NO SERÉ TU AMANTE

... Olga intenta disfrutar las vacaciones, sin embargo, las miradas, los comentarios, los roses intencionales y los besos robados, no la dejan dormir tranquila. Ella empieza a desear lo mismo que Erick. Se había prohibido recordar lo que sucedió esa noche, pero ahora que está junto a el, que la besa y acaricia en cada oportunidad, se siente confundida respecto a lo que quiere.

La solución que encuentra es irse de ahí, pero cuándo lo intenta la lluvia la detiene, a causa del frío ella se enferma de fiebre. Lo que la obliga a mantenerse en reposo. Braulia le prepara remedios caseros y la cuida cómo a su propia hija. Olga se disculpa por las molestias que está dando, pero Braulia le asegura que no es así. La cuida con gusto.

... En la noche, Braulia y Esteban se van a la ciudad por una llamada de última hora, Max le pide a Erick que cuide a Olga, el quiere escaparse para ver a Brenda, claro que no se lo cuenta a su tío, a él le dice que va por asuntos de trabajo. Cuándo los empleados se van, Erick se mete a la habitación que no es de el.

— ¿Cómo estás?

— Bien. — Erick se acerca y la besa. — Prometiste no besarme. — Dice ella pensando que es Max el que está en su habitación.

— Yo no prometi nada. — Erick se mete a la cama y la abraza.

— Oye, vete. Ésto no está bien.

— No tiene que estar bien. Sólo vamos a disfrutarlo. — El la besa nuevamente, Olga se deja llevar un poco, pero luego lo aleja, su mente se vuelve clara y reconoce a Erick. Por alguna razón se siente más tranquila y ahora es ella quien lo besa. La ropa de ambos sale de la cama y se unen en uno sólo, ella está consiente de lo que hace, pero no le importa nada, mueve sus caderas, gime fuerte y grita que quiere más. Erick no tiene problema en complacerla, ambos pasan la mejor noche de su vida, pero a la mañana siguiente todo cambia. Cuando Olga descubre lo que hizo se siente muy mal, no sólo con Max, también con ella misma. — Buenos días. — Saluda Erick mientras intenta besarla.

— No me toques.

— Anoche no decías lo mismo. — Olga sale de la cama sin responder. — ¿Qué te pasa?

— Vete. No quiero que alguien te vea.

— Mis padre no están, y Max también se fue. Estamos solos.

— Ésto no está bien.

— ¿Por qué haces tanto escándalo? Sólo tuvimos sexo. — Olga se enoja aún más, para ella entregar su cuerpo no es cualquier cosa. Y ya lo ja entregado al mismo hombre dos veces, lo peor de todo es que no lo ha hecho por amor.

— Espero que ahora sí me puedas dejar en paz. — Dice dolida y se mete a bañar. Cuando sale, Erick ya no está. Ella toma sus cosas y baja a la cocina para comer algo, se asoma en el comedor y ve un desayuno muy romántico, ella se emociona pensando que Erick hizo eso para ella, tal vez el la quiere y siente algo más que sólo deseo. De ser así está dispuesta a darle una oportunidad. Esos ingenuos pensamientos pasan por su mente. Pero luego lo ve con otra chica y se siente cómo toda una imbécil. El hambre se le quita y prefiere irse de inmediato. Unas horas después, Max regresa y ve a Erick con su ex novia.

— ¿Se reconciliaron?

— En eso estamos. — Responde la mujer al lado de Erick.

— Me alegro por ustedes. ¿Cómo sigue Olga? ¿Está mejor?

— No se. No ha bajado. — Responde Erick.

— ¿Quién es Olga?

— Sin celos preciosa. Olga es mi novia, y a Erick no le cae bien, tranquila.

— Okay. — Ella guarda la compostura.

— Voy a verla.

— Está bien. — Max sube y toca su puerta, una empleada que va pasando le cuenta que ella se fue hace un rato. Max no entiende nada. Y sus abuelos entienden menos, cuándo vuelven y no la encuentran. Preguntan que le hizo, a lo que esté responde que nada. Braulia y Esteban le exigen que vaya por ella.

... Max necesita aclarar sus dudas, así que la llama. Olga tiene apagado el celular, y cambió su número para no ser contactada por esa familia. No quiere estar involucrada con ellos.

Sin embargo, Max no se da por vencido, va hasta donde ella vive. Para que hablen. Ahí tampoco está, Enrique le cuenta que fue a cerrar algunos negocios, no está seguro de cuándo volverá.

Max regresa al pueblo y se queda en el hotel, pasan unas semanas y por fin puede hablar con ella.

— ¿Por qué te fuiste así? Pensé que me ayudarías.

— Lo siento. Tenía que alejarme.

— ¿Por qué?

— Hay cosas que no te puedo explicar. No me hagas preguntas, busca a otra persona para que te ayude.

— Mis abuelos están encantados contigo. No me dejarán salir con nadie más.

— Ya no me querrás ni cómo amiga.

— ¿Y eso por qué?

— Estoy embarazada.

— ¿Qué? — Max abre la boca. — Pero... Pensé que no tenías novio.

— No tengo, esté bebé es fruto de una aventura. Para ese hombre no soy más que un desahogo. — Olga se pone sensible y unas lágrimas caen de sus ojos. Max la abraza y le limpia sus lágrimas.

— No llores. Le hace mal a nuestro bebé.

— ¿Nuestro?

— Yo quiero ser su papá.

— ¿Qué? — Ahora es Olga quien abre la boca.

— Dices que al padre no le importa. Cásate conmigo, seamos sus padres.

— Estás loco. No me puedes pedir algo así.

— Claro que puedo. Yo nunca tendré hijos con Brenda, y ahora tengo la posibilidad de tener uno con mi mejor amiga.

— ¿Tus padres lo aceptarán?

— ¿Y por qué no? Vamos a decir que es nuestro, podemos engañarlos, ¿Cuántas semanas tienes?

— No estoy segura.

— Podemos decir que tienes cuatro, así pensaran que te deje embarazada en la hacienda.

— ¿Vas a querer a mi hijo?

— Voy a querer a nuestro hijo. — Olga sonríe. — ¿Te casas conmigo?

— Si. Pero no digas que estoy embarazada. Qué lo sepan después de la boda. — De esa manera Erick no sospechará de su paternidad. Ella pensó decirle cuando se enteró, pero tenía miedo de que el le dijera lo mismo que le dijo a la chica del club, y abortar no era una opción, en el momento que supo del bebé, su vida volvió a tener sentido, ahora tendría alguien de quién cuidar, intentaría ser tan buena madre como lo fue la suya.

— Esta bien. — Olga sigue un poco nerviosa. — Oye, quita esa cara, vamos a ser muy felices. Sólo te voy a pedir que me dejes serte infiel con Brenda. Y tener camas separadas, por qué ella me exigió eso.

— ¿Ya hablaste con ella de ésto?

— Si. Hablamos antes de que te fueras. Me costo convencerla, pero lo logré. Así cómo voy a lograr que tú me dejes serte infiel con ella. — Olga se ríe.

— Te doy permiso y acepto lo de las camas.

— Gracias. Eres la mejor esposa del mundo.

— Todavía no soy tu esposa.

— Bueno, serás la mejor esposa del mundo. — Ambos sonríen.