-Esto no puede continuar así María Camila, eres la mayor, no puede ser que esta sea la quinta niñera que renuncia en menos de un año-
-No queremos una extraña en casa papá, yo puedo cuidar a mis hermanos-
-Eso no está en discusión, sabes que tengo que trabajar, habla con tus hermanos de inmediato-
-Desde que se murió mamá has cambiado mucho, sabes te necesitamos en casa, mamá ya no esta y nos duele comprende esto no te duele solo a ti-
-María Camila no te vayas así, hija, escúchame-
Laura no entiendo porque tenias dejarnos solos justo en el momento en que mas te necesitamos.
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Capítulo 14: Preparando la sorpresa
Luciana
La visita a la escuela de los gemelos terminó mejor de lo que imaginaba. Ver al señor Emiliano defender a sus hijos con tanta firmeza me conmovió.
Por primera vez, no vi al empresario serio y distante, sino a un padre dispuesto a proteger lo que más ama.
Cuando salimos de la oficina, tomó mi mano. No sé por qué lo hizo, pero ese simple gesto me estremeció. Por unos segundos todo pareció detenerse.
No puedo pensar en eso… no debo hacerme ilusiones.
Durante el trayecto a la preparatoria de Emiliano, buscamos opciones para la nueva escuela de los gemelos. Después de revisar varias, encontré una que me pareció perfecta: un lugar donde se enfocan en la personalidad y el talento de cada niño.
El señor estuvo de acuerdo y, sin dudarlo, llamó para concertar una cita. Su determinación siempre me sorprende.
Al llegar a la preparatoria, el rector nos recibió enseguida. Bastó con entregar los documentos de Clara para que su ingreso quedara confirmado.
El lugar era impresionante: amplias bibliotecas, auditorios, jardines, talleres de arte y espacios para el deporte. Mi hermana, con su amor por los números, encajará perfectamente aquí.
—Bueno, Luciana, todo está listo. En dos horas tenemos la reunión en la nueva escuela de los gemelos. Vamos primero a conseguir lo que necesita tu hermana —me dijo el señor Emiliano.
—Señor, le agradezco de corazón lo que está haciendo, pero todo esto cuesta demasiado y yo no tengo cómo pagarlo —respondí, sintiendo una mezcla de gratitud y vergüenza.
—Tú no vas a pagar nada, Luciana. Vamos —me dijo con esa sonrisa que, sin querer, empieza a hacerme perder la calma.
Fuimos al centro comercial. Era tan grande que me sentí pequeña al entrar.
El señor compró los uniformes de Clara —tantos que tendrá uno distinto para cada día—, zapatos, libros, útiles y hasta una computadora.
Cuando terminamos, miré todos los paquetes en el auto y apenas pude hablar.
—Señor, no sé cómo voy a pagarle todo esto —dije, con un nudo en la garganta.
—No tienes que hacerlo. Solo quiero que tu hermana estudie, que tenga un futuro. Me pagarás con sus calificaciones —respondió con amabilidad.
No lo pensé. Me acerqué y lo abracé.
Fue un impulso, un agradecimiento nacido del alma. Pero cuando sentí su aroma, su cercanía, todo dentro de mí se estremeció. Me aparté enseguida, avergonzada.
—Discúlpeme, señor —murmuré.
—No te preocupes —dijo él, bajando la mirada—. Vamos, que nos esperan en la nueva escuela de los gemelos.
El resto del camino fue silencioso. Yo no sabía dónde mirar. Él parecía tranquilo, aunque su respiración decía lo contrario.
Al llegar, quedé maravillada. Aquella escuela era perfecta para los gemelos. Un espacio lleno de vida, de colores, de proyectos. Sentí que este sería el inicio de algo nuevo para ellos… y también para nosotros.
El señor dejó todo listo para que los gemelos empezaran clases la próxima semana.
El auto iba repleto de libros, uniformes y cajas; pero también, de ilusiones.
Cuando regresamos a casa, le entregué a mi hermana sus cosas. Clara estaba feliz, como nunca antes la había visto.
—Prométeme que aprovecharás esta oportunidad —le dije.
—Te lo juro, Lucí. Todo esto es como un sueño… mira, por fin tengo una computadora —respondió abrazándome.
—No me lo agradezcas a mí, dale las gracias al señor. Él confía en ti, no lo defraudes —le dije, acariciando su cabello.
En ese momento, Elena entró a la habitación.
—Clara, ve con los niños a la cocina, deben comer algo —dijo, sonriendo. Cuando mi hermana salió, Elena me miró con complicidad.
—Luciana, quiero pedirte un favor.
—Claro, dime.
—El sábado es el cumpleaños del señor, pero desde que murió la señora Laura, aquí no se celebra ninguno. Me gustaría que hablaras con los niños… tal vez quieran prepararle una sorpresa.
—Es una idea preciosa, Elena. Creo que todos necesitamos devolverle un poco de alegría a esta casa —le respondí.
Un rato después fui a la casa grande. El señor estaba en su despacho, así que aproveché para reunir a los niños en la cocina.
—Chicos, necesito que guarden silencio para que su papá no nos escuche —les dije.
—¿Qué pasa, Luciana? ¿Por qué tanto misterio? —preguntó Camila.
—Se acerca una fecha importante y quiero saber si quieren celebrarla —respondí.
—¡Es el cumpleaños de papá! —exclamó Emiliano.
—Sí —confirmé con una sonrisa.
—¡Celebremos el cumpleaños de papi! —gritó Sol, entusiasmada.
—Sí, hagámoslo —dijo Camila, contagiada por la emoción.
—Sin mamá no será igual —murmuró Emiliano, bajando la mirada.
—Lo sé, Emi, pero estoy segura de que tu mamá los mira desde el cielo y quiere verlos felices —le respondió Camila con ternura.
—¿Y qué le haremos a papá? —preguntó él.
—¿Qué les parece un pícnic sorpresa en casa? —propuse.
—¡Sí! —dijeron los gemelos al unísono.
—Entonces está decidido —añadí—. Yo me encargo de la comida y los globos. Sol, tú harás un dibujo para tu papá, y ustedes dos piensen en el regalo.
—Yo ya sé qué comprarle —dijo Emiliano.
—Y yo también. Gracias, Luciana, por hacer esto por papá —agregó Camila—. Me encargaré del pastel, su favorito.
—Perfecto. Mi hermana y yo escogeremos el mejor lugar del jardín para la sorpresa. Todo nos va a quedar hermoso —dije entusiasmada.
Y así fue.
Entre risas y planes, comenzamos a preparar la sorpresa. El padre del señor Emiliano se unió a nosotros; dio dinero a los gemelos y los llevó al centro comercial, mientras Clara y yo recorríamos el jardín buscando el rincón perfecto.
Por primera vez en mucho tiempo, la casa se llenó de vida.
Y en el fondo de mi corazón, no pude evitar pensar… que tal vez también estamos preparando algo más que una fiesta. Tal vez, sin darnos cuenta, estamos reconstruyendo lo que el dolor había destruido.
Muchas gracias por leer hoy les daré un capitulo más...
Quién será ese hombre misterioso ??? 🤔