Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 14: La Primera Batalla
La primera luz del alba se filtraba entre las nubes oscuras que cubrían el cielo, proyectando un resplandor grisáceo sobre la ciudad. Las calles desiertas parecían tranquilas, pero el aire estaba cargado con una tensión palpable, como si el mundo mismo estuviera esperando el estallido de la batalla que se avecinaba. Liana y Valen avanzaban rápidamente hacia el lugar de encuentro, una antigua fortaleza en ruinas que había sido el centro de las operaciones de los enemigos. Las sombras se alargaban, y la sensación de inminente confrontación se hacía más fuerte con cada paso que daban.
El terreno estaba cubierto de escombros y ruinas, restos de una época pasada que ahora servían como el campo de batalla para el conflicto que estaba a punto de desatarse. Liana sentía cómo el peso de la responsabilidad presionaba sobre sus hombros, cada latido de su corazón resonando con la determinación de enfrentar lo que viniera. Al lado, Valen estaba en silencio, su expresión dura y su mirada fija en el horizonte, preparado para el combate que sabían que sería feroz.
—¿Cómo nos vamos a enfrentar a ellos? —preguntó Valen en un susurro, su voz cargada de una fría preparación. El viento que soplaba entre las ruinas hacía que su cabello se moviera de una manera casi etérea.
—No tenemos opción —respondió Liana, ajustando su empuñadura de arma—. Si queremos que esta rebelión tenga alguna posibilidad, tenemos que ganar esta batalla. Los Guardianes han estado esperando este momento, y no podemos permitirnos perder.
Al llegar a las puertas de la fortaleza, el caos estalló. Un grupo de soldados enemigos, armados con espadas y magia oscura, emergió de las sombras. El sonido de los metales chocando y los gritos de batalla llenaron el aire, un rugido que se mezclaba con el viento.
Liana no perdió tiempo. Con una rapidez calculada, se lanzó hacia el primer adversario que se le cruzó, su espada cortando el aire con precisión. La batalla era un torbellino de movimiento, un baile violento en el que cada golpe y cada hechizo lanzado se sentía como una descarga eléctrica.
Valen, a su lado, se movía con una fluidez letal, sus habilidades de combate perfeccionadas por años de experiencia. Sus movimientos eran rápidos y letales, cada golpe de su espada seguido por un hechizo que desmantelaba las defensas de los enemigos. El campo de batalla se llenaba de chispas y destellos de magia, una sinfonía de caos que parecía tener vida propia.
Liana luchaba con una furia concentrada, cada enemigo caído era una pequeña victoria en la gran guerra que se libraba. Sentía el peso de su responsabilidad, pero también la urgencia de proteger a sus compañeros y asegurar el futuro de la rebelión. Sus habilidades se perfeccionaban en medio del conflicto, cada movimiento era una mezcla de determinación y destreza.
En un momento de calma relativa, Liana vio una figura destacarse entre el tumulto: un hombre alto con una capa negra ondeando detrás de él, sus ojos resplandecían con una intensidad que hacía que todos los demás parecieran sombras en comparación. Era el líder de las fuerzas enemigas, y su presencia en el campo de batalla era tan imponente que la atmósfera misma parecía temblar a su alrededor.
Valen lo reconoció de inmediato, su rostro endureciéndose con una mezcla de furia y reconocimiento.
—Ese es el Capitán Draven —dijo Valen, su voz cargada de odio—. Fue uno de los Guardianes que traicionó a nuestra causa.
Liana sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Draven no era solo un enemigo formidable, sino también una figura clave en la traición que había desencadenado el conflicto. Enfrentarlo significaba enfrentarse a la raíz del problema, el núcleo del mal que había puesto en peligro todo por lo que luchaban.
—Debemos detenerlo —dijo Liana con una determinación renovada—. Si podemos derrotarlo, desorganizaremos sus fuerzas y daremos un golpe importante a su moral.
Valen asintió y ambos se dirigieron hacia Draven, esquivando los ataques y abriéndose paso a través del campo de batalla en medio del caos. La figura de Draven estaba rodeada por sus guardias, pero Liana y Valen no se dejaron disuadir. Con un grito de guerra, se lanzaron hacia el enemigo, cada uno de ellos desplegando todo su poder y habilidades en una serie de ataques coordinados.
El duelo entre Liana y Draven era un espectáculo de fuerza y habilidad, el choque de sus armas resonando como un trueno en el campo de batalla. Draven era un adversario formidable, pero la determinación de Liana y su estrategia implacable le permitieron mantener el control de la pelea. Sus movimientos eran certeros y llenos de propósito, cada golpe destinado a debilitar a su enemigo.
Finalmente, con un golpe decisivo, Liana logró desarmar a Draven y lo derribó al suelo. La batalla continuó a su alrededor, pero el hecho de que su líder cayera tuvo un efecto devastador en las fuerzas enemigas. La moral de los soldados vaciló, y el campo de batalla comenzó a inclinarse a favor de la rebelión.
Cuando el polvo comenzó a asentarse, Liana se encontró exhausta pero victoriosa. Las fuerzas enemigas estaban en retirada, y el campo de batalla estaba salpicado de escombros y cuerpos caídos. El cielo, ahora despejado, comenzaba a mostrar los primeros signos de la mañana.
Liana y Valen se acercaron entre sí, el sudor y la sangre mezclándose en sus rostros.
—Lo logramos —dijo Liana, su voz cansada pero llena de una satisfacción dura.
—Sí, pero esto es solo el comienzo —respondió Valen, su mirada fija en el horizonte—. La guerra está lejos de terminar, y aún nos queda mucho por hacer.
Liana asintió, sabiendo que la victoria en esta batalla era solo un paso en la larga lucha que tenían por delante. Pero, por primera vez, sentía que estaban un poco más cerca de lograr lo imposible. Con una determinación renovada, se prepararon para el siguiente desafío, sabiendo que cada victoria y cada derrota moldearían el destino de su lucha y el futuro del mundo.