Una tragedia marca la vida de Isabella Moretti. Años más tarde el amor vuelve a ponerla a prueba.
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CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 10.
Por Valentino.
No podía creer que Isabella haya hecho tal cosa. Mi cabeza iba a explotar. Comencé a desesperarme. Llame a una ambulancia. Mientras esperaba, la tomé en brazos y la llevé al baño, le metí los dedos en la boca para hacer que vomite, hasta que finalmente lo logré. Las lágrimas caían por mis ojos, todo lo que pasó era demasiado fuerte. La abracé fuerte y deposité un beso en la coronilla de su cabeza. Comencé a recordar a mi hermanita, a las veces que yo quise acabar con mi vida, el tiempo que pase en una clínica mental.
-Te cuidaré Issi. No te dejaré sola. -Dije, mientras la sostenía en mis brazos.
Luego de un instante, llegó la ambulancia y detrás de ella apareció Mariana, quien iba saliendo de su apartamento cuando vio todo el movimiento. Cargué a Issi en brazos y la dejé en la camilla para que los médicos se encarguen de atenderla.
-¿Qué pasó aquí? Jefe, ¿qué hace usted aquí?.- exclamó Mariana horrorizada.
-Te explicaré todo, lo juro. Pero ahora, necesito que conduzcas mi coche. Iré en la ambulancia. Te veré en la clínica.
-Pero Señor…
-Mariana! Confío en ti. Por favor.
La chica asintió y se subió a mi coche, al tiempo que yo subí a la ambulancia. Llegamos a la clínica e Isabella fue llevada a una sala de atención. Le harían una limpieza de estómago para desintoxicarla.
Me quedé en la sala de espera. Estaba asustado. En ese instante llegó Mariana.
-¿Me dirás que ocurre?.- exclamó ella con notable preocupación.
-Fui a buscarla a su departamento porque necesitaba hablar con ella sobre un asunto. Golpee la puerta y la llamé, pero ella no respondía. Estaba desesperado y tuve el impulso de forzar la puerta. La encontré desmayada con un frasco de antidepresivos a su lado y ya conoces el resto.
-Por Dios. Sabía que este día llegaría nuevamente.
-¿Disculpa?, ¿Esto ha pasado anteriormente? -Pregunte preocupado.
-Es una historia complicada.- exclamó Mariana.
-¿Esto es por Ezequiel? -pregunté.
-¿Co… como sabes lo de Ezequiel?
-¿De verdad creíste que no lo descubriría? -Le respondí. -Es mi hermano después de todo.
-He hecho hasta lo imposible para cuidar de ella. -exclamo Mariana.
-Acabo de enterarme, si es lo que te preocupa. -exclame. -Por eso fui a buscarla.
Mariana me observo por unos minutos, cuando parecía que me respondería finalmente, el médico nos interrumpió para decirnos que ella estaba fuera de peligro. Nos explicó que por la situación de ella, lo mejor sería autorizar su internación en una clínica psiquiátrica.
-¡No!.- exclamé. -Yo me haré cargo de ella. Vivirá conmigo a partir de ahora.
El doctor asintió, pero me pidió que me encargue de llevarla a un psicólogo regularmente. Luego nos autorizó a verla. Ingresamos los dos juntos después de insistir que nos dejara. Issi estaba despertando y se sorprendió al vernos juntos.
-Amiga, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué no me llamaste? -exclamó Mariana llorando.
Isabella no respondió, sino que giró su cabeza. Su mirada estaba perdida. Tome a Mariana por los hombros en señal de apoyo.
-A partir de esta noche vivirás en mi casa. -Dije.
-No. No es necesario. -Respondió ella.- De seguro Mari no tendrá problemas en estar conmigo algunos días.
-Si es necesario. No te dejaré sola Isabella. Vendrás conmigo. Y Mari, puede visitarte cuando ella quiera.
Ella asintió levemente. Estaba mal. Lo sabía. Y yo me sentí mal. Me partía el corazón verla de esa manera y odiaba a Ezequiel. Lo odio porque solamente él sabría qué hacer en este momento. No, si él estuviera aquí, no estaríamos en esta situación. Todo estaría bien. Yo estaría bien y Ángeles estaría viva.
Luego de unas horas más, el doctor la dio de alta. Le pedí a Mariana que nos acompañe. Isabella me habló durante el viaje para pedirme que pasemos por su apartamento a buscar sus pertenencias. Cuando llegamos, le dije:
-¿Qué te parece si me dices lo que necesitas y yo lo busco?
-Está bien.-Exclamó ella sin ganas. -Mariana puede acompañarte. Ella sabrá qué empacar.
-¿Segura que estarás bien aquí?.- pregunté.
-No haré nada. Lo prometo. -Dijo ella.
Mi corazón se estrujó. No soporto verla de esa manera. Mariana me acompañó al interior del apartamento y, mientras ella buscaba algunas prendas, yo tomé algunas otras cosas y observaba con detenimiento la habitación de Isabella. Abrí su mesa de noche para buscar su documentación personal y encontré un retrato con una foto de Ezequiel. Lo tomé en mis manos y la llevé a mi pecho al tiempo que comencé a llorar a mares. Me duele en el Alma su ausencia. Me arde cada una de las heridas que me dejó esa tragedia. Odie por mucho tiempo a Dios, al mundo, a todos. ¿Por qué él? La persona más gentil y amable que existía. Siempre preocupado por los demás. Ponía primero las necesidades de todo el mundo antes que las suyas. Mi héroe, mi referente, mi guía, mi hermano mayor.
-¿Valentino? -preguntó Mariana.
-Sí… Yo…
-Valentino. Quiero que me digas que ocurre. -Dijo ella cerrando las maletas y tomando el resto de sus pertenencias.
-Mariana… Yo… Se que tú lo sabías.
-Yo… Te lo había dicho. Quería proteger a Issi. Ella… Sufrió mucho por la muerte de Ezequiel y cuando Matt y Julia me contaron la verdad, sentí miedo. Incluso sentía miedo de que trabaje para la compañía, pero… tu padre es tan amable con ella que sentí que estaría segura.
-¿Cómo crees que me siento? Casi tres años estuve pensando en la persona que iba con mi hermano la noche del accidente.
-¿Qué quieres de ella, ah? ¿Qué pretendes? -Pregunto ella comenzando a molestarse.
-No, no. Mariana. Por favor. Escucha… Esta tarde me enteré de la verdad. Lo juro, no sabía que ella era novia de Ezequiel. Y cuando vine aquí, para hablarle, la encontré así y… Mariana no puedo dejarla sola. Debes ayudarme. Por favor. Ezequiel no me perdonaría si la dejo así.
-Está bien, te ayudaré. Pero no puedes mentirle por mucho más tiempo.
-Lo siento Mari, pero… Yo acabo de conocerla, si alguien estuvo mintiendo, fueron ustedes.
-Lo se. Pero tú no puedes hacerlo. No seas como nosotros. -Exclamo ella con culpa. -De algún modo, creo que cuando está contigo, vuelvo a ver un poco de ese brillo que había perdido.
Asentí y luego regresamos al coche. Le dije que se quedara tranquila, que en mi casa no le faltaría nada. Cuando llegamos a la mansión la llevé a la que sería su habitación de ahora en más, la cual se ubica al lado de la mía. En frente, las habitaciones de mis hermanos. Las cuales permanecen cerradas con cerrojo. Quiero que queden intactas. No estoy listo para deshacerme de sus pertenencias.
****************
Por Isabella.
Desperté en un lugar extraño. Abrí los ojos de repente intentando saber dónde estoy. Vi dos siluetas al lado de mi cama. Los reconocí de inmediato. Mariana y Valentino. ¿Qué hacían juntos? ¿Y por qué estoy aquí? Mariana comenzó a darme una charla, pero no sentía ganas de responderle nada. Valentino comenzó a decirme que me quedaría en su casa a partir de ahora. No quería ir. Pero tampoco me importaba demasiado.
Pasamos por mi departamento a buscar mis pertenencias. Mientras Valentino y Mariana entraron ahí, yo comencé a pensar sobre lo que pasaba. Lo que había hecho. Sé que estuve mal, pero extraño a Ezequiel con toda mi alma.
“-¿Cómo te sientes? - preguntó Ezequiel mientras me tenía en sus brazos.
-Feliz. Estoy feliz de estar contigo.
-Te amo preciosa.
-Yo también te amo Ezequiel. ¿Sabes qué? Te tomaré una foto para poner en mi mesa de noche.
-Y yo tomaré una ahora, para tenerla de fondo de pantalla en mi celular.
Ezequiel tomó una foto de ambos y la guardó en su celular.”
Al llegar a la mansión Marshall, Valentino me llevó a una habitación donde me ayudó a dejar mis cosas. Él se portaba muy atento conmigo. Dejo que Mariana se quede a hacerme compañía.
-Issi. Iré a pedir algo para cenar, ¿bien? Mariana. ¿Te quedas a cenar con nosotros?
-Claro. Me quedaré.
-Bien. Volveré enseguida.
Mi amiga se quedó a mi lado acompañándome. Sin embargo, me llevé un sermón de su parte. Sé que no lo dice de mala manera. Está preocupada y la entiendo. Dejé que me dé todos los sermones que tenía guardados. Sabía que lo que hice no estuvo bien. Pero en ese momento no pensaba con claridad. En el fondo, me siento agradecida de estar aquí.
Los señores Marshall han estado preocupados, sobre todo por haberme dejado ir sola al apartamento. Pero me disculpé insistiendo en que tuve un momento de depresión. Lo cual no es su culpa.