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Traicionada por el Esposo, Amada por el Príncipe de Dubái

Traicionada por el Esposo, Amada por el Príncipe de Dubái

Status: Terminada
Genre:CEO / Traiciones y engaños / La mimada del jefe / Casada con el millonario / Completas
Popularitas:0
Nilai: 5
nombre de autor: Rere ernie

Alena Prameswari creía que el amor podía cambiarlo todo.

Pero tras tres años de matrimonio con Arga Mahendra, comprendió que la lealtad no significa nada cuando solo una parte es la que lucha.

Cuando la traición sale a la luz, Alena decide marcharse. Acepta un proyecto de diseño en Dubái… un nuevo lugar, un nuevo comienzo.

Sin esperarlo, un encuentro profesional con un joven príncipe, Fadil Al-Rashid, abre una página de su vida que jamás imaginó.

Fadil no es solo un hombre multimillonario que la colma de lujos,
sino alguien que valora las pequeñas heridas que antes fueron ignoradas.

Pero un nuevo amor no siempre es sencillo.
Existen distancias culturales, orgullo y un pasado que aún no ha terminado de cerrarse. Esta vez, sin embargo, Alena no huye. Se mantiene firme por sí misma… y por un amor más sano.

¿Logrará Alena encontrar finalmente la felicidad?

Esta historia es un viaje para las mujeres que han sido heridas…

NovelToon tiene autorización de Rere ernie para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 21

El crepúsculo se arrastraba lentamente sobre el horizonte del desierto. El cielo era dorado, reflejándose en la extensión de arena que brillaba como fragmentos de vidrio. El aire era cálido, pero no sofocante. Solo una suave brisa que traía el aroma característico de la tierra y las flores secas que crecían escasamente entre las rocas.

Alena estaba de pie cerca de una tienda blanca sencilla pero hermosa. Un largo vestido color marfil envolvía su cuerpo, mezclándose perfectamente con el color del desierto. Frente a la tienda, pequeñas linternas se encendían, esparciendo una tenue luz dorada a su alrededor.

"Hermoso, ¿verdad?", susurró Alena.

Su suave voz parecía hundirse en el suave rugido del viento nocturno.

Fadil estaba de pie no muy lejos detrás de ella, con los brazos cruzados frente al pecho. "Hermoso... pero no por el cielo. Sino porque alguien está parado debajo de él".

Alena se giró, sus ojos miraron suavemente al hombre.

Fadil sonrió y se acercó. "Así se siente cuando alguien te hace sentir vivo de nuevo".

Fadil bajó la mirada un poco, sacando algo de su bolsillo. Una pequeña caja de madera vieja, pulida suavemente con grabados árabes en los lados.

"Esta... no es una noche lujosa", dijo en voz baja. "No hay fiesta, no hay música. Pero tal vez... este sea el lugar más honesto para mí para decir algo".

Alena miró la caja, luego miró a Fadil.

"Fadil...", su voz tembló no por miedo, sino porque los latidos de su corazón de repente se sintieron muy fuertes.

El hombre miró a Alena profundamente. "Una vez viví en un palacio magnífico, pero nunca sentí un hogar. Estuve rodeado de miles de personas, pero siempre me sentí solo".

Respiró hondo lentamente, luego continuó con voz ronca.

"Luego te conocí... en una sala de proyectos desordenada, bajo las tenues luces de trabajo. Solo trabajabas y vivías de manera sencilla... pero por alguna razón, todo eso me hizo querer ser una mejor persona".

Los ojos de Alena ya estaban calientes. "Pero no soy una mujer perfecta, Fadil".

"Yo tampoco soy un hombre perfecto". Fadil sonrió levemente, luego se arrodilló lentamente sobre la arena.

"La perfección no pertenece a los humanos. Pero... sé una cosa, quiero envejecer contigo. Quiero construir una casa que no sea de mármol y oro, sino de oración y honestidad".

La caja de madera se abrió. Dentro, no había un anillo de diamantes, sino una simple barra de plata en forma de media luna. Hecho a mano por un viejo artesano del pueblo donde se ubicaba su proyecto.

"Este no es un símbolo de riqueza, sino un recordatorio. De que de cada oscuridad de la noche, siempre hay una pequeña luz que nos guía de vuelta a casa".

Alena se cubrió la boca con la mano, sus lágrimas cayeron sin poder evitarlo.

"Fadil...", su voz temblaba, pero llena de convicción. "Tengo miedo... de que todo sea demasiado hermoso para ser verdad".

"Alena... Uhibbuki fie kulli lahdzotin tamuuru fie hayati. Hal tatazawajani?"

Fadil dijo que amaba a Alena y le pidió a la mujer que se casara. Fue una... propuesta.

Fadil miró a Alena suavemente, no la obligó y solo esperó.

Alena miró la mano durante mucho tiempo, sus dedos temblaron al aceptarla. Y en ese momento, todo su miedo se disolvió lentamente en el silencio del desierto.

"Bismillah, Ana aqbalu khitbatak".

El cielo se convirtió en violeta oscuro. Las estrellas comenzaron a aparecer una por una, como testigos silenciosos que bendecían el encuentro de dos almas que habían superado la tormenta.

Fadil se levantó lentamente, luego tomó la mano de Alena. Miró el rostro de la mujer que estaba bañado en lágrimas, pero sonrió suavemente. Tiró de Alena suavemente hacia un abrazo. No apretado, solo lo suficiente para que el mundo sintiera que se detenía por un momento.

Alena cerró los ojos, dejando que su cabeza descansara sobre el pecho de Fadil.

Fuera de la tienda, la arena brillaba bajo la luz de la luna. Se sentaron uno al lado del otro, compartiendo té caliente de una pequeña tetera de cobre.

No se dijeron muchas palabras después de la sesión de propuesta simple pero significativa, solo una pequeña conversación que se sintió más hermosa que cualquier poema.

"Volveré a Indonesia primero", dijo Alena en voz baja. "Mi madre está enferma, quiero verla. Y también, necesito hablar sobre nosotros".

"Te esperaré".

Alena sonrió, sabía que el viaje aún no había terminado. Pero un príncipe sin título, y una mujer que una vez lo había perdido todo... finalmente encontraron un hogar en el corazón del otro.

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