En Mí Habitación

Ya han pasado tres años desde que me quedé en su casa por primera vez a dormir, desde que hicimos el amor sin censura, desde que fui suya y el mío para siempre. Tengo dieciocho años y el veintiuno. Hoy soy mayor de edad y puedo decidir si hacemos formal, dar el paso de nuestra relación a algo más o seguimos así como estamos de novios.

Hoy precisamente hacen tres años desde que me propuso ser su esposa, yo acepté, pero por respeto a mi madre no concerté fecha, así que un día como hoy, quiero hacer honor a mi amor por él y pedirle que sea mi esposo para siempre. En estos tres años mis vemos físicamente los fines de semana, ya que ambos estudiamos, el regreso la universidad, lo que da los viajes y duerme en casa, yo estoy en primer año de psicología.

Mi madre no se opone a que me quedé el fin semana en casa de Liam, no me prohíbe nada ya, dejo de hacerlo luego de que ambos cumpliéramos el primer año juntos. Ella frecuenta poco la casa, solo en ocasiones festivas, fin de año o algún cumpleaños, hemos creado un vínculo sólido entre nuestras familias.

Mi madre cada vez que visita la casa se arregla de más, se le ve un brillo especial en su rostro, pero el padre de Liam ni por enterado se da de que mi madre siente por él, en silencio pero se que lo hace. Yo no le he conocido novio alguno jamás, aunque me ha informado de que he tenido sus romances se negó a llevar un hombre a casa.

Así que deseaba que fuera feliz igual o más que yo con Bastián o con cualquier otro, mientras la tratara bien. Me dolía un poco ver si esfuerzo en vano, pero ella era bella así que estaba segura de que encontraría a alguien para ser feliz y no sentirme tan triste al dar este paso de casarme.

Casarme joven no era un error como decían algunos, al contrario, dejar escapar este amor sí. Por eso luego de comprobarle al mundo que íbamos en serio, me encuentro en casa, sudando a mares en espera de que mi futuro esposo venga a por mí, para ir su casa todo el fin de semana. Como era costumbre llegó a la hora pactada.

Él no conducía era otro de sus traumas posteriores al accidente, siempre lo hacía su chofer Pedro, ya hasta amigos nos hicimos de tantas veces que coincidimos cuando viene a por mí. Liam se bajó del auto y corrió a mis brazos, me levanto mientras lo hacía.

- Te extrañé tanto mi pedacito de cielo, dijo mientras me besaba aún en sus brazos.

Entramos a casa para que saludara a mi madre, luego me fui con él, me tenía una sorpresa hoy y estaba loca por ver si reacción, claro ya ustedes saben en qué consiste, le pediría matrimonio hoy. Llegamos y fuimos corriendo al cuarto, la casa era nuestra como de costumbre así que aprovechamos para saciar nuestra sed de amor mutuo.

Luego aún desnudos fui a por mi mochila y saqué dos cajitas hechas por mí.

- Toma, le dije mientras le daba la mayor.

Me miró algo sorprendido y la abrió. Dentro había una carta.

Para mi amor eterno.

Conocerte fue lo mejor que me sucedió en la vida, te convertiste en mi todo, mi amigo, mi novio, mi amor. Una vez me preguntaron que era para mí un mundo mejor y rápidamente pensé en ti. Un mundo dónde estemos nosotros, amándonos por siempre, puede ser egoísta, pero mi mundo eres tú y sin ti no soy nada.

Luego le agregué un fragmento del poema del autor bajo seudónimo Fragancia de amor.

Quiero caminar contigo, tomados de las manos.

Contemplar cada atardecer, como siempre lo soñamos.

Decirte cuanto te amo, que eres mi felicidad

Mi motivo para continuar, mi locura y mi deidad.

Con ternura sin igual, me has sabido ganar.

Nunca te alejes de mi, nunca te quiero perder.

Yo sin ti podria morir, pues tu eres mi respirar.

Solo tú me sabes comprender y me sabes entender.

Liam me miró emocionado, había lágrimas en sus ojos, lo besé dulcemente y le di la otra cajita, está era más pequeña. Al abrirla había una pequeña galleta de la fortuna, me miró dudando si abrirla o no. Le di consentimiento y lo hizo. Dentro había una pequeña nota.

¡TE CASAS CONMIGO!