En un pequeño pueblo donde los sueños y la realidad a menudo se entrelazan, Valeria es una joven de 19 años que vive atrapada entre la inocencia de su corazón y las sombras de lo desconocido. Soñadora y curiosa, su vida da un giro inesperado cuando un misterioso desconocido se obsesiona con ella, llevándola a una encrucijada peligrosa. Atrapada en un matrimonio forzado, Valeria descubre que el amor que anhelaba no era más que una ilusión.
En medio de esta nueva vida, se encuentra con su esposo, un hombre de carácter difícil y secretos ocultos. A medida que Valeria navega por las tormentas de su nueva realidad, comienza a desentrañar capas de su propio ser y, poco a poco, descubre que el amor puede surgir en los lugares más inesperados.
Con giros inesperados y emociones intensas, esta historia es un viaje sobre el descubrimiento personal, la lucha por la libertad y la búsqueda del verdadero amor. ¿Podrá Valeria encontrar su voz en un mundo que intenta silenciarla?
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Capitulo XXII La boda
Punto de vista de Leonardo
Lleve a mi esposa a los sanitarios, ya que se sentía mal y al final me tocó esperarla fuera del baño por casi una hora, no sé qué tanto hacia ahí dentro, pero ya empezaba a impacientarme. Iba a entrar por ella cuando veo que la puerta se abre y mi hermosa mujer salía con una gran sonrisa, ya no se veía tan pálida, así que la tomé entre mis brazos y la bese dulcemente.
“¿Todo está bien?”. Le pregunté llevando un mechón de su cabello por detrás de su oreja.
“Si, solo estaba ayudando a una amiga”. Respondió Valeria dándome un tierno beso en los labios. Era la primera vez que ella tomaba esa iniciativa, algo que me dejó sorprendido.
Unos segundos después, salió Rosa. Quedé en shock cuando la vi, ella se veía muy hermosa, no era ni la sombra de la muchacha que había visto en algunas ocasiones y menos la que había visto hace unos minutos en ese baño.
“¡WOW!, Rosa. Te ves increíble”. Dije con asombro. Entonces eso era lo que estaban haciendo en el baño. Valeria tenía un gran talento, como pudo transformar a ese patito feo en un hermoso cisne y en tan poco tiempo.
“Si el gran Leonardo Rizzo lo dice, entonces debo verme muy bien”. Respondió Rosa sonriendo.
“Recuerda que lo más importante es como te ves tú misma, no necesitas la aprobación de nadie más”. Las palabras de Valeria eran conmovedoras, se veía que ella tenía una autoestima bastante sólido, a pesar de todo lo que había pasado.
Acompañamos a Rosa hasta el pasillo por donde entraría para encontrarse con su novio, mientras que Valeria y yo volvimos a nuestra mesa. Valeria estaba muy sonriente, se mostraba más cariñosa conmigo y no era que me molestara, yo estaba recibiendo sus afectos sin protestar.
Valeria y yo continuamos conversando animadamente, disfrutando de la atmósfera festiva del lugar. Sin embargo, algo en el aire cambió cuando vi que la sonrisa de Valeria se desvanecía al mirar al novio, sus ojos mostraban una mirada oscura y su ceño estaba fruncido ligeramente.
“¿Conoces al novio?”. Le pregunté con curiosidad.
Ella volteó a verme y podía ver que si conocía a ese hombre y algo me decía que fue alguien muy importante para ella.
Punto de vista de Valeria
Allí, a unos metros de distancia, vi a Rosa abrazando a un hombre que me era increíblemente familiar. La risa, la forma en que la miraba… Todo encajaba.
Mis pensamientos se desbordaron y sentí que el mundo se detenía. Era él, era Andrés. El mismo que me había dejado para buscar un futuro mejor. No podía creer que estuviera aquí, que precisamente estuviera en la boda de mi ex.
Leonardo, al notar mi cambio de expresión, siguió mi mirada y su rostro reflejaba la confusión que sentia. “¿Lo conoces?”, preguntó suavemente, su tono lleno de curiosidad.
“Sí… es… es un amigo del pueblo”, respondí con un nudo en la garganta mientras mis ojos seguían fijos en la escena. La manera en que él la abrazaba, cómo ella le sonreía con esa chispa que alguna vez había sido solo para mí. Sentí cómo una oleada de emociones se apoderaban de mí; me estaba llenando de rabia, y no porque sintiera algo por ese cobarde, sino, que el muy miserable seguramente, estaba engañando a la pobre de Rosa.
“No puedo creerlo”, murmure. Mi voz era casi un susurro, pero había una firmeza en ella que me sorprendió.
“Es solo una coincidencia”, traté de calmar mis pensamientos, mientras mi mente corría a mil por hora. Pero sabía que no podía evitar lo que estaba sintiendo, lo que me preocupa aún más era que Leonardo se diera cuenta y pensara mal de mí.
La marcha nupcial empezó a sonar y Rosa apareció por el pasillo, se veía tan radiante, tan feliz que sentí pena por ella. La pobre no sabía en lo que se estaba metiendo y yo por mi parte no podía hacer nada para ayudarla, estaba en una situación bastante difícil, pues si decía algo podía perder mi matrimonio. Al pensar en esa posibilidad sentí algo feo en el pecho, solo imaginar que ya no estaría con Leonardo hizo que mi corazón doliera.
“No puedo permitir que esto me afecte”. Dije internamente.
Voltee a ver a Leonardo y le dedique una dulce sonrisa, me había costado mucho alcanzar mi felicidad y no me podía permitir que ese cobarde de Andrés me afectara en lo más mínimo.
La ceremonia termino y los familiares de la novia se acercaron a felicitarlos, yo no veía por ningún lado a la madre de Andrés, esa mujer no se perdería por nada del mundo estar entre tanta gente con poder. Algo había pasado con ella, solo que no podía imaginar que era.
“Vamos a acercarnos”, sugirió Leonardo inocente de lo que me estaba pasando.
“No me siento muy bien, mejor llévame a casa”. Le dije tratando de evitar el incómodo momento.
“Solo serán unos segundos, después nos vamos a casa para que deacanses”. Leonardo insistió en saludar a los novios, sin tener más salida camine agarrada de la mano de mi esposo. A medida que nos acercábamos, los recuerdos del pasado comenzaron a fluir en mi mente: los momentos felices y las decisiones difíciles. Pero lo más importante era lo que tenía ahora: un amor nuevo, que me hacía cada vez más fuerte.
Cuando llegamos junto a Rosa y a Andrés, el ambiente se tornó tenso, el novio quedó en shock cuando me vio, mientras que la novia me saludo muy efusiva.
“¡Hola Valeria! ¡no sabes lo agradecida que estoy contigo!”, dijo Rosa con una sonrisa brillante.
Mi exnovio me miró con sorpresa pero rápidamente recuperó su compostura. “Hola Leonardo, gracias por haber venido”, respondió con una sonrisa un poco forzada.
“Solo lo hice porque la familia Sarmiento es buena amiga de los Rizzo, no te creas tan importante”. La repuesta de Leonardo me dejo de piedra, entonces el ya conocía a Andrés y al parecer no se la llevaba bien con él.