Valentina Rossi. Lo tiene todo: belleza, fortuna y un apellido que pesa más que el oro. heredera de un imperio empresarial, su vida parece más bien un cuento de hadas.
hasta que las amenazas en contra de su familia la obligan a aceptar algo que jamás imaginó: un guardaespalda personal que la siga a todas partes.
El es Gabriel Duarte, un hombre frío, reservado con un pasado que prefiere mantener en silencio. Su deber es protegerla, mantenerla a distancia y no involucrarse. Pero el carácter rebelde de Valentina, sus intentos de sacarlo de control, un chispa peligrosa que surge cada vez que se miran, lo hace que la línea entre la seguridad y el deseo comience a desmoronarse.
Entre lujos, intrigas familiares y enemigos ocultos que acechan en la sombra, Valentina descubrirá que el peligro siempre la asecha.
¿Podrá un guardaespalda endurecido por la vida, y resistir la tentación de enamorarse de la qué juró proteger? ¿O cederá, aunque eso signifique arriesgarlo todo?
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primeras grietas
Gabriel no respondió de inmediato. Su silencio era elocuente: lo había visto todo.
-- No vuelvas a culparte por lo ocurrido. -- Dijo Gabriel finalmente, con voz grave. -- no fue tu responsabilidad el que él mostrara. Quién es realmente. --
Valentina lo miró, y por un instante sintió que el muro entre ellos se comenzaba a romper. Había algo en los ojos de Gabriel, una chispa de preocupación genuina que iba más allá del deber.
-- Me dejaste sola con él, por un instante. -- susurró Valentina refiriéndose a Adrien, no al ataque. -- Y al final, solo estabas tú. Siempre eres tú. --
Gabriel desvió la mirada, como si esas palabras fueran un filo demasiado peligroso. Sabía que no debía cruzar esa línea, que su deber era proteger, no involucrarse. Pero aquella noche, tras el ataque, después de verla enfrentarse al peligro con valentía inesperada, comprendió que Valentina no era la niña frágil que muchos pensaban.
Era la heredera de un imperio, sí, pero también una mujer marcada por la pérdida, endurecida por la traición, y acompañada siempre por él, su sombra leal.
Mientras que en la mansión se escuchaban las sirenas de la policía y el eco lejano de los autos escoltando a los invitados sobrevivientes, Valentina y Gabriel permanecían en silencio en aquella casa apartada.
Valentina se recostó, cerrando los ojos un instante, sintió el peso de todo lo vivido caerle encima como una ola. Pero a diferencia de otras noches, no estaba sola. Gabriel estaba allí, como siempre, firme, inquebrantable, aunque mantuviera esa distancia que lo consumía por dentro.
La cena que debía sellar un compromiso se había convertido en una batalla. Adrien había mostrado su verdadera naturaleza: cobarde, calculador, incapaz de estar a la altura. Valentina, en cambio, había descubierto algo nuevo en sí misma: la fuerza de enfrentar el peligro y la certeza de que, aunque todos pudieran abandonarla, Gabriel estaría ahí a su lado.
La madrugada había llegado como un bálsamo, cubriendo con su manto azul las paredes de la pequeña casa de huéspedes en la que se habían refugiado tras el ataque. El fuego de la chimenea chisporroteaba suavemente, rompiendo el silencio que se cernía sobre ambos.
Valentina, aún vestida con el elegante traje de la cena se había quitado los tacones y los había dejado tirados en el suelo como símbolo de qué aquel mundo de lujos y máscaras ya no significaba nada en ese instante.
Gabriel permanecía de pie, junto a la ventana, vigilando con ojos atentos, la oscuridad que se extendía más allá de los jardines. Su postura era rígida, y sus manos cruzadas detrás de la espalda, como. Sí aún esperaba a una emboscada, como si nunca pudiera entregarse al descanso.
-- Gabriel. -- Rompió el silencio Valentina con voz suave. -- ¿Siempre vas a quedarte de pie como una sombra? --
El giro apenas la cabeza, sorprendido por el tono de su voz. No era una orden ni un reproche, sino una invitación.
-- Es mi deber. -- respondió Gabriel.
Ella lo miró fijamente, con los ojos oscuros brillando por la luz del fuego. -- ¿Y si alguna vez dejas de cumplirlo? ¿alguna vez que no hagas la guardia, aunque sea por unos minutos? --
Gabriel no contestó. Se limitó a desviar la mirada hacia la ventana. Cómo si la noche le ofreciera. Un refugio, contra preguntas que no quería responder.
Valentina suspiró. Estaba cansada de las evasivas, de esa pared impenetrable que él había construido entre ellos. Había llegado la hora de derribarla, aunque fuera un poco.
-- Quiero saber más sobre ti. -- dijo Valentina con determinación. -- No el guardaespaldas que todos ven, si no el hombre que está detrás de esa coraza. --
Gabriel frunció el ceño. -- No es necesario. --
-- Para mí sí lo es. -- replicó Valentina, acercándose lentamente hasta quedar a unos pasos de él. -- Pasamos día y noche juntos, me salvaste la vida más veces de las que puedo contar... y aún no sé quién eres de verdad. --
El silencio. Se hizo largo. Solo al crujir de la madera ardiendo y el viento colándose por las rendijas que llenaban el espacio.
Finalmente, Gabriel suspiró. Fue un gesto leve, apenas perceptible, pero para Valentina fue un triunfo: había logrado arrancarle un pedazo de su armadura.
-- Nací lejos de aquí. -- dijo en voz baja, casi como un murmullo. -- En un barrio donde la vida se medía con cicatrices y en la capacidad de sobrevivir un día más. --
Valentina se sentó en el borde de un sillón, con la mirada fija en él. -- ¿Y tus padres? --
Gabriela apretó la mandíbula. -- Mi madre murió cuando yo era muy joven. De mi padre... no hay mucho que contar.
Valentina notó que evitaba el tema. Cómo su tono se endurecía cada vez que la conversación rozaba esa herida. Decidió no presionar, pero sí prometió volver a ello.
-- ¿Y cómo pasaste de ese barrio a convertirte en guardaespaldas? --
Gabriel se apoyó contra el marco de la ventana, cruzando sus brazos. -- La vida me obligó a aprender a pelear antes de aprender a leer bien. Empecé en trabajos pequeños, protegiendo locales acompañando a empresarios que necesitaban seguridad extra. Tenía talento para anticipar movimientos, para mantener la calma bajo presión. Al final me en liste. cuando salí, seguí trabajando con lo único que sabía hacer, se corrió la voz. llegué aquí.
Valentina arqueó una ceja. -- dices "llegué aquí" como si fuera una casualidad, pero no lo creo. ¿Quién te recomendó? --
Guardo silencio. Valentina comprendió que había tocado otra fibra sensible. -- ¿Fue alguien cercano a mi padre? -- preguntó en voz baja.
Gabriel solo clavó su mirada en ella, sin responder. Ese silencio fue más elocuente que cualquier palabra. Valentina entendió que sí, habían cosas ocultas entre el hombre que había sido, y el hombre que ahora la estaba protegiendo.
-- Me intrigas. -- dijo Valentina, con una sonrisa suave, pero firme. -- Eres un hombre lleno de sombras, pero con un código de honor tan fuerte que casi me asusta. --
Gabriel ladio la cabeza, incómodo. -- No me deberías querer conocer esas sombras. --
-- Creo que sí. -- Replicó Valentina. -- Porque esas sombras son las que te hacen ser quién eres. --
pero esa cancelación debe ser un hecho en la prensa directa
ahora valentina debe tener mucho más cuidado
con ese loco de Adrien
Entonces dale dónde más le duele a Gabriel 🤣 en el Orgullo. ☺️