Un poderoso alfa muere después de ser traicionado por alguien de confianza y regresa a la vida en el cuerpo de un Omega. Ahora con esta nueva oportunidad tratara de recordar quien fue el responsable de su muerte y vengarse de lo que le hicieron
NovelToon tiene autorización de Evvy para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 3
Capítulo III: El Omega que Despierta Lobos
Desde el combate, el aire en la fortaleza había cambiado; solo habían pasado dos días desde mi combate con Caelum. Los alfas ya no me miraban con desprecio, sino con una mezcla de respeto y temor, aunque no habían los que seguían despreciandome por ser Omega. Caelum no volvió a cuestionar mi lugar a su lado. Aunque no lo dijera en voz alta, sabía que yo no era un omega común. Era un líder disfrazado de sumiso. Un lobo que había aprendido a caminar entre sombras. Otra cosa que cambio fue la jerarquía en la manada, está comenzó a tambalearse por mi presencia
Los omegas de la manada, antes silenciados, empezaron a levantar la mirada. Algunos se acercaban en secreto, preguntando cómo había logrado enfrentar a Caelum. Otros simplemente me observaban desde lejos, como si mi existencia les diera permiso para soñar con algo más. Caelum ese día convocó al consejo de guerra. Me senté a su derecha, algo que nunca antes había ocurrido con un omega. Las miradas eran cuchillas. Pero yo ya no sangraba por ellas.
—Necesitamos reforzar las fronteras del Este —dijo uno de los alfas—. Los clanes menores están inquietos.
Aeris: No —interrumpí—. Lo que necesitamos es conquistar el paso de las montañas. Si tomamos ese territorio, controlaremos las rutas de comercio y obligaremos a los clanes a negociar bajo nuestras condiciones.
—¿Y tú qué sabes de estrategia? —espetó otro.
Aeris: Sé lo suficiente—respondí, con voz firme—. Y si no me creen, puedo volver al círculo de combate. No tengo problemas en combatir con alguien más para así poder alzar la voz —. El silencio lleno la sala, nadie se atrevió a decir nada más, ya que no solo estaba mi amenaza sino también las palabras de su líder cuando me aceptó como su pareja y su igual. Caelum sonrió apenas.
Caelum: Aeris tiene razón —dijo—. El paso de las montañas será nuestro próximo objetivo.
Esa noche, reuní a los omegas en secreto. Les hablé no como su superior, sino como su igual. Les enseñé técnicas de combate, control de feromonas, tácticas de evasión. Les mostré que podían ser más que lo que les habían dicho. Que podían ser armas, líderes, estrategas.
Aeris: No quiero que me sigan por miedo —les dije—. Quiero que me sigan porque saben que podemos cambiar esto. Que podemos romper el ciclo.
Uno de ellos, un joven llamado Elian, se arrodilló frente a mí.
Elian: Eres el alfa de los que no tienen voz —susurró.
No respondí. No necesitaba hacerlo. Porque en ese momento, su mirada me dijo que algo había despertado. No solo en él. En todos. Hoy soy la voz de ellos, en el pasado fue uno que los silenciaban, que tan cegados pueden estar las personas como para inculcarnos que los alfas son fuerza y los omegas son solo un adorno de estos
Caelum: Veo que te diviertes —. Me dice a mis espaldas asustando a los omegas que estaban frente a mí — Vuelvan a sus hogares — Caelum les dice serio, pero ellos dirigen su mirada a mi esperando mi autorización. Yo asiento y ellos se marchan —¡Vaya¡ Has hecho que mi voz pierda poder delante de los omegas. ¿Que cositas locas le metiste en la cabeza?— Hace esa pregunta mientras golpea mi frente con su dedo, yo aparto su mano molestó
Aeris: Solo la verdad. Que son personas y que igual que ustedes ellos también tienen derechos y voz— Veo como su mirada me evalúa unos segundos. Era como si quisiera meterse en mi mente y ver qué estoy pensando, lo aparte y pasé aún lado. No tenía tiempo de seguir esta estúpida plática
Caelum: ¿Y que hay de los deberes de los omegas?—Me detengo en seco ante su pregunta. ¿No me estará insinuando lo que creo?— Hablas de derechos, pero jamás has mencionado tus deberes —. Su sonrisa burlona me irrita en gran manera — He sido paciente porque me encanta esa actitud arrogante tuya, pero no cambia el hecho que sigues estando muy por debajo de mí —No creo lo que estoy escuchando. Este maldit* ¿En verdad se atrevió a insultarme? Me acerco a él y le propinó una patada en medio de sus piernas, en cuanto cae de rodillas tomo su rostro
Aeris: Mira machín desde ahora debes medir tus palabras cuando esté en frente tuyo, no vaya ser que pierdas las bolas por un error — Lo empujó y entro a la casa, dejándolo atrás, mientras se quejaba del dolor —Ser un Omega es más difícil de lo que pense— Me veo en el espejo de mi habitación, solo para ver esa cara toda delicada y un cuerpo completamente flaco— Debo agarrar masa muscular y hacer algo de ejercicio —. Y aunque lo diga, la verdad no creo que sea nada sencillo lo que me estoy proponiendo. Pero deseo intentarlo, seguir con este cuerpo delicado solo atraerá problemas
X: Oye tú —. Yo volteo a ver quién se atreve a hablarme así. Está mañana me levanté y decidí ejercitar mi cuerpo. podía sentir las miradas de algunas alfas en mí, mientras entrenaba, pero nadie se había atrevido a decirme nada hasta ahora —Aqui no están permitidos los omegas. Al menos que vengan a complacerme —Dice tocándose su cosa, mientras me ve con una sonrisa asquerosa. Desde que desperté en este cuerpo esas son las miradas que más recibo, estoy empezando a sentir asco por mi cuerpo. Le sonrió ampliamente al hombre y me acerco a él contoneando mis caderas
Aeris: Tal vez vine a eso. — Ese alfa sonríe al verme tan cerca. Su mano se desliza por mi cintura y me atrae hacia su cuerpo con una confianza que me repugna. Pero justo cuando cree tener el control, saco mi navaja y la entierro. El sonido del metal atravesando carne es seguido por un gruñido ahogado. La sangre brota, caliente, manchando mi mano y salpicando mi rostro. —Creo que dejé en claro que no soy alguien fácil de intimidar. El próximo que pruebe mi paciencia terminará como un maldito colador.
Me preparo para rematarlo, para dejarle unos agujeros más que le enseñen a no tocarme sin permiso. Pero antes de que pueda moverme, mis pies dejan de tocar el suelo. Mi cuerpo se eleva bruscamente y mi vista se llena de tierra y botas. Alguien me ha cargado como si fuera un saco de carne y me ha echado sobre su hombro.
Aeris: ¿Quién caraj…? — Mis palabras se apagan al sentir una palmada firme en mi trasero. ¿Está persona está buscando su muerte?
Caelum: Has causado muchos problemas. Parece que tendré que encerrarte para que te portes bien.
Su voz es grave, molesta, pero no débil. Resopla con fastidio, y yo me quedo quieto por un momento, calculando. Pero en cuanto mis pies toquen tierra, lo golpearé hasta que mi cuerpo no tenga energía para más.
No por venganza. No por orgullo. Sino porque nadie, nadie, vuelve a tratarme como un omega sin consecuencias.