lo estaba preparando para algo especial.
- En realidad has tenido el sueño de emparentarte con la familia de Karai porque los admiras demasiado… - lo vio sonrojarse – pero tu única esperanza es Camila… - se largó a reír a las carcajadas cuando Karai se atragantó y comenzó a toser – Pitá va a ser un excelente candidato… si le llegan a gustar las mayorcitas… tu nieta tiene oportunidad… - dijo mientras que estudiaba el rostro de Karai que se había desencajado al imaginarse esa situación.
- No creo que ese muchacho esté tan loco como para fijarse en tu hermana… - dijo con cierto malhumor – es caprichosa y no hace caso y menos toma conciencia de las consecuencias que provoca…
- Discúlpeme Juez que lo corrija – dijo Karai sin levantar la vista – pero su nieta tiene valor, humildad, empatía y sinceridad… esos son valores poco frecuentes en alguien tan joven como ella. – al levantar el rostro se dio cuenta que lo quedaron mirando y agregó – mejor nos vamos…
Adrián y su abuelo solo asintieron y comenzaron a salir rumbo al auto.
***
La cocina era un caos… entre las risas y la poca habilidad de moverse entre tanta gente, la comida venía siendo todo un desafío, hasta que Iván no soportó más el desorden y comenzó a organizarlo todo.
- Discúlpeme Cacique… - dijo en un momento - ¿realmente sabe cocinar o solo está desperdiciando carne…?
- Bien muchacho – contestó haciéndose el ofendido – demuéstranos como se hace…
Iván se lo quedó mirando unos segundos y luego miró a Mario, quien solo le asintió con una gran sonrisa. Lo estaban probando… por un instante se sucedieron un montón de imágenes de Doña Clotilde en la cocina del orfanato, ella siempre le enseñaba a cocinar para que el día que se fuera de ese lugar, pudiera aprender a preparar alimentos con cualquier cosa disponible…
- Bien… vamos a utilizar lo que ya está cocido… - miró todo a su alrededor – Daniel corta esa carne en trozos pequeños… Pitá… - dijo mirándolo - ayúdame con esos tubérculos cocidos que sobraron del almuerzo… córtalos bien pequeñitos – miró a Mario – Usted puede picar las verduras…
- ¿Y yo que hago…? – Luriel estaba ansioso
- ¿Tiene problemas en ensuciarse las manos? – le preguntó con una sonrisa sarcástica y lo vio negar con la cabeza muy decidido – lávese bien las manos que me va a ayudar a amasar… - y mirando a todos agregó – esas bellas mujeres nos mandaron a cocinar… ¿Quién las quiere defraudar…?
Comenzaron todos a reír, pero cuando vieron que hablaba en serio todos comenzaron a ponerse a trabajar.
En menos de 10 minutos estaban todos enfrascados en sus tareas y aunque no lo podían creer el cacique conocido como el más bravo guerrero de las tribus estaba absorto en amasar siguiendo las indicaciones de ese hombre que manejaba las sartenes salteando verduras y dando indicaciones de como continuar.
Cuando ya solo quedaba organizar la masa, tomo una parte y le mostro como hacerla girar para afinarla hasta dejarlo como un largo cable de medio dedo de grosor, lo corto en pequeños tubos de 3 centímetros y luego les mostro como convertirlos en pequeños tirabuzones…
- Toman el tubo y empujan contra la mesa en forma diagonal… - explicaba mientras les mostraba… - el cacique y yo les hacemos los tubos y ustedes les dan forma…
- ¿Qué están haciendo…? – preguntó Karai asombrado desde la puerta mirando a todos haciendo los tirabuzones y riéndose por las formas que salían que en nada se parecían una a la otra – Ken estaría feliz con ustedes…
- Ustedes también… vengan a ayudar… - dijo Luriel sin poder aguantar la risa cuando el mismo juez se lavó las manos se sentó en la punta de la mesa para tomar un pedazo de la masa y afinarla.
Mientras que seguían todos enfrascados en la masa y riéndose uno del otro, Luriel cruzó miradas con el juez y con Mario y los 3 sonrieron complacidos. Estaban haciendo algo tan cotidiano como cocinar y sin embargo se estaban divirtiendo como nunca. Veía a su nieto y a sus amigos compenetrados pero distendidos. Veía a Iván preparando el salteado con las carnes y tubérculos cortados y condimentándola con diferentes especias… parecía disfrutar lo que estaba haciendo…
Cuando por fin terminaron de armar todos los tirabuzones, el agua para cocinarlos ya estaba lista y ya tenían los pequeños cazos para servirlos…
- Mientras se cocinan, limpiemos todo… - dijo Iván y nadie le discutió, limpiaron la mesa y dejaron todo ordenado…
- ¿Dónde aprendiste a cocinar así…? – dijo Luriel mientras acomodaba los últimos utensilios
- En el orfanato, yo ayudaba a la cocinera… - contestó sonriéndole – me sirvió mucho en el ejército y en mi vida personal…. – señaló la comida y agregó – así no hace falta cuchillos y se puede comer sentado en cualquier parte… incluso en el jardín…
- Maravillosa idea Iván – dijo Mario – ahora a preparar la limonada para todos - dijo señalando a los demás jóvenes… nosotros - se señalaba a él a Luriel y al juez – vamos a invitar a esas damas a sentarse en el jardín para que ustedes las sorprendan…
Apenas salieron de la cocina, Luriel dijo sonriendo
- Juez… no tiene idea del hermoso día que pasamos con sus nietos y sus amigos… - le palmeo la espalda riendo – las mujeres decidieron que debíamos cocinar los hombres… y si no fuera por Iván… seguramente comeríamos carne quemada…
- Es un excelente muchacho… - dijo el juez sonriendo con complicidad – es noble y valiente como pocos… muy necesitado de cariño… y de una familia toda su vida…
- Ya veremos lo que tiene preparado Tupá para él – le contestó Luriel – a veces él cambia todos nuestros planes…