En un pequeño pueblo rodeado de montañas, Ana, una joven arqueóloga, regresa a su hogar tras años de estudios en la ciudad. Al descubrir un antiguo diario en el desván de su abuela, se ve envuelta en una misteriosa historia familiar que se remonta a la época de la guerra civil. A medida que desentierra secretos enterrados y enfrenta los ecos de decisiones pasadas, Ana se da cuenta de que el pasado no solo define quiénes somos, sino que también tiene el poder de cambiar nuestro futuro. La novela entrelaza el amor, la traición y la búsqueda de identidad en un relato conmovedor donde cada página revela más sobre los secretos que han permanecido ocultos durante generaciones.
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Capítulo 1: El Regreso a Casa
El aire fresco de la mañana envolvía a Ana como un abrazo familiar mientras bajaba del autobús en la pequeña plaza del pueblo. Había pasado años en la ciudad, inmersa en libros y excavaciones, pero ahora, al volver a su hogar, sentía una mezcla de nostalgia y ansiedad. Las calles empedradas, las casas de colores pastel y las risas de los niños jugando en el parque le traían recuerdos de su infancia, momentos que creía haber dejado atrás.
Mientras caminaba hacia la casa de su abuela, Ana recordó las historias que le contaba sobre sus antepasados, historias llenas de héroes y traiciones. Su abuela siempre había sido una fuente inagotable de relatos sobre el pueblo y su historia. Pero en los últimos años, la salud de su abuela se había deteriorado, y Ana sabía que esta visita era más importante que nunca.
Al llegar a la casa, se encontró con la puerta entreabierta. Un ligero crujido resonó al abrirla por completo. El olor a madera envejecida y a hierbas secas llenó sus sentidos. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas cubiertas de polvo, creando un ambiente casi mágico. Cada rincón parecía susurrar secretos del pasado.
—Ana, querida —dijo su abuela desde el salón, con una sonrisa que iluminó su rostro arrugado—. ¡Qué alegría verte!
Ana corrió hacia ella y la abrazó con fuerza. Su corazón se llenó de calidez al sentir el cariño incondicional que siempre había recibido de su abuela.
—He estado esperando este momento —respondió Ana—. Te he extrañado tanto.
Después de un rato de charlas sobre los viejos tiempos y los cambios en el pueblo, Ana decidió explorar el desván. Siempre había sentido curiosidad por ese lugar misterioso lleno de objetos olvidados. Con una linterna en mano, subió las escaleras crujientes y empujó la puerta polvorienta.
El desván estaba repleto de cajas apiladas y muebles cubiertos con sábanas blancas. A medida que examinaba cada objeto, encontró recuerdos familiares: fotografías antiguas, juguetes desgastados y cartas amarillas por el paso del tiempo. Pero fue un pequeño diario encuadernado en cuero lo que llamó su atención.
Con manos temblorosas, lo levantó y lo abrió cuidadosamente. Las páginas estaban llenas de una escritura elegante pero temblorosa. Era el diario de su bisabuela, alguien a quien apenas conoció pero cuya vida siempre había sido un misterio para ella.
Ana se sentó en el suelo polvoriento del desván y comenzó a leer. Las palabras la transportaron a otro tiempo: descripciones vívidas de un pueblo dividido por la guerra civil, amores prohibidos y decisiones desgarradoras que marcaron el destino de su familia.
Mientras leía, una sensación extraña comenzó a apoderarse de ella. Era como si las voces del pasado estuvieran llamándola, instándola a descubrir más sobre lo que había sucedido antes de que sus antepasados fueran olvidados para siempre.
De repente, escuchó la voz suave de su abuela llamándola desde abajo:
—Ana, ¿estás bien?
Ana cerró el diario con cuidado y se levantó rápidamente. Sabía que había encontrado algo importante; algo que cambiaría no solo su comprensión del pasado familiar sino también su propia vida.
—Sí, abuela —respondió mientras bajaba las escaleras—. Solo encontré algo interesante en el desván.
A medida que se reunían nuevamente en la sala, Ana sintió que ese regreso a casa era solo el principio de un viaje mucho más profundo e inesperado.