Siendo Esa Princesa

El resplandor del sol golpeando su rostro hizo que Diana tuviera que cubrirse el rostro con las palmas.

Esa fue la primera impresión que sintió cuando disfrutaba de su soledad en el balcón de su nueva habitación, que recientemente se había convertido en su lugar más cómodo para descansar mientras se encontraba varada en este país en medio de la nada.

El canto de los pájaros que juegan en las ramas de los árboles suena relajante. La ligera brisa hizo que las lágrimas de la niña volvieran a brotar.

Sí, extraña su hogar. Diana sólo quería volver a casa. No importa cuán lujoso sea el lugar en el que vive ahora, su sencilla casa sigue siendo su principal destino al regresar a casa.

Al menos, en su pequeña casa todavía quedan montones de recuerdos de sus padres en cada rincón. ¿Mientras está aquí? No tenía nada a qué aferrarse para aliviar parte de la ansiedad que ardía en su interior.

-Extraño mi hogar...- susurró, sonriendo amargamente a los pequeños pájaros que estaban ocupados charlando en las ramas del árbol.

Que celosa estaba Diana al ver esos animalitos. Pueden volar libremente a cualquier lugar sin cargas. No es que tenga que vivir en una jaula de oro quién sabe cuánto tiempo.

-Su Majestad- Al escuchar el saludo de Mulanie, que acababa de llegar, Diana se secó apresuradamente las lágrimas.

Mientras tanto, Mulanie sólo podía mirar con lástima. De hecho, había estado en esa habitación durante bastante tiempo.

Sin embargo, tal vez porque Diana estaba demasiada concentrada en soñar despierta, que no notó la presencia de Mulanie.

-Lanie, ¿cuándo entraste?- Diana preguntó casualmente. Ella sonrió. Intentó confirmar que estaba bien.

-¡Justo ahora, Su Majestad!- respondió Mulanie.

-¿Por qué tienes los ojos hinchados otra vez?

Diana se frotó los ojos.

-No importa- Ella sonrió. Un arma defensiva que instaló para ocultar la herida.

-¿Extrañas tu hogar?- Preguntó Mulanie en voz baja.

Diana se mordió el labio inferior. ¿Debería responder honestamente?

-Sí un poco.

-¿No te gusta estar aquí?- La chica de cabello castaño negó con la cabeza.

-No- respondió con voz ronca.

Mulanie respiró hondo.

De repente, la niña abrazó a Diana mientras le daba una palmada en la espalda a la Reina.

-¡Aguante, Su Majestad! Sé que es una mujer fuerte- Una vez más, la claridad goteó de los hermosos ojos de Diana.

No pudo contener su emoción cuando Mulanie le ofreció apoyo a quien ya no lo tenía. No importa en qué parte del mundo se encuentre, siempre está sola.

-No me siento como en casa aquí, Lanie. Yo... ¡sólo quiero ir a casa!- susurró entre lágrimas.

Después de sentirse un poco más tranquila, Diana finalmente se preparó para comenzar el día. Mulanie le ayudó minuciosamente a vestirse y arreglarse.

Poco a poco Diana se fue acostumbrando a su nueva rutina. Si en la vida real rara vez se viste elegante, en este mundo está cubierta de maquillaje durante casi 24 horas, lo que a Diana le resulta incómodo.

Sin embargo, ¿qué puede decir?

Ella tampoco pudo negarse.

-¿Quiere salir a caminar, Su Majestad?- preguntó Mulanie, con la intención de consolar a Diana.

-¿A donde?

-A la plaza de la ciudad. Hoy hay un festival que celebra el aniversario de la capital, Berna.

-¿En serio?- Los hermosos ojos de Diana se iluminaron de repente.

La bella mujer sonrió ampliamente. Rápidamente abrió el cajón de su tocador. Tomando algunas gemas y luego poniéndolas en una bolsa de tela antes de levantarse y tirar del brazo de Mulanie a medio correr.

-Su Majestad, no corra tan de prisa- dijo Mulanie, a quien le costaba un poco seguir los pasos de Diana.

-¡Date prisa, Lanie! ¡No puedo esperar a ver el evento en la ciudad!- respondió sin importarle el estado ligeramente angustiado de Mulanie.

-¡Pero primero tenemos que pedir permiso a Su Majestad el Emperador!- Los pasos de Diana se detuvieron de repente.

La mujer que llevaba un vestido azul claro con una cinta decorativa en el cuello resopló con dureza y puso los ojos en blanco avergonzada.

Era demasiado vago para lidiar con ese nombre. De hecho, si es posible, le gustaría experimentar pérdida de memoria para ya no saber nada sobre Ashlan.

-¿Tengo que?- preguntó.

Mulanie asintió y Diana suspiró con resignación. Con pasos irritantes y espasmódicos, caminó hacia el lado del palacio donde estaba Ashlan. Mulanie, que la seguía desde atrás, pareció sacudir la cabeza con resignación.

Parece que el carácter y la actitud de Diana serán muy difíciles de cambiar.

-¡Reina!- dijo el caballero Bennett, quien se topó con Diana justo en frente de la puerta del dormitorio de Ashlan.

-¿Ashlan está ahí?- El Caballero Bennett abrió mucho los ojos mientras Mulanie se atragantaba con su propia saliva cuando escuchó a Diana llamar a Ashlan sin ningún lujo, Su Majestad el Emperador.

Mientras tanto, quienes lo escucharon parecían confundidos ante las expresiones de las dos personas.

Sin embargo, en la siguiente fracción de segundo comprendió qué hizo que el caballero Bennett y Mulanie expresaran esa expresión. Inmediatamente, Ja corrigió sus palabras.

-Lo siento, quiero decir, ¿está Su Majestad ahí?- el caballero Bennett se despertó de su ensoñación e inmediatamente respondió:

-Sí. ¡Por favor, entre, Reina!- dijo con agrado.

Diana negó con la cabeza.

-Sólo estoy aquí. Pero, ¿puedo pedir ayuda?- preguntó esperanzada.

-¿Solicitar qué, Su Majestad?

-Dígale a Su Majestad el Emperador que quiero dar un paseo con Mulanie hasta la plaza del pueblo

-¿Sola?- Preguntó el caballero Bennett dubitativo.

Diana asintió.

-¡Será mejor que lo diga usted misma, Su Majestad!- sugirió el caballero Bennet.

Diana volvió a negar con la cabeza.

-No quiero verlo.

-Pero...

-Alarick...- Diana inmediatamente agarró la mano del hombre y la apretó con fuerza.

-Por favor, ayúdame. Sólo por esta vez- suplicó esperanzada.

Hubo un sentimiento diferente en el corazón del Caballero Bennett cuando la suave mano de la Reina apretó su hombro con fuerza.

Hubo un extraño latido que lentamente penetró en su pecho. Sus ojos no podían dejar de mirar los delgados dedos que tocaban los suyos.

-¡Está bien! la ayudaré- dijo nerviosamente mientras retiraba con fuerza su mano antes de que el sentimiento prohibido realmente creciera.

Diana sonrió feliz. No demasiado sensible a la condición del caballero Bennett a pesar de que la cara del hombre estaba un poco roja.

Lo único que pensaba era en querer llegar a la plaza y divertirse allí. No pasó mucho tiempo hasta que el caballero Bennett apareció nuevamente detrás de la puerta del dormitorio.

Y, sin pensarlo, Diana rápidamente se acercó con una mirada llena de esperanza.

-Su Majestad lo permite siempre que usted y Mulanie estén escoltadas por varios Caballeros- dijo el Caballero Bernnett.

-Tsk, ¿por qué tiene que ser así de todos modos?- Diana se rió entre dientes con los labios fruncidos.

Sin darse cuenta, el Caballero Bennett sonrió ante el comportamiento molesto de la Reina.

-¡Esa es la regla, Reina! Depende de usted si lo acepta o no- respondió mientras se encogía de hombros.

Al no tener otra opción, Diana siguió las órdenes de Ashlan. Entonces se fue con Mulanie vistiendo una túnica y acompañado por 4 Caballeros bajo el mando del Caballero Bennett.

-Entre la Reina y sus sirvientes, ¿cuál logró hacerte sonreír toda la mañana, Rick?- Ashlan le preguntó al Caballero Bennett mientras observaba la atmósfera de celebración desde lo alto de un edificio de tres pisos.

Sí, este hombre participó en la observación de la celebración de hoy para poder monitorear el progreso del evento.

No quería que nada malo pasará, especialmente porque la Reina también está ahí abajo con el resto del pueblo.

Varios caballeros de las sombras se habían dispersado por todos los rincones de la ciudad. Informar periódicamente a Ashlan sobre las condiciones del pueblo y espíar las actividades de la Reina.

Diana en realidad no hizo muchas cosas.

La mujer sólo compró unas rebanadas de pan y unas botellas de leche para repartir entre los niños pobres que aún estaban dispersos en las pequeñas callejuelas de la ciudad.

También intercambió deliberadamente algunas de las joyas que trajo por varios sacos de trigo para distribuir entre las familias pobres y que pudieran compartir el ambiente feliz de la celebración.

Mulanie, al ver esto, quedó asombrada. Pensó que Diana había traído algunas joyas valiosas a cambio de un vestido. Sin embargo, en realidad era para otra razón.

-¿Qué quiere decir, Su Majestad?- preguntó el caballero Bennett mientras miraba a su primo con sentimiento de culpabilidad.

Afortunadamente, estaba detrás de Ashlan para que el hombre no viera la expresión de su rostro.

-¡Sé lo que estás pensando, Rick! Pero, ¿tiene que ser "esa" mujer?- Ashlan preguntó con una sonrisa torcida.

-¿No dijiste que no querías amarla? Entonces, ¿qué pasa si hago eso?

-Rick- gruñó Ashlan.

-¡Lo siento, Su Majestad! Pero no sea demasiado egoísta. Si no quiere amarla, es mejor dejarla ir. Estoy listo para aceptarla con los brazos abiertos.

Un golpe repentino cayó en la mandíbula del caballero Bennett hasta que el hombre cayó al suelo.

La esquina de su rostro estaba sangrando, pero el solo se rió mientras miraba casualmente a Ashlan, quien en cambio la miró con ira ardiente.

-¡No seas cobarde, Ash! Solo admite que te gusta la Reina!

¡BOOM!

Antes de que el caballero Bennett terminara sus palabras, de repente hubo una fuerte explosión. Fue tan fuerte que el edificio ocupado por Ashlan y el Caballeros Bennett también tembló por un momento.

No mucho después, llegó un Caballero e inmediatamente informó con cara de pánico.

-El muro de defensa de la ciudad fue alcanzado por una explosión, Su Majestad. Y muchas víctimas resultaron heridas- informó con cara llena de culpa.

La mente de Ashlan de repente se quedó en blanco. Entonces, de repente recordó a alguien que, según el último informe, estaba jugando con niños justo en frente de la puerta de defensa de la ciudad.

-Diana...- susurró el emperador Ashlan, quien inmediatamente se movió rápidamente hacia donde estaba Diana.