Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 3
Ese mismo día Lucía se dispuso a escribir todo lo que recordaba de la novela. Estaba segura de que no iba a interferir en la vida del protagonista y la supuesta "villana", pero tenía que estar segura de lo que haría de ahora en adelante, no quería volver a morir. Y mucho menos siendo tan joven, en su vida pasada había muerto a la edad de veinticinco años, y en esta niña aún no cumplía los dieciocho, no podía darse el lujo de morir nuevamente a tan corta edad. Mientras Escribía sobre lo que se acordaba de la historia original, un párrafo vino a su mente como si de una visión se tratara, en ella contaban que las guerras que el ministro de guerra libraba, se debían a unas rutas de comercio que el imperio vecino quería tomar por la fuerza, en una de las misiones de reconocimiento el ministro es enviado junto con su hermano a pelear y proteger dichas rutas, pero lastimosamente solo vuelve él del viaje y aunque por las hazañas que logra en ese viaje es reconocido, muy poco se habla del dolor que el joven ministro sintió al perder a su hermano. Mientras que Lucía escribía sobre esto, sé detuvo un momento a pensar.
Lucia— No sería malo intentar ganarme la confianza del ministro de esta manera, pero... si le digo que es posible que maten a su hermano en esa expedición, pensaría que estoy loca. Aunque si detengo el ataque contra su hermano, tanto él, como el hermano me deberán su vida. Eso sería muy conveniente... pero para eso debo entrenar, este cuerpo a demás de debilucho se ve muy frágil...
Sin más Lucía guardo sus notas y empezó a entrenar su fuerza de resistencia en la habitación. Ella en su vida pasada era una asesina de la mafia, toda su vida había entrenado su cuerpo y agilidad física, no lo había hecho solo una vez, en los años que llevaba en la familia Vitale lo había hecho varias veces, puesto que en muchas oportunidades la habían dejado al borde de la muerte y tuvo que volver a entrenar su cuerpo. Mientras hacía abdominales en el piso siguió pensando cuál sería la forma más conveniente para ella de acercarse a el ministro Ferreira. Así paso gran parte de su tarde hasta que su padre envió por ella para cenar...
***
La noche paso muy rápido y en cuanto menos lo esperó, un nuevo día llego, y con el, la misma niña que la había despertado el día anterior, Emilia.
— Hermana...
Dijo y sin más salto a la cama, Emilia era una niña de aproximadamente seis años, quien llenaba de alegría a todo su hogar, su madre había fallecido luego de darle a luz es por eso que la protagonista, ósea Dayana, tenía una relación muy, pero muy especial con la niña. Lucía por su parte, al sentir el peso de la niña en su espalda suspiro y volteando a verla dijo.
— Puedes bajar de mi espalda, siento que vas a romperla.
Emilia rápidamente se hizo a un lado y algo apenada dijo.
– Lo siento, es solo que quería saber como estabas...
Lucia miró a la niña y al ver lo tímida que se había puesto, solo se sentó y sacudiendo su flequillo contesto.
— Estoy mejor, ahora vete y prepárate para desayunar con nuestro padre.
La niña asintió y dándole un beso en su mejilla, se despidió y corrió a cambiarse para desayunar en familia.
Lucia se sorprendió por este acto y viendo como la pequeña figura se marchaba del lugar sonrió. Ella jamás había tenido familia y cuando la familia Vitale la adoptó, bueno, ellos solo la querían por sus habilidades y destreza, siempre había sido una relación de negocios y nada más. Una vez sola nuevamente Lucía o mejor dicho, Dayana, se levantó de su cama y alistándose para desayunar en familia, miro su reflejo en el espejo y dijo.
— Muy bien Dayana, a partir de hoy empezaremos a cambiar tu final...
Sin más se terminó de cambiar y salió de la habitación. Una vez llegó al salón, vio a su padre junto con su pequeña hermana, esperando por ella. Cuando tomó asiento su padre le preguntó cómo estaba y luego de una corta conversación, los tres se dirigieron al carruaje, puesto que su padre por fin las llevaría a la capital y les compraría algunos vestidos a ambas, ya que muy pronto sería la fiesta de mayoría de edad del príncipe heredero y aunque su padre era un noble de rango bajo, él tenía una buena fortuna ahorrada para todo lo que sus dos princesas quisieran pedir.
Cuando el barón llego a la capital de Amatista junto con sus hijas, rápidamente se dirigieron a la zona comerciar donde y pasaron por varias tiendas de vestidos buscando el vestido perfecto para Dayana. Emilia por supuesto, era la más emocionada con todo eso, puesto que ella cada vez que su hermana se probaba un vestido la veía cada vez más hermosa. De pronto y como si del destino se tratara, Dayana salió del probador algo cansada ya de probarse tantos vestidos y al enseñárselo a su pequeña hermana, vio ingresar a otra joven a la tienda, esta era Sarah, sonrió puesto que al ver a su villana favorita en persona, para ella fue como ver a uno de sus ídolos. Una vez su hermanita por fin le dijo que ese vestido era el perfecto, ingreso nuevamente al probador para cambiarse y desde allí pudo escuchar como un grupo de jovencitas se empezaron a burlar de Sarah.
— Y díganos señorita ¿Cómo va su relación con el príncipe Heredero? Escuche por mi padre que el príncipe no está nada contento con su compromiso, tal vez cambie de opinión en su fiesta de mayoría de edad al verme...
La joven que hablaba era la hija que otro duque muy importante en el imperio, es por eso que se atrevía a hablarle así a la señorita Sarah. Dayana quien se encontraba escuchando todo, no pudo soportar las burlas hacia su prota favorita y acercándose a ellas dijo.
–Señorita Milton, — dijo llamado la atención de Sarah y sé todas las presentes, se acercó a ella y volvió a hablar — Que bueno que es encontrarla aquí, tenía muchas ganas de conocerla. — Sarah miró a la chica y Dayana volvió a hablar— he oído mucho hablar de su belleza, pero... déjeme decirle que no hay palabras que describan lo hermosa que usted es.
Sarah sonrío algo apenada y devolviéndole el elogio dijo.
— Muchas gracias señorita, es usted muy amable, y también es muy bella.
Dayana sonrió y agregó.
— Creo que mi belleza y la de todas las Señoritas de este imperio quedan opacadas por la suya, el príncipe heredero sí que tiene mucha suerte, además de conseguir una prometida bella también escuche que es muy inteligente.
Sarah miró a Dayana con una sonrisa en sus labios, pero antes de poder decir algo, la señorita del ducado Vermont dijo.
— Qué falta de respeto es esta, ¿es que acaso no vio que estábamos hablando con la señorita Sarah?
Dayana volteó y mirando a la joven dijo.
— Oh... lo siento, no sabía que eso hacía. Solo vi a un grupo de niñas queriendo intimidar a la futura princesa heredera. ¿Me pregunto que pensaría el príncipe y los emperadores si supieran que un miembro de su familia está siendo insultado...?
Dayana vio como la señorita Vermont estaba por explotar de la ira y acercándose más a ella dijo.
— Aún no lo es, además, en ningún momento intimidamos a la señorita Sarah, solamente le hacíamos algunas preguntas...
Lo que nadie sabía era que Sarah había ido a esa tienda junto con su alteza, este había sido obligado por su madre a acompañar a su prometida a la capital y aunque no le hacía mucha gracia la acompaño. Al llegar a la tienda, Sarah le dijo que no tardaría, pero al ver que ella no regresaba ingreso y escuchó atentamente toda la conversación. Cuando Dayana lo vio sonrió y decidió darle una lección a la señorita Vermont.
— Oh entiendo... ¿Pero su pregunta no fueron acerca de lo que el príncipe creía de su compromiso? Y si mal no entendí, también insinuó que usted podría llamar su atención en la fiesta de su cumpleaños ¿Por qué mejor no le preguntamos directamente que opina de todo esto? Muy buenas tardes, alteza.
Dayana se inclinó y al ver esto, todas las Señoritas se voltearon y al encontrase con el príncipe mirándolas seriamente todas bajaron sus miradas y el príncipe preguntó.
— ¿Qué está sucediendo aquí?...
se q la historia ya esta escrita pero tengo un favorito ya
porque le cambio el nombre a Esteban?