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Solo En La Oscuridad

Solo En La Oscuridad

Status: En proceso
Genre:Terror / Intrigante / Demonios / Ángeles / Mitos y leyendas / Leyendas de fantasmas
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: maurennt alberto cerra

Descubrimos con Miguel, a través de diferentes episodios que le ocurrieron en su infancia y adolescencia, por qué le teme a estar solo en la oscuridad

NovelToon tiene autorización de maurennt alberto cerra para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Antes de medianoche

Debian ser más de las 11 pm. Era una apacible noche de junio y aunque era temporada de vacaciones la calle estaba completamente sola. Solo había 4 personas afuera en esa soledad: Miguel, su amiga Julieta, Juana una prima de Julieta que había ido por vacaciones y Julio, amigo de los dos primeros. Había una muy leve brisa meciendo las ramas de los arboles cercanos y la luna brillaba en lo alto del firmamento con las estrellas acompañándola. Hacía mucho que no llovía, dado que no era temporada de lluvias, por lo cual había calor aún con la brisa que acompañaba la noche. Miguel, recostado sobre un árbol enfrente de la terraza de la casa de Julio, miraba embelesado a la prima de Julieta mientras las chicas y Julio estaban sentados frente a él. Ninguno estaba de espaldas a la calle dado que ninguno de ellos gustaba de hacerlo. Un compañero de ellos había sufrido un accidente no hacía mucho por recibir una pedrada (que no iba dirigida hacia él) pero que, de haber estado mirando de frente o de costado hacia la calle, habría podido evadir. Julio miraba en dirección a donde estaban la casa de Julieta y la casa de su abuela mientras que el resto miraban en dirección contraria, hacia la otra esquina de la calle. Se habían reunido desde temprano y charlaron de muchas cosas: como les había ido en sus respectivas clases durante la temporada de estudios, lo que pensaban hacer en esas vacaciones, de lo que iban a hacer juntos en esos días (dado que los 3 eran muy amigos y Julieta debía ser la “anfitriona” de Juana). Habían charlado tan distendidamente, que no habían notado cómo iba pasando el tiempo y tampoco notaron que cada una de las puertas de las casas en la cuadra habían sido cerradas ya. No había una sola alma en esa calle, aparte de ellos mismos, ni siquiera los perros y gatos que acostumbraban a pasar seguido por allí, aunque tampoco es que a ellos le importara eso. Estaban tan concentrados en su charla que tampoco notaron aquella pareja que caminaba lentamente hacia ellos desde la esquina más lejana de la calle; solo los alcanzaron a notar hasta cuando estuvieron lo suficientemente cerca para verlos con claridad: una mujer de estatura mediana y un niño de alrededor de unos 10 años. Juana los notó primero: venían mirando hacia ambos lados de la calle, mirando las casas una a una. Las miraban atentamente, como si estuviesen mirando los números de la casa. Juana sin embargo no se inmutó. Como no se había percatado de la hora, no le prestó mayor atención a la pareja caminando. Cuando estuvieron más cerca, Julieta y Julio los vieron también. Iban ambos vestidos de blanco y parecían perdidos, como buscando alguna dirección. Los miraron fijamente mientras Miguel los miraba extrañados a ellos. Julio se levantó y le preguntó a la mujer si estaba perdida. Ella asintió: estaba buscando la dirección de una casa que debía visitar, pero no lograba encontrarla, además de que ella no conocía el barrio porque hacía mucho que no visitaba la ciudad. Él se comprometió a ayudarla, aunque no reconoció la dirección escrita en el pedazo de papel. Llamó a Julieta para que se acercara y le diera un vistazo por lo que esta se acercó. Mientras, Miguel y Juana los miraban atentamente. Juana miraba lo impecable de la ropa de la mujer y el niño. Sus trajes se veían supremamente limpios, como si fuesen nuevos. Además, se veían como si los acabaran de planchar. Miguel se limitaba a mirar a sus amigos, sin decir nada. Después de unos cuantos segundos de ojear el pedazo de papel se atrevieron a darle las respectivas indicaciones. La mujer les dirigió una sonrisa, les dio las gracias y se marchó, tomando del brazo al pequeño. Miguel no se cansaba de mirar a Julio y a Julieta. No entendía lo que acababa de pasar. Había visto a Julio caminar hacia la mitad de la calle, detenerse luego y hablar solo por unos segundos; y después a Julieta que se le unía cuando Julio la llamó. Ellos insistían que le estaban tratando de ayudar a la señora que estaba con el niño buscando una dirección, pero Miguel aseguraba que solo los había visto a ellos dos charlando entre sí. Juana, por su parte, aseguraba que la señora y el niño en efecto estuvieron allí hablando con Julio y Julieta, y que se habían ido caminando después de ellos darle indicaciones. Los tres pensaron que Miguel estaba jugándoles una broma, hasta que miraron su cara de incredulidad ante lo que ellos le decían. aunque, lo que más les asustó fue que mientras veían la cara de Miguel escuchaban, muy suavemente, el reloj cucú que había en la sala de la casa de Julio, y que en ese preciso momento daba las doce campanadas de medianoche…

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Alex
Me ha atrapado tu historia, exactamente tu manera de narrar los hechos.
Maurennt A. Cerra S.: gracias, me alegra que le guste!
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Mít ướt
Me encanta tu forma de escribir
Maurennt A. Cerra S.: me alegra que te guste, aunque creo que puedo seguir mejorando! espero sigas leyendo la obra ya que trataré de subir al menos un capítulo diario
total 1 replies
Raquel Sanchez
Excelente, creo que corrí junto a Miguel.
Maurennt A. Cerra S.: jejejejeje, pues la idea es que alcances a sumergirte dentro del texto... cualquier comentario para mejorar es bienvenido!
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