*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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14.
MONTSERRAT DÍAZ
Saqué todos mis ahorros del banco. Vendí mi auto, que era lo único que mi padre no me quitó. Todas mis tarjetas habían sido bloqueadas. Él hacía su intento para que yo hiciera lo que él quisiera, pero no voy a ceder.
Estuve un mes rentando un cuarto y busqué empleo, pero todas las puertas se me cerraban. Nadie quería contratar a la hija de Magnate Díaz.
Durante ese mes, esperé que Aarón contestará mis mensajes, pero ni siquiera los había leído.
El dinero de mis ahorros no me iba a durar toda la vida, así que, tomé la decisión de cambiarme de ciudad, pero ahí también me fue igual. En todo este maldito país me iría igual mientras mi padre sea unos de los hombres millonarios de aquí. Me sentía acorralada y mi embarazo estaba avanzando.
De pensarlo tanto, decidí cambiarme de identidad. Cambiar mi nombre y quitarme el apellido de mi padre. Busqué asesoría en un bufete de abogados. Necesitaba estar en un sitio, necesitaba un poco de tranquilidad en mi embarazo.
Después de un par de meses, obtuve mi nueva identificación. Ya tenía alrededor de 20 semanas de gestación y mi embarazo se empezaba a notar. Cambié nuevamente de ciudad, cambié número de celular. Era como si Montserrat Diaz, se había muerto.
Con mi nueva ID, fui a una clínica, había bajado mucho de peso.
— Señora Violeta Dorn, puede pasar— Sí me había cambiado el nombre a Violeta Dorn, lo único que conservé de mi familia fue el apellido de mi abuela materna fallecida.
La doctora me recetó unas vitaminas y me hizo cita para el siguiente mes.
A mitad de mi embarazo, necesitaba descansar, pero también necesitaba trabajar. Tengo que valerme por mi misma. Si pude manejar una empresa, también podré manejar un negocio. ¿Debería invertir el poco dinero que tengo? ¿Y si no funciona? ¿Un café? ¿Una floristería? ¿Qué hago? ¿Qué puede funcionar aquí?
Estaba lejos de mi ciudad natal, lejos de mi familia, lejos de todo mi entorno. Estaba en un nuevo lugar, empezando de nuevo, esta vez ya no era Montserrat Díaz, la CEO, la hija del Magnate Diaz, esta vez empezaba como Violeta Dorn, una mujer embarazada,una mujer que necesita salir adelante.
Después de pensarla tanto, decidí arriesgar, decidí abrir una floristería. Todo mundo y en cualquier tiempo se envían flores, es uno de los detalles más comunes. Así que, me puse a investigar sobre lugares en venta. Es necesario comprar una casa con un lugar estratégico para que cumpla con ambas funciones, casa y negocio.
Compré una casa en el centro de la ciudad. Tomé un curso en floristería, me llevó un poco más de un mes entender todo sobre el mundo de las flores. Ya con un poco de información, abrí mi floristería.
Asistí a mi cita medica. Con 24 semanas de embarazo, ya era hora de ver el sexo del bebé y empezar a prepararme para su nacimiento.
— Parece que no quiere que sepamos que es— la doctora sonrió — Cruzó sus piernitas y no se aprecia bien. Vamos a hacerlo mover.
— Aunque el sexo no importa, sino que nazca sana o sano.
—Listo. Es un varoncito. Y todo está bien con él. Dentro de un mes, te pondré la cita, para que te pongas una inyección de dexametasona, esto con la finalidad de hacer madurar los pulmones del niño. Cada vez estás más cerca de tener a tu bebé.
— Sí— me puse a llorar.
— ¿Estás bien? ¿Te duele algo?
— Doctora puedo hablar con usted. Quiero que alguien me escuche.
— Levántate — la doctora me limpiaba el gel del abdomen— Dime que te preocupa.
— ¿Puedo morir en el parto?
— Es una probabilidad, pero tú estás muy bien de salud y tu bebé está bien. Tu esposo debe estar feliz.
— Soy madre soltera. Estoy sola. No tengo a nadie. Mi familia no me quiere ver y no quiere a este bebé.
—¿Y el papá del niño?
— Él no está en el país. Ni siquiera sabe del bebé. A veces me entra el miedo. ¿Si muero en el parto, que pasará con mi hijo?
— Es normal sentir miedo, pero ya te dije que tú estás bien y el bebe también. No te preocupes. Él estrés solo nos adelantará el parto. Puedes anotar mi número, cualquier cosa puedes llamarme. No importa la hora.
— Gracias doctora— Ella me tomó las manos.
— No te preocupes, Violeta.
Salí de la clínica un poco más tranquila.
El tiempo iba pasando, a la floristería le iba regular, siempre tenía un par de encargos diarios, era lo suficiente para vivir. Había comprado una cuna, ropita para varón, mantillas y pañales.
Entré a mi Facebook, después de un tiempo. No había ni un solo mensaje de Aarón. En los últimos meses no ha actualizado nada.
Ivet me había enviado un mensaje al messenger. Tuve la tentación de revisarlo. Lo abrí. El mensaje tenía meses ahí. Ella solo quería saber si había viajado, y del porque no me despedí. Dejé el mensaje en visto.
Inmediatamente, ella me escribe.
— Leíste mi mensaje. ¿Dónde estás Montserrat? ¿Por qué me estas ignorando? Escuché un rumor, que tus padres te han desheredado, ¿Es cierto? Por favor, responde.
No respondí. Aunque Ivet, siempre fue buena conmigo, no quiero arrastrarla a mis problemas. Unas lágrimas rodaron por mi rostro.
Cerré la floristería. Me fui a mi cuarto. No me sentía bien emocionalmente. Tenía que relajarme. Aún faltan 2 semanas para el parto.
Empecé a sentir un poco de dolor en el vientre. Empezaron las contracciones. Llamé a la doctora. Le di mi dirección, ella llegó después de una hora. Ya había roto la fuente. Ella llamó a la clínica para qué prepararán el quirófano y enviará una ambulancia. Llegamos a la clínica, me llevaron de inmediato al quirófano, ya había dilatado lo suficiente.
Fueron varias horas de labor parto, que valieron la pena cada segundo. Mi hijo nació. Yo me sentía mareada de tanto pujar. Sentí un poco de sueño y cerré los ojos.