Valeria Intriago y Esteban Miller son una pareja que parece perfecta, pero todo se derrumba cuando ella descubre que él la engaña con su mejor amiga, Camila García. Devastada, Valeria decide vengarse y comienza un juego peligroso de seducción con el hermano de Esteban, quien también tiene sus propios secretos oscuros.
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No juegues conmigo
El viento nocturno acariciaba la piel de Valeria mientras se mantenía en la terraza, su copa de vino casi vacía en su mano. La ciudad brillaba frente a ellos, ajena a la tensión que flotaba en el aire. Damián seguía a su lado, con la mirada clavada en ella, como si intentara descifrar cada uno de sus secretos.
—No juegues conmigo, Valeria. Su voz fue baja, pero cargada de advertencia.
Ella arqueó una ceja, fingiendo indiferencia.
—¿Y por qué piensas que estoy jugando?
Damián inclinó la cabeza ligeramente, evaluándola.
—Porque te conozco más de lo que crees. No eres una mujer que actúe sin un propósito.
Valeria sonrió, divertida.
—¿Desde cuándo me conoces tanto?
—Desde el momento en que entraste en mi vida con una intención que aún no me has dicho.
El silencio que siguió fue espeso. La brisa agitó el cabello de Valeria, y ella se giró completamente hacia él, encontrándose con esos ojos oscuros que no mostraban nada… y al mismo tiempo lo decían todo.
Damián no era como Esteban.
No era un hombre fácil de manipular.
Pero ella tampoco era una mujer que se rindiera fácilmente.
—Te tomas demasiado en serio mis intenciones dijo finalmente, con voz suave. ¿Qué pasaría si solo estuviera disfrutando de tu compañía?
Damián soltó una risa baja, casi incrédula.
—Si de verdad quisieras disfrutar de mi compañía, no estarías esforzándote tanto en atraer mi atención.
Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Ese hombre la veía.
No como la mujer seductora que intentaba ser. No como la ex de su hermano.
La veía como lo que realmente era: una mujer con un objetivo claro.
Y eso la inquietaba.
Pero también la desafiaba.
—¿Entonces qué sugieres que haga? murmuró, acercándose un poco más.
Damián no se movió, pero su expresión se endureció.
—Que dejes de provocarme.
La advertencia estaba ahí, clara como el cristal.
Pero en lugar de retroceder, Valeria inclinó su rostro levemente, deslizándose más cerca de él.
—¿Y si no quiero hacerlo?
Hubo un instante en el que el tiempo pareció detenerse.
Damián no apartó la mirada de ella. Su mandíbula se tensó, sus manos permanecieron relajadas en los bolsillos de su traje, pero todo en su postura gritaba que estaba controlándose.
Valeria sintió una punzada de satisfacción.
Lo estaba afectando.
Tal vez no lo demostraba como otros hombres, tal vez no se dejaría llevar tan fácil…
Pero estaba sintiendo algo.
Y eso significaba que su plan seguía en marcha.
—Haz lo que quieras dijo finalmente Damián, con voz grave. Pero no esperes que sea tan fácil de manejar como Esteban.
Y con esas palabras, se dio la vuelta y se alejó.
Dejando a Valeria en la terraza, con una sonrisa en los labios y el corazón latiendo más rápido de lo que quería admitir.
Damián condujo en silencio hacia su penthouse.
No podía dejar de pensar en ella.
En su perfume, en la forma en que había sostenido su mirada sin miedo.
Pero más que eso, pensaba en lo que Valeria realmente quería de él.
No creía en coincidencias.
Sabía que lo estaba buscando a propósito.
Y aunque cualquier otro hombre en su lugar se sentiría halagado, él solo sentía desconfianza.
No porque Valeria no fuera atractiva.
Sino porque no entendía por qué, de todos los hombres que podría haber elegido para su “nueva vida”, había decidido acercarse a él.
Él y Esteban nunca habían sido cercanos.
Desde niños habían crecido con una rivalidad silenciosa, con un resentimiento que nunca desapareció del todo.
Tal vez porque su padre siempre había mostrado favoritismo por Esteban.
O tal vez porque Esteban siempre había tenido todo lo que quería sin esfuerzo.
Damián, en cambio, había tenido que trabajar para ganarse su propio lugar en el mundo.
Y ahora, la ex de su hermano estaba intentando meterse en su vida.
Por una razón que todavía no entendía.
Apretó el volante con más fuerza.
Si Valeria estaba jugando un juego…
Él iba a descubrirlo.
A la mañana siguiente, Valeria revisaba su correo de trabajo. Como ingeniera en ciencia de datos, trabajaba en línea para una empresa extranjera, lo cual le permitía ganar muy bien desde su casa. Su habilidad para hablar inglés facilitaba mucho las cosas. Mientras estaba concentrada en su pantalla, el timbre de su apartamento sonó, interrumpiendo su rutina.
Frunció el ceño.
No esperaba visitas.
Se dirigió a la puerta y la abrió con cautela.
Damián estaba ahí.
Vestido con un traje negro impecable, con la misma expresión fría de siempre.
Pero sus ojos…
Había algo distinto en ellos.
—¿Damián? preguntó, fingiendo sorpresa. ¿A qué debo el honor?
Él la miró en silencio por un momento antes de hablar.
—Quiero saber qué es lo que realmente quieres de mí.
Valeria pestañeó, inclinando la cabeza con una sonrisa.
—¿Por qué crees que quiero algo?
Damián no respondió de inmediato.
En cambio, deslizó la mirada por su rostro, como si intentara descifrar cada una de sus mentiras.
—Porque no eres una mujer que actúe sin una razón dijo finalmente. Así que dime, Valeria… ¿qué estás buscando?
Ella sostuvo su mirada, disfrutando el desafío que le presentaba.
No iba a ceder tan fácil.
No todavía.
—Tal vez deberías tomarte las cosas con más calma, Damián susurró, apoyándose levemente en el marco de la puerta. No todo en la vida tiene que tener una explicación lógica.
Él exhaló lentamente, sin apartar la vista de ella.
—Tal vez no.
Hubo una pausa.
Damián no parecía alguien que creyera en las casualidades.
Y Valeria sabía que, si quería jugar con él, tendría que ser más cuidadosa.
Porque este hombre no era un juguete.
Era un lobo que, si no lo manejaba bien…
Podría devorarla.
—¿Quieres pasar a tomar un café? preguntó finalmente, con una sonrisa encantadora.
Damián la observó por un momento más, antes de negar con la cabeza.
—No. Solo quería verte de cerca.
Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda.
No supo si esas palabras eran una advertencia…
O el inicio de algo que ninguno de los dos podría detener.
Lo único que sabía era que, fuera cual fuera el juego que estaban jugando…
Estaba a punto de volverse mucho más interesante.
El aire en la sala estaba cargado de una tensión silenciosa. Valeria, con su vestido rojo entallado, cruzó las piernas lentamente mientras miraba a Damián con una sonrisa enigmática. Finalmente Damián había aceptado la invitación de tomar un trago que Valeria le había extendido la última vez, pero que él había rechazado en su momento.
—No pareces el tipo de hombre que se resiste con facilidad murmuró, inclinándose un poco hacia él.
Damián, sentado frente a ella con una copa de whisky en la mano, no apartó la mirada, pero tampoco reaccionó como ella esperaba. Su expresión seguía impasible, casi aburrida.
—¿Y tú no pareces el tipo de mujer que necesita jugar a estos juegos respondió con voz calmada. ¿Qué es lo que realmente quieres, Valeria?
Ella dejó escapar una risa ligera y se acercó más, rozando su brazo con la yema de los dedos.
—Tal vez solo quiero conocer mejor a mi ex cuñado Damián Miller.
Él dejó su vaso sobre la mesa con un golpe seco y la observó con detenimiento.
—¿De verdad? Porque pareciera que quieres algo más.
—¿Y si así fuera? susurró ella, inclinándose lo suficiente como para que su aliento cálido rozara su piel.
Damián se mantuvo impasible, con una mirada firme y una media sonrisa que no revelaba nada.
Valeria frunció ligeramente el ceño.Lo había seducido antes, sabía muy bien que era una mujer sensual y hermosa, pero Damián… Damián no se inmutaba.
Se apartó despacio y lo observó con curiosidad.
—Dime algo, Damián… ¿Eres gay?
Él soltó una carcajada, inesperada y profunda, como si la pregunta realmente le divirtiera.
—¿Eso piensas?
—Solo intento entender por qué no caes en mi juego de seducción, confesó Valeria, entrecerrando los ojos. O tal vez simplemente no te atraigo.
Damián se inclinó hacia ella, reduciendo la distancia entre ambos, su rostro peligrosamente cerca del de Valeria.
—Te equivocas en ambas cosas, pero si quieres jugar, prepárate… porque yo no soy alguien con quién jugar.
El corazón de Valeria dio un vuelco. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que había encontrado a alguien que no solo no se rendía ante su seducción, sino que podía superarla en su propio juego.
Y eso, lejos de frustrarla, la hacía querer ir aún más lejos.