– ¡ESE NO ES MI HIJO!.
Eso fue lo último que Jake le dijo a Natasha, su esposa. Así la hecho de la mansión y de su vida, estando embarazada de su bebé, haciéndole caso a las malas lenguas que decían que lo había engañado.
Pero la vida le jugaría una doble jugada y literalmente doble.
Natasha decidió irse al campo a iniciar una vida nueva, criando sola a sus dos hijos Adler y Nicole, mellizos. Muchos años más tarde, a la mansión vecina a su granja se muda Jake con su nueva mujer e hijo de la misma edad que los suyos.
Intentará luchar por su perdón pero... ¿Que pasará cuando el corazón de Natasha se vea invadido por otro hombre?.
Oliver, un hijo ilegítimo del padre de Jake, un guapo hombre que creo su propio y exitoso negocio con el cual se hizo conocido además de ser llamado "El Vassil ilegítimo".
NovelToon tiene autorización de Thais Perdida para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 5: *Encuentro*
JAKE
Despierto con un terrible dolor de cabeza, estoy en la cama al bajar la mirada veo a Alina dormir desnuda sobre mí pecho. Pero. ¿Que mierda? ¿Cómo es que...?
Me levanto despacio alejandola y voy al baño. Me meto a la cabina, abro la regadera y dejo que el agua caiga sobre mí. De repente siento las manos de Alina en mí espalda.
– Mí amor... –me dice y besa mí espalda–. Anoche fue...
– Anoche estaba ebrio –me giro hacia ella–. No sabía lo que hacía.
– Pero... me dijiste "amor". ¿No te acuerdas? –toma mis manos–. Además fuiste tan tierno conmigo.
– Imaginé que eras ella, Alina –bajo la mirada–. Estando ebrio imaginé que eras ella.
– Dijiste que fue un error –dice con voz apenada.
– Un error del cual sigo enamorado –le digo y me alejo–. Lo siento mucho.
Salgo de la ducha y me visto. Desayunamos en medio del silencio, Erick me mira.
– Papá. ¿Y si vamos a recorrer el pueblo? –me pregunta.
– No sé, hijo. Tengo el auto averiado –suspiro–. Voy a necesitar arreglarlo.
– Conozco a un mecánico en el pueblo –dice Erick–. Lo conocí ayer.
– Podemos traerlo aquí –digo–. Vamos al pueblo entonces.
...****************...
ADLER
Me levanté para salir al taller, desayunamos junto a mí mamá. Los tres salimos, mi madre trabaja como mesera en café y Nicole trabaja conmigo, sabe algo de mecánica ya que yo le enseñe.
Dejo a mí mamá en el café y nosotros nos vamos al taller.
– El sábado en la fiesta de máscara –me dice Nicole–. Fátima y sus amigas van a organizarla
– Ay que tierno –digo molestándola–. Tus mejores amigas...
– ¡Cállate idiota! –me avienta una toalla en la nuca–. No es gracioso.
Reímos las dos, me encanta pasar tiempo con ella, desde que somos niños son muy unidos, muchos prefieren tener por mellizo a un varón pero yo adoro tener una hermana.
Las horas pasan y ya estamos por cerrar.
– Perdón por llegar a esta hora –nos dice una voz.
Reconozco esa voz enseguida, la del joven que vino ayer. Me giro suspirando, ambos vinieron. Me sorprendo al ver a Oliver Vassil y otro hombre junto a ellos.
– Señor Vassil –le digo–. Que gusto verlo de nuevo.
– ¿Cómo estás, Adler? –me pregunta–. Señorita Nicole.
– ¿Se conocen? –pregunta el otro hombre.
– Nos conocimos hace poco –le responde Oliver–. Él es mí hermano, Jake Vassil.
Saludo al señor Jake Vassil quien me sonríe, parece que todos en su familia tienen ojos azules. Miro a mí hermana que está embobada mirandose con Ethan, ese rubio mequetrefe.
– ¿En qué podemos ayudarlos? –pregunto.
– Tengo un auto, está descompuesto –me dice el señor Jake–. Me dijeron que eras mecánico.
– Pues... es obvio que lo soy –le digo–. Pero ya estamos cerrando.
– Nuestra madre vendrá por nosotros, además el auto de mí hermano se descompuso también –dice Nicole–. Volvemos a casa.
– ¿No pueden ir a ver el auto a la mansión? –pregunta Jake Vassil–. Puedo llevarlos a la mansión y luego a su casa.
– La mansión Stanford está cerca de casa –me susurra Nicole–. Pero hay que hablar con mamá.
– Debe estar llegando –le digo.
...****************...
NATASHA
Salí del trabajo luego de haberme despedido de todos mis compañeros, el taller está a una calle, voy caminando hasta allá ya que el estacionamiento queda frente a ese taller, ahí tengo mí auto.
Estoy llegando cuando veo un auto parado, jamás se paran ahí. Sigo caminando y cuando llego reviso mí celular sin mirar hacia arriba.
– Hijo. ¿Está todo...? –levanto la vista.
¡BUM!. Me encuentro con Jake en carne y hueso, me paralizó al instante. Se gira hacia mí y nuestras miradas se encuentran. ¡Maldición! ¿Que hace aquí?.
– Mamá... Bienvenida –Adler viene hacia mí–. Justo estábamos hablando de ti.
No reaccionó ante lo que dice, miro fijamente a Jake. Su mirada pasa se Adler a mí varias veces.
– ¡MAMÁ! –nos mira–. ¿Se conocen? ¿Por qué se miran así...?
– No, es que... Es un empresario conocido, hijo –miro a Nicole–. Hija, toma tus cosas, nos vamos a casa.
– Mamá. ¿Recuerdas al señor Oliver? –me pregunta.
– Si, lo recuerdo –le sonrío a Oliver–. Me alegro al verlo de nuevo.
– Igualmente Natasha –me responde.
– Ya vámonos a casa, Adler –le digo–. Estoy cansada y quiero dormir.
– Aamm... Mamá, el señor Vassil quiere que vaya a ver su auto –me dice–. Vamos hasta su mansión y nos lleva a casa. ¿Podemos...?
– No –respondo directamente y miro a Jake–. No pueden, no creo que le gusten los mecánicos.
Jake me mira apenado, yo no le hago caso. Después de dieciséis años aprendí a dejar de quererlo.
– N-No debe preocuparse por sus hijos –me dice Jake–. Estarán bien.
– Hay un horario, no atenderán fuera de él –le digo fríamente–. ¡Nicole vámonos!. Hijo cierra el taller, por favor.
– Si, mamá –dice y mira a los Vassil–. Ella es la que manda, lo siento.
...****************...
JAKE
Me quedé de piedra al ver a Natasha, luego vi a los niños. Ambos con mis ojos. No puedo creerlo... no puede ser cierto.
Veo a Adler cerrar el taller, nosotros nos quedamos afuera. Todos hablan entre si, mientras Natasha está alejada, golpeando nerviosamente su pie contra el suelo. Me acerco a ella.
– Natasha... –la llamo.
– No, por favor, no –me dice cortante–. No vuelvas a llamarme, no vuelvas a acercarte a mis hijos.
– ¡Mamá!. Vamos –la llama Adler–. Yo conduzco.
– Claro, mí amor –ella le responde y me mira–. Estás advertido.
Veo como los tres se van en un auto verde.
¿Que he hecho?. Dios mio. ¿Que he hecho?. Perdoname Natasha, perdonenme hijos míos. Hice todo mal, todo mal.