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Mi Obsesión Eres Tú

Mi Obsesión Eres Tú

Status: En proceso
Genre:Arrogante / Venderse para pagar una deuda / Amor-odio / Casada con el millonario
Popularitas:8.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Crisbella

Catia Martinez, una joven inocente y amable con sueños por cumplir y un futuro brillante. Alejandro Carrero empresario imponente acostumbrado a ordenar y que los demás obedecieran. Sus caminos se cruzarán haciendo que sus vidas cambiarán de rumbo y obligandolos a permanecer entre el amor y el odio.

NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo V La amenaza

El primer mes en la Carrero Tower se asentó en un ritmo brutal. Para Catia, el lujo de la oficina ejecutiva se sentía menos como un privilegio y más como la jaula más elegante del mundo. Su jornada comenzaba antes del amanecer en la cocina de la panadería, donde cumplía con sus tareas para Felicia, y terminaba pasada la medianoche en el despacho de Alejandro Carrero.

La dinámica entre Catia y Alejandro era una cuerda tensada entre el odio profesional y una extraña dependencia.

Alejandro, fiel a su palabra, no le dio tareas humillantes; le dio tareas imposibles. Ella no estaba archivando; estaba haciendo due diligence en contratos millonarios. No estaba comprando café; estaba negociando horarios de vuelos privados que cambiaban cada media hora.

Él no gritaba; simplemente señalaba cada error con una precisión gélida que hacía temblar a Catia.

—La reunión con el Alcalde se movió a las once, señorita Martínez. Si el cambio no está en mi calendario digital, no existe. Un error de este calibre le cuesta al reino más que unos pasteles. —Su voz era un recordatorio constante de la deuda.

Pero lo más desconcertante para Catia era la demanda de perfección que él le imponía. Ella lo cumplía, usando su disciplina innata para crear un sistema tan riguroso que la vida de Alejandro, por primera vez, fluía sin fisuras. Ella se convirtió en el invisible motor de su eficiencia.

La cercanía forzada comenzó a tener efectos sutiles.

Catia, mientras organizaba su agenda, comenzó a ver al hombre detrás del empresario. Descubrió que Alejandro no era solo cruel; era incansable. Dormía un promedio de cuatro horas, y su ética de trabajo era tan brutal que rozaba el autosacrificio. Vio que su soledad no era solo una preferencia, sino quizás una necesidad impuesta por un mundo que solo respetaba la fuerza. A veces, cuando él pensaba que ella no lo veía, había una sombra de cansancio en sus ojos que despertaba en ella una punzada de la compasión que tanto quería reprimir.

Alejandro, por su parte, se encontraba lidiando con una nueva y frustrante emoción. Estaba irritado por la inexplicable belleza de Catia al final de una jornada de 18 horas, y por la forma en que su presencia había humanizado su oficina. Su eficiencia era innegable, pero su inocencia era un disturbio constante. Una tarde, Catia dejó un pequeño sándwich de su tía sobre el escritorio de Alejandro, sabiendo que él no había comido en diez horas.

Cuando Alejandro lo vio, su primera reacción fue la furia por la audacia de la intrusión.

—¿Qué es esto? —demandó.

—Es un sándwich de pavo. Y su reunión es en veinte minutos, señor Carrero. Necesita comer —respondió Catia, con la misma firmeza tranquila que usaba para corregir los calendarios.

Alejandro quiso arrojarlo a la basura, pero el hambre y la extraña certeza en los ojos de ella lo detuvieron. Lo comió. Y por primera vez en años, sintió que alguien se preocupaba por su bienestar, algo que lo enfurecía y lo desconcertaba a partes iguales.

La tensión crecía. El odio que Alejandro sentía por la interrupción de su vida se mezclaba con la admiración forzada por su habilidad. El miedo de Catia se matizaba con una compasión prohibida por su soledad.

El camino entre el amor y el odio se volvía más borroso cada día, y el inevitable punto de quiebre se acercaba rápidamente.

La tensión en la oficina de Alejandro estalló dos meses después de que Catia comenzara su rutina. La causa no fue una reunión fallida ni un error en la agenda, sino una llamada que Alejandro tomó en privado, cuya furia sorda resonó incluso a través de la pared de cristal.

Minutos después, Alejandro salió de su oficina con el rostro pálido bajo su habitual bronceado.

—Empaque una maleta, señorita Martínez. Nos vamos. Ahora mismo.

—¿Un viaje de negocios, señor Carrero? —preguntó Catia, con la tableta en mano.

—No. Es personal y familiar. El único tipo de caos que no puedo controlar, y el único tipo que amenaza directamente esta torre —espetó, su desprecio por el tema evidente.

Alejandro le explicó, a regañadientes, la situación. Su abuelo, Don Rafael Carrero, el verdadero patriarca de la fortuna familiar, vivía retirado en la hacienda familiar, a varias horas de la ciudad. Don Rafael era un hombre de la vieja escuela, inmensamente rico y aún más poderoso que su nieto. Su última exigencia era un ultimátum: Alejandro debía casarse y asegurar la continuidad del linaje en seis meses, o Don Rafael desmantelaría y vendería la empresa.

—El viejo lo ha hecho antes —dijo Alejandro, con un odio palpable en la voz—. Y esta vez lo hará. Necesito ir a apaciguarlo, y usted vendrá conmigo.

—¿Y por qué yo? —preguntó Catia, desconcertada.

Alejandro se acercó, la miró de arriba abajo con esa frialdad evaluadora. —Porque, señorita Martínez, usted es mi asistente. Y mi abuelo odia que pierda el tiempo. Usted no es mi esposa, ni mi novia, ni siquiera mi amante. Usted es un activo. Su presencia le demostrará que estoy demasiado ocupado construyendo el imperio como para caer en sus ridículos chantajes. Además —añadió, con una media sonrisa cruel—, usted es mi deuda. Y mi deuda viaja conmigo.

El viaje en el coche de lujo de Alejandro fue un ejercicio de intimidad forzada. Nunca habían estado solos fuera de la oficina; la cabina del coche se sentía pequeña y cargada.

Catia se sentó en silencio en el asiento del copiloto, sintiendo el calor del sol a través del cristal mientras observaba el perfil severo de Alejandro. Él no hablaba, pero su tensión era palpable. Por primera vez, Catia vio una grieta en su imponente armadura: miedo y resentimiento hacia su abuelo.

A mitad del camino, Catia se atrevió a romper el silencio. —Su abuelo... él lo ama, ¿no? Por eso le exige que se case. Quiere que su legado continúe.

Alejandro rió, un sonido áspero y sin humor. —Mi abuelo solo ama el poder. Y me quiere encadenado a una mujer que él elija. Yo no tengo tiempo para el afecto, señorita Martínez. El afecto es una variable ineficiente.

Catia, la joven que vivía por el afecto, no pudo evitar sentirse ofendida.

—Quizás la ineficiencia que usted tanto odia es lo único que nos hace humanos, señor Carrero.

Alejandro frenó en seco en una gasolinera para cargar combustible. Se giró hacia ella, sus ojos oscuros fijos en los de ella.

—Tenga cuidado, Catia. No intente psicoanalizarme. Su trabajo es organizar mi vida, no cuestionarla. Olvide su inocencia y concéntrese. En la hacienda, mi abuelo querrá usarla para provocarme. No le dé el gusto.

Mientras esperaban, Alejandro salió brevemente del coche para una llamada urgente. Catia aprovechó para estirar las piernas y, sin querer, vio un mensaje emergente en el teléfono de Alejandro que había quedado en el asiento. Era del abogado: “Don Rafael ya está tomando medidas para congelar los activos. El ultimátum es real.”

La visión de la Torre Carrero desmoronándose bajo la fría ira del abuelo de Alejandro la golpeó con fuerza. La deuda de Catia no era solo sobre pasteles; era sobre el destino de miles de empleos y el colapso del imperio de un hombre que, a pesar de su crueldad, había trabajado toda su vida por construir.

Cuando Alejandro regresó, la mirada de Catia había cambiado. Ya no había miedo, sino una mezcla de comprensión y una determinación férrea.

—Sé que su abuelo está hablando en serio —dijo Catia en voz baja—. Y sé lo que significa perder lo que ha construido.

Alejandro la miró con una intensidad nueva. Ella había visto su vulnerabilidad, su amenaza, su secreto, y en lugar de huir o condenarlo, le ofrecía una comprensión silenciosa. En ese momento, la línea entre el odio y el amor, entre el jefe y la empleada, entre la inocencia y la crueldad, se tensó peligrosamente, obligándolos a un nuevo nivel de incómoda complicidad. El juego de la vida de Alejandro se había convertido, de pronto, en el juego de Catia también.

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Maria Gonzalez Gonzalez
mendigo viejito nalgas miadas, ya consiga le una novia tóxica pa que esté ocupado y no se meta donde no lo llaman 😁🤣😜
jacqueline mercedes Velásquez Freite
me fascina como se está desarrollando la trama
jacqueline mercedes Velásquez Freite
Alejandro estás enfermo y tu necesitas mucha ayuda búscate un buen psicólogo para que puedas avanzar
jacqueline mercedes Velásquez Freite
hay no otra puti zorra se va aliar con el demente de Sebastián
jacqueline mercedes Velásquez Freite
será que hay un bebé 🤭lindo y que se
jacqueline mercedes Velásquez Freite
ese viejo si jode
Mary Ney
Escritora que buenos capitulo ella fue más inteligente que ellos y supo llegar a la raíz del problema wao Escritora estuvieron estupendo 🥰
jacqueline mercedes Velásquez Freite
Catia no se lo pongas tan fácil
jacqueline mercedes Velásquez Freite
tu un troglodita no mereces el amor ❤️ de Catia por bruto
jacqueline mercedes Velásquez Freite
esto está es bueno
jacqueline mercedes Velásquez Freite
este hombre es un neandertal
jacqueline mercedes Velásquez Freite
te vas arrepentir por Brito y desconfiar en la única persona que te es lear
jacqueline mercedes Velásquez Freite
Alejandro te vas arrepentir por meter a una zorra a trabajar
jacqueline mercedes Velásquez Freite
Alejandro dique hasi no te dejes llevar por los demás
-Beaymear-
me encantaaa 😭 Ella lo curo, necesito masss
-Beaymear-
No puedo soportarlo, quiero massssss😭
Emperatriz Reales
Q se vaya, no importa q despues vuelva, pero q le enseñe q lasmujeres honestas se respetan
Maria Garcia
me encanta su trabajo
Lilith😈
No se la merece desde que la conoció la trató como un contrato, un objetivo que adquirió por medio de un papel una transacción.
ines polo
porfa más capitulos 🙏
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