Matrimonio asegurado. COM es una aplicación para todas esas personas que necesitan un matrimonió bajo contrato.
Anelis es una chica humilde que trabaja en una cafetería y se encuentra en una encrucijada cuando su madre sufre un accidente y debe depender de cuidados intensivos, quedando postrada prácticamente en una cama. Anelis recurre a esta aplicación como última medida para poder ayudar a su madre.
Adonis es un empresario muy conocido por su comunidad, pero su amigo y socio le juega una broma casándolo con una desconocida por medio de una app.
La escusa era el donativo mensual que realizaba para caridad que termino ayudando a una chica con sus problemas económicos.
el trato es simple, matrimonio por dinero, pero será capaz Adonis de fingir un matrimonio feliz cuando descubra que su esposa no es un espantapájaros, como el la llama en la intimidad de su mente o querrá que sea un matrimonio verdadero comenzando con un beso casto.
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capitulo 7.2
—Ya dije, suelte a mi mujer —tiendo mi mano para que Anelis la tome bajo la mirada incrédula del médico—. Sabes que esto no se quedara así —digo mirándola a la cara sin perder la seriedad.
—Pero....
—Llevaremos a tu madre a un mejor sanatorio —sin más levanto mi puño y lo incrusto en la cara del médico que se atrevió a poner una mano a mi propiedad, dejando de lado mi comportamiento educado—. Nadie toca mi mujer y sale ileso en el intento.
—¡Me rompiste la nariz! —gruñe el medico tomando su cara entre sus manos.
—¡Adonis! —exclama sorprendida, toma mi mano para analizarla— Pudiste lastimarte —dice mirando mis ojos con esa cara de cachorro que dan ganas de comerla. Ahora entiendo al médico y su obsesión.
—Eres mi esposa, lo hare mil veces para que idiotas como este —digo mirando como el medico se soba la cara— no toquen lo que es de mi propiedad —termino de decir y miro a mi esposa que me mira con cierto aire de enojo, Dios, que sexi es con esa expresión enojada—. Vamos a hacer el trámite para trasladar a tu madre a una de las clínicas de mi familia.
Tomo su mano para llevarla de ese consultorio, sin esperar a que diga nada.
En la recepción me encargue de que en la clínica familiar abran una plaza para recibir a mi suegra y mi esposa preparaba el papeleo para el traslado. Luego de firmar toda la documentación requerida se escabullo por los pasillos para ver a su madre.
Mientras seguía en llamada con mi abogado para colocar una demanda contra el medico por acoso, sigo los pasos de mi mujer y nuevamente, antes de entrar a ver a su madre, es como si se colocara una máscara de felicidad. Su cara cambia en un cien por ciento y hasta sus gestos corporales lo hacen.
Entra como si estuviera en una juguetería a ver a su madre sin desdibujar esa sonrisa que empieza a gustarme.
—¡Mama! Buen día —dice y besa su mejilla. Corto la llamada y me quedo cerca mirando el intercambio entre madre e hija.
—Buenos días, señora Felicia —digo parado en el marco de la puerta de la habitación, Anelis se sobresalta al percatarse de mi presencia.
—¡Dios! Adonis no te escuche llegar —dice ella y toma las manos de su madre para dejar besos en ella—. Mama, vamos a cambiarte de clínica.
La mujer mira a su hija con cara de preocupación, con miles de preguntas sin poder formular. Se me forma un nudo en la garganta, es inevitable no sentir pesar por alguien que estoy seguro de que es un ángel al igual que su hija.
—Mi familia cuenta con una clínica especializada en su problema, la trasladaremos para que tenga mejor atención médica y un tratamiento completo —digo ante la sorpresa de ambas.
—La clínica que nombraste es.... —dice sorprendida, pero con cautela.
—Robinson S.R.L. es de la familia de mi madre, ella es neurocirujana —la mirada de sorpresa de Anelis es gratificante, mientras que la de su madre es de agradecimiento y un toque de susto—. Ya está todo listo para recibirla.
—Oh vaya, no sé cómo hare para pagar toda la ayuda que me estas dando —yo si cariñito, pienso en todas las posiciones en la que quiero tenerla y la idea me agrada, muchísimo.
Algo nuevo a lo que agregar a mi lista de deseos con respecto a mi esposa.
—Luego hablaremos de eso —digo y salgo de la habitación, no quiero que se note como me puso la idea de tenerla a mi merced.
Camino en el pasillo para calmar mi sangre bulliciosa, no sé cómo hare para convencerla, pero tengo que ver la manera de someterla a mi voluntad. Una vez que la prensa confirme mi estado civil no podré ver más a mis juguetes y no soy hombre que se va a dormir sin saciar sus necesidades.
Felicidades escritora.
felicitaciones a la autora