Bertha

Madre, ¿qué significa esto?, dijo Jonás, asqueado por la actitud de Bertha.

¿Nos permites?, vamos a vestirnos.

Jonás salió azotando la puerta.

Rato después...

Lucca salió, estaba tranquilo porque Bertha era dueña de su vida.

¿Mamá, cómo es posible que a tu edad te comportes como una p...?

No lo digas, lo conminó ella. Yo ya cumplí como esposa y madre. Ustedes ya tienen su propia familia. Y, además, yo no necesito pedir permiso para acostarme con el hombre que me guste.

Ah, y otra cosa, no vuelvas a entrar a mi casa sin ser invitado. Al menos hubieran tocado antes de entrar a mi cuarto.

Pero mamá, esto es inaceptable, no necesitas a un hombre a tu lado. A tu edad, solo haces el ridículo.

¿Y tú qué sabes de lo que yo necesito?, No soy de hierro. Necesito sentirme mujer, desde que tu padre murió he quedado muy sola, mis hijos no tienen tiempo para mí.

Ya mamá, no seas tan dramática. Nosotros teníamos que hacer nuestra vida, esa es la ley de la vida.

Yo lo sé, pero eso no significa que me abandonen.

Nadie te ha abandonado, madre. Aunque no venimos seguido, siempre estás presente.

Eso no me garantiza nada. Ustedes vienen solo cuando ocupan dinero. ¿Cuánto necesitas esta vez?

No digas eso, mamá. Nosotros te queremos, y no quiero que ese hombre venga a esta casa.

Esta casa es mía, y en ella entra todo el que yo quiera. Nadie lo va a impedir.

Ay, mamá, si sigues con esto lo más seguro es que no volvamos más por aquí.

Pues será decisión de ustedes. Yo voy a seguir con mi vida sin quitar nada, antes le agregaré más, dijo con una sonrisa pícara.

De verdad que estás loca, madre.

Jonás se fue con toda su familia.

Papá, ¿qué estaba haciendo mi abuela con ese hombre?, preguntó el hijo de Jonás.

Hijo, hay cosas que no entiendes, en cuanto seas mayor las entenderás.

Al quedar a solas, Bertha soltó la carcajada.

"Como si estuviera yo para rendir cuentas, a mis años"...

Los hijos de Bertha nunca la visitaban, la única que iba de vez en cuando era Cristina, la menor de los hijos.

Ella le llevaba despensa y alguno que otro regalo.

También la ayudaba con el quehacer de la casa. Ella también se había casado y tenía dos niños. Pero no los llevaba con ella porque eran muy inquietos. Y su madre necesitaba estar tranquila.

Bueno, al menos eso creía, nadie le había contado el incidente que tuvo con Jonás.

Mamá ya te hice de comer y te limpié toda la casa, ya me voy, vengo en dos semanas porque tengo que llevar a mis hijos a la escuela.

Sí, Cristina, muchas gracias.

De nada, mamá, ya sabes que yo te ayudo en todo lo que pueda.

Dos semanas después, Bertha fue a ver a su abogado.

Buenas tardes, señora, ¿en qué puedo servirle?

Por favor, quiero modificar mi testamento.

.

.

Marco y Luis seguían viviendo juntos, Marco lo ayudaba en lo que podía. Él nunca había tenido una casa propia, siempre había vivido en la calle, hasta que la mamá de Luis lo acogió en su casa.

Pero las desgracias no vienen solas, los niños iban a ser separados, los darían en adopción por separado.

Por eso Marco se llevó a Luis con él, y nunca los habían encontrado. Y ahora a Luis le iba bastante bien. Y por eso decidió ayudar a su hermano.

Oye marco, ¿por qué no entras a trabajar conmigo en la fábrica?

No, hermano, yo no quiero estar atado a un solo lugar. Quiero ser libre e ir a donde me dé mi gana.

Está bien, hermano, yo solo te hice una sugerencia, pero está en ti decidir.

Está bien lo tendré muy en cuenta, pero por el momento no pienso cambiar de trabajo.

Marco tenía una habilidad para la cocina. Fue a buscar trabajo a un restaurante como chef.

Está bien. Te pondremos a prueba una semana, si en esa semana das el ancho te puedes quedar de planta.

Y Marco pasó la prueba y pronto le dieron la planta.

Marco era muy bueno cocinando. A partir de allí él se esmeraba tanto que se hizo indispensable. El restaurante era muy conocido, la gente abarrotaba el lugar, diariamente.

A Marco le gustaban mucho las mujeres y él andaba con todas las que se dejaran no importaba su edad, ni condición social.

El tiempo pasó inexorable, al paso de los años Marco se iba convirtiendo en todo un hombre importante en la cocina. Era muy guapo, las chicas lo perseguían y él se dejaba querer.

Marco se tuvo que salir de la casa de su hermano y se fue a rentar un cuartito pequeño solo para él.

Si preguntan por qué se salió de dicha casa, es porque a Luis se le ocurrió la grandísima idea de casarse, obvio Marco no quiso hacer mal tercio.

Luis lo comprendió y dejó que se fuera con la condición de que no se separarían por mucho tiempo.

Y así empezó otra vez el calvario para Marco peregrinando de casa en casa.

A los 50 años, Marco fue despedido del restaurante porque contrataron a dos jóvenes de 30 años.

Con la liquidación que le dieron tuvo para pagar varios meses de renta de su diminuto cuarto.

Así era la vida de Marco.

Esa noche Marco decidió visitar un bar.

Marco era de esos hombres que no perdían el tiempo conquistando a una mujer.

Si ella le decía que no, simplemente buscaba otra y san se acabó.

Porque una cosa era que le gustaran las mujeres, y otra muy diferente era que les tuviera que rogar para que anduvieran con él. Si ella no quería, pues ni modo dejaba todo por la paz.

Por fortuna, la mayoría de las mujeres accedían a tener una noche de placer con él.

Marco les hablaba claro desde un principio y les decía que solamente era sexo porque él no se enamoraba de ninguna mujer.

Así las cosas, él era feliz con su modo de vida, ninguna mujer, hasta el momento, había logrado atraparlo, seguía soltero y sin compromisos.

Una noche Marco decidió ir a un bar, necesitaba distraerse un poco.

El bar estaba muy concurrido, fue a una mesita y pidió un whisky doble.

Él estaba tranquilamente tomando cuando a lo lejos vio a dos mujeres maduras tomando whisky.

Él le dijo al barman que les llevara otra botella en su nombre.

Señoras, el hombre que está en aquella mesa les manda esta botella.

Las dos mujeres voltearon y vieron a Marco que les hacía una seña con la copa en señal de saludo.

Tal vez fue amor a primera vista porque Bertha no perdió la oportunidad de platicar con ese caballero.

Le pidió al barman que le dijera al caballero que si gustaba acompañarlas a su mesa.

Marco accedió y al poco rato ya estaba con las mujeres platicando muy alegres.