Él solamente debía estar a su lado para protegerla y evitar que cometiera errores que le costarían muy caro. Ahora deberá elegir entre su verdadero ser y la mujer que le hizo sentir cosas que jamás imaginó...
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Estado de ebriedad
Decir que Azael se sentía enojado y frustrado era poco, Adalyn le había hecho pasar un muy mal rato, y para colmo todos los que estaban halla arriba observando habían sido testigos de lo ocurrido, el joven se lamentaba que cuando le tocara regresar más de uno aprovecharía para burlarse de él. Así que durante todo el camino de regreso se mantuvo en silencio, mientras la muchacha llevaba pintada en su rostro una sonrisa radiante llena de satisfacción.
Cuando por fin llegaron a la majestuosa mansión después de un día agotador de compras en el centro comercial. Adalyn llevaba una sonrisa de satisfacción en su rostro, radiante por haber logrado avergonzar a su guardaespaldas una vez más. Se sentía triunfante por haberlo arrastrado a la tienda de lencería, donde había hecho comentarios ingeniosos sobre su papel de niñera.
Mientras subían las escaleras hacia sus respectivas habitaciones, Adalyn se detuvo frente a la puerta de su habitación y se volvió hacia Azael con una chispa traviesa en sus ojos.
-Gracias por acompañarme hoy, Azael- dijo con voz dulce, aunque sabía que eso solo aumentaría la irritación del joven.
Azael apretó los dientes, reprimiendo su irritación
-No hay de qué, señorita - respondió con voz tensa, luchando por mantener la compostura. Se sentía como si estuviera atrapado en un juego del que no podía salir, con Adalyn siempre un paso adelante, disfrutando cada momento de su incomodidad.
Adalyn abrió la puerta de su habitación y entró, dejando a Azael en el pasillo con su propia tormenta de pensamientos. Una vez dentro, se recostó en su cama, dejando escapar una risa suave. Sabía que había cruzado los límites hoy, pero no pudo resistirse a provocar a su siempre serio guardaespaldas. Estaba decidida a encontrar más formas de desafiarlo, solo para ver hasta dónde llegaría su paciencia e intentar que abandonara su puesto de trabajo voluntariamente.
Al día siguiente, la energía de Adalyn era palpable en toda la mansión. Se levantó temprano, llena de entusiasmo por el nuevo plan que había ideado para hacer que Azael pasara un mal rato. Cada paso que daba resonaba con determinación mientras se preparaba para el día que tenía por delante.
A medida que avanzaba el día, su emoción crecía, y apenas podía contener la risa al imaginar la reacción de Azael ante su próxima travesura. Cada vez que lo veía, le lanzaba una mirada traviesa, provocándolo sutilmente y disfrutando cada segundo de su incomodidad.
Finalmente, llegó la hora de la gala en honor a su abuelo. A las siete de la tarde, Adalyn se retiró a su habitación para prepararse. Se sumergió en el proceso de elegir el vestido perfecto, y optó por uno largo y elegante, de un vibrante color rojo que resaltaba su tez y sus curvas con gracia. El vestido estaba adornado con sutiles detalles de encaje que le añadían un toque de sofisticación.
Su cabello decidió llevarlo suelto en suaves ondas que caían delicadamente sobre sus hombros, complementando su aspecto con una diadema de brillantes incrustaciones que añadía un toque de brillo a su mirada traviesa.
El maquillaje lo eligió sencillo, pero elegante, con él hizo resaltar sus ojos y sus labios.
Con el vestido elegido y su cabello perfectamente peinado, Adalyn salió de su habitación, lista para enfrentar la noche y llevar a cabo su plan con una determinación renovada. Sabía que sería una noche inolvidable, tanto para ella como para su guardaespaldas, y estaba ansiosa por ver cómo se desarrollarían los acontecimientos.
Al llegar a la sala, la muchacha miró en todas las direcciones con el fin de encontrar a su guardaespaldas, pero no tuvo suerte, él no se hallaba allí. Preguntó al jefe del grupo de guardaespaldas de su padre y este le dijo que Azael estaría esperándola en uno de los coches que la llevarían a la fiesta.
-¿Cómo así?- indagó Adalyn al entender que Azael no viajaría en el mismo automóvil que ella.
-Por órdenes de su padre, llevará cuatro guardaespaldas- le explicó.
-Pero... ¿Azael va a ir conmigo?- indagó la muchacha desconcertada.
-No. Él irá en el coche detrás del suyo, aunque en la fiesta si se portara como su acompañante- explicó.
-Ok- dijo Adalyn y salió para subirse directamente al automóvil que la llevaría hasta su destino.
Mientras iba de camino, ella se lamentó de que Azael no la hubiera visto, ya que sus primeras intenciones eran cabrearlo por como iba vestida.
Cuando llegaron a su destino, el automóvil se detuvo y la puerta del lado derecho de la muchacha fue abierta desde el exterior, ella bajó tan distraída que no notó que quien le abría la puerta era Azael.
Azael, a pesar de ser el guardaespaldas de Adalyn, iba vestido impecablemente como su acompañante para la gala. Llevaba un elegante traje negro que realzaba su porte atlético y su seriedad habitual. El joven guardaespaldas le extendió el brazo y ella se colgó de él para entrar al salon en su compañía. Y aunque Adalyn intentaba no demostrarlo, no pudo evitar detallar su aspecto más de lo debido, admirando la forma en que el traje se ajustaba a sus músculos y la elegancia con la que llevaba cada movimiento.
La noche transcurrió entre risas y brindis en honor al abuelo de Adalyn, quien recibió el merecido premio con orgullo. Sin embargo, a medida que avanzaba la velada, Adalyn comenzó a beber más de la cuenta, dejándose llevar por la emoción del momento.
Azael observó con creciente preocupación cómo Adalyn se tambaleaba ligeramente, sus palabras comenzaban a ser más incoherentes y su risa más estridente. Decidió intervenir y la instó a retirarse a casa antes de que la situación empeorara.
De regreso a la mansión, Adalyn se aferraba a Azael para mantenerse en pie, riendo sin control mientras él la sostenía con firmeza. Finalmente, llegaron a su habitación y Azael la ayudó a recostarse en la cama, sintiendo cómo ella le acariciaba la mejilla con gestos torpes y cariñosos.
-Azael, eres tan bueno conmigo- murmuró Adalyn con la voz somnolienta- te ves tan lindo con ese traje- murmuró con su mano aún descansando en la mejilla del joven- Sí no fueras tan viejo creo que hasta te besaria- agregó la muchacha en medio de la embriaguez que la embargaba.
Azael hizo una mueca de desagrado, sintiéndose incómodo ante la muestra de afecto de la joven.
-Es mi deber. Descansa, chiquilla malcriada- respondió él con voz suave, retirándose de la habitación una vez que se aseguró de que ella estuviera cómoda.
Mientras cerraba la puerta, Azael suspiró, sintiendo una mezcla de frustración y preocupación. Sabía que la noche aún no había terminado y que tendría que estar atento para asegurarse de que Adalyn estuviera a salvo, incluso si eso significaba soportar sus travesuras y demostraciones de cariño en estado de embriaguez.
Ignorando, o mejor dicho olvidando que desde un plano muy diferente alguien observaba con mucha atención lo que ocurría, esperando el momento exacto para hacer una jugada magistral que podría cambiar no solamente la vida de Adalyn, si no también la del mismo Azael.
fascinada con los personajes de Azael y Adalyn 😍 el amor de los más puros.
Fuerzas malignas trataron de separarlos pero al final perdieron 🤷♀️
Gracias por escribir ✍️ una hermosa historia
Dios la bendiga 🙏 éxitos 🙌
Pero regresó Azael y está vez para quedarse con ella para toda la vida 😍
y cuál es él precio a pagar 🤷♀️