La Niñera De Mi Sobrino

Escuché a esa mujer durante un tiempo indefinido, me costó mucho mantenerme como un hombre íntegro frente a ella, y mantenerme frío y fuerte ante sus palabras que me causaron un impacto y malestar. Está bien que Arthur esté sufriendo por sus padres, yo también estoy sufriendo por mi hermano, mi padre está sufriendo por su hijo, todos estamos sufriendo, encontré su observación un poco pesada en ese momento, porque todos estamos sensibles al dolor.

A veces pienso que no volveremos a ver a Andrei, y eso me atormenta mucho. Todo el tiempo, mis pensamientos me juegan esta mala pasada, y es difícil imaginar algo positivo en estas circunstancias.

— La torpe aquí soy yo. — ella se acercó a mí lentamente. — Me llevo muy bien con Arthur, lo considero como un hijo, y es obvio que quiero lo mejor para él, por eso me preocupo. — Añadió deteniéndose cerca de mí. — ¿Tienes alguna noticia de tu hermano? ¿Algo que puedas decirme para tener un poco de esperanza?

— No, nada, es lo que me está matando. — dije pasando las manos por mi cabello.

Los ojos de Katrina estaban cargados de dolor, y su alma es tan pura y transparente que, aunque intente ocultarlo, eso es lo que se refleja en ella.

— Lo siento mucho, de verdad. No he dejado de incluirlos en mis oraciones. Esta es una situación triste y difícil. — dijo mirándome a los ojos.

— No te disculpes tanto, Katrina, la pérdida de esperanza es comprensible, no puedo juzgarte, porque me siento igual, sin fe y sin esperanza. — comenté. — No confundas la falta de afecto con la falta de emoción, no son lo mismo. Siempre le pido a Dios que Andrei y su esposa regresen, de lo contrario, tendré que asumir todo lo que le corresponde, incluso a mi sobrino. — hablé tristemente.

Ese maldito pensamiento negativo me afectaba de nuevo. Estos días, no he ido a la empresa, trabajo solo desde casa, y estoy al tanto de todo a través de llamadas.

La mujer preocupada frente a mí miró hacia atrás, comprobando lo que estaba haciendo Arthur, y luego volvió su atención hacia mí.

— Deberíamos orar juntos, los dos. Una cadena de oración es más poderosa que una persona orando sola. — sentí sus manos suaves tocar las mías. El contacto de la piel de Katrina con la mía me causó incomodidad, pero aún así apreté su mano. Katrina me abrazó, y no pude contener las lágrimas, mi garganta ardía mientras trataba de contenerlas, pero no pude.

No podía quedarme cerca de esa mujer, mi cuerpo me lo decía, pero mi corazón decía lo contrario. Fui impulsado por una fuerza de voluntad y un deseo incontrolable de sentirla un poco más entre mis brazos, y eso me consumía. Katrina me hizo romper mis propias reglas.

Su conexión me calmaba, había pocas cosas que me calmaban de esa manera, y en los brazos de Katrina, me calmaba aún más. Nuestras miradas se encontraron, me dejé llevar por su compasión y cercanía. Acercamos nuestros rostros el uno al otro, sentí sus labios rozar los míos. Pero una vez más, fuimos interrumpidos.

— Katrina... — llamó Arthur, haciendo que ambos lo miráramos. — Hambre. — añadió.

Poco a poco fui soltando las manos suaves y cálidas de Katrina, me agaché para estar a la altura de Arthur y hablé un poco con él.

— También tengo mucha hambre. — dije acariciando su pequeña carita con el pulgar. — Vamos a la cocina a ver qué cocinó el chef para nosotros hoy. — tomé sus pequeñas manos y fuimos a la cocina.

— Quiero pan y queso. — pidió Arthur.

Entramos en la cocina y llamamos la atención del chef.

— ¿Cómo puedo ayudarlo, señor?

— Nos gustaría almorzar, por favor. ¿Qué hay para hoy? — pregunté mirando a Arthur, que sostenía mis manos mientras observaba la cocina con curiosidad.

— Sándwiches de queso a la parrilla. — respondió él mirándome fijamente. — Salmón con arroz y vegetales al vapor, con sopa de tomate de entrada. — dijo. — ¿Qué desearán?

Observé a Katrina acercarse, se agachó frente a Arthur mientras le preguntaba qué quería comer:

— ¿Te gustaría sopa con tu sándwich?

— Sí, Katrina. — confirmó Arthur, haciendo que Katrina mostrara una leve sonrisa.

— Genial. Todos queremos lo mismo. — dije viendo al chef salir a preparar lo que se pidió.

Katrina me pidió permiso para llevar a Arthur a bañarse mientras la comida estaba lista. Mientras esperaba que regresaran, me senté alrededor de la mesa, saqué mi teléfono que sonó en el bolsillo y lo contesté. Era papá, que no podía venir porque su salud se estaba deteriorando. Después de una cálida conversación con él por unos minutos, lo calmé y prometí llevar a Arthur para que lo viera.

Mi mente volvió a Katrina, como siempre. Ella me dejó solo, pero mi mente no. Katrina es una mujer hermosa, inteligente, curiosa, pero lo que más me atrae de ella son sus peligrosas armas de consuelo y pasión. Es algo que debo tener cuidado, es muy peligrosa. He resistido a tantas mujeres durante mi larga trayectoria, precisamente para no distraerme de los asuntos importantes de mis negocios y mi vida, pero como puedes ver, no ha servido de nada. He terminado donde no debería estar, y más aún siendo Katrina la hermana de mi socio. Sí, he confirmado mis sospechas, hablando con él a distancia, sin mostrar que sé algo.

Ella me hace actuar en contra de mi propia naturaleza, justo en los momentos en que necesito ser fuerte, y casi la beso de nuevo. Cuando Katrina me besó, fue un accidente, y aunque me he perdonado, no puedo permitirme cometer el mismo error dos veces, eso es inaceptable.

Cerré los ojos y recordé una vez más que involucrarme con Katrina Vicente es meterme en un fuego ardiente. Y además, me vería envuelto en un escándalo con los medios, y si Antony se entera, no sería solo un socio, y mi empresa sufriría un daño irreparable.

— Esto no puede volver a suceder, evitaré a toda costa incidentes íntimos con Katrina Vicente.