Una mujer que desea ser madre a como de lugar, convirtiéndose en una obsesión que está a punto de hacer fracasar su matrimonio.
Eliza y Eduardo enfrentan muchas dificultades para conseguir ser padres, y en el proceso mejorar su relación de pareja.
Un día de navidad, Eliza pide un deseo, que su hijo o hija llegue a ellos como una bendición. Y que sin importar si tienen hijos o no, su relación con su esposo mejore.
¿Se cumplirá su deseo de navidad?
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Capitulo XIII. Hermano Mayor.
Eduardo estaba sentado al lado de Eliza, que aún dormía m A el le parecía extraño que aún no despertará. Pero los médicos le habían dicho que era normal por el tiempo que había pasado sin atender su condición, su cuerpo necesitaba un descanso.
Ya no le colocaron más analgésicos. La dosis que le habían colocado previamente solo era para estabilizarla y que descansará. Ahora los médicos deberían buscar una manera diferente de aliviar el dolor si volvía a presentarse.
Aún cuando Eduardo había manifestado su intención de continuar con el embarazo, estando seguro que su esposa estaría de acuerdo. Quería hablar con ella sobre esa decisión y así que ella la confirmará.
Mientras tanto, una trabajadora social de la casa hogar los visito en el hospital.
Eduardo sorprendido, saludo a la mujer mayor, que no era la misma que conocían y pregunto el motivo de su visita.
- Nos enteramos que su esposa estaba hospitalizada, y decidimos hacerle la visita aquí en el hospital. - decía la señora observando todo alrededor en la habitación del hospital.
Eliza dormida en la cama, conectada con un monitor cardíaco, y el suero en su brazo. Un mesita en un rincón con algunas cosas necesarias para la paciente como artículos de aseo, y algun medicamento. Una cama adicional del lado contrario del lugar de Eliza, ya que la habitación era para dos personas pero por los momentos estaba solo Eliza y su pequeña familia, lo que les daba algo de privacidad a los tres. Y vio el sofá en el otro extremo de la habitación, a los pies de ambas camas. Allí el pequeño Miguel había pasado la mayor partes de su tiempo en las últimas 24 horas. Jugando, comiendo y durmiendo.
- Veo que no ha conseguido quien lo ayude con Miguel - dijo la señora.
Eduardo la observo receloso.
- Está es una visita de seguimiento con el caso de Miguel? - pregunto temeroso de la respuesta.
- Bueno, queríamos ver cómo se las estaban arreglando en estos momentos sabiendo los antecedentes familiares de ambos. Y también queríamos proponerle que dejara a Miguel con nosotros mientras se soluciona la situación médica de su esposa. - explico la mujer - Esta sugerencia es de parte de la directora de la institución - comento la licenciada mientras realizaba unas anotaciones.
Miguel al escuchar se levantó caminando rápidamente hacia Eduardo y lo abrazó con fuerza.
- No quiero alejarme de mi papa y mi mamá, por favor. Quiero quedarme con ellos y ayudar a que mi mami se cure - pidió el niño casi en tono de súplica.
La mujer se sorprendió al escucharlos llamarlos mamá y papá.
- Disculpe, donde está la trabajadora social que lleva nuestro caso. Que es el que nos visita siempre? - pregunto Eduardo temiendo quieran quitarles a Miguel.
- Ella está realizando otra asignación en este momento, pero les envío sus saludos - explico la mujer con una sonrisa, tratando de tranquilizarlos.
- Okey, como ya escucho de Miguel, el se quedará con nosotros. según lo que me informaron los médicos, a mi esposa la darán de alta lo más pronto posible. Probablemente mañana estemos en casa de nuevo. así que no se preocupe por Miguel. - explico Eduardo - Gracias por su ayuda - concluyó Eduardo.
La trabajadora social se quedó mirando a Eduardo que cargaba a Miguel, que se veía algo asustado de que lo enviaran de nuevo a la casa hogar. Aún cuando no lo trataban mal, no era igual a tener una mamá y un papá que lo quisieran solo a él.
La mujer mayor paso su vista de Eduardo y el niño a Eliza. La joven mujer se veía frágil dormida así como estaba. De pronto, ella comenzó a moverse. Eliza comenzaba a despertar.
- le agradezco por favor, nos deje atender a mi esposa. - le dijo Eduardo a la visitante, buscando que se retirará lo más pronto posible.
Eduardo estaba algo receloso de que quisieran llevarse al niño. Y por ahora no quería decir nada del embarazo. Sobre todo porque aun no sabían si el mismo seguiría su curso debido a la condición de su esposa y de los malestares y molestias que había tenido en esas semanas.
Finalmente, la señora se despidió deciendoles que volvería a visitarlo y se retiro de la habitación.
Allí Eduardo y Miguel respiraron con alivio. Y ambos se enfocaron en atender a Eliza que despertaba.
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Eduardo le explico a Eliza lo que le había pasado. Y le hablo sobre el diagnóstico y lo que le había recomendado el médico sobre "interrumpir el proceso". Inmediatamente Eliza se negó.
- No haré eso. Es mi hijo. Puedo llevar el embarazo completo. - dijo decidida.
- Eliza, recuerda que has tenido mucho dolor y malestares. Además tenemos a Miguel. - dijo en voz baja Eduardo, mientras observaba a su hijo dormido en el sofá. - ¿Estás segura de tu decisión? - pregunto él, sabiendo cuál sería la respuesta de la joven mujer.
Eliza volvía a afirmar vehemente su respuesta afirmativa de continuar con el embarazo.
- Lo suponía. Por lo que le hice saber nuestra decisión al médico sobre seguir con el embarazo, princesa. Debemos tomar la decisión de cuáles médicos especialistas te atenderán durante el embarazo y en caso de alguna situación de emergencia. - le explico Eduardo - ¿Y como seguiremos con la adopción? - dijo Eduardo.
- Miguel es nuestro hijo. Y será el hermano mayor ahora. - dijo con ternura Eliza, mirando a su pequeño Miguel.
- Si, así es. Nuestro pequeño Miguel será hermano mayor. - dijo Eduardo con una sonrisa.
- ¿Como te sientes? - le preguntó Eduardo. No le gustaba verla sufrir. Estaba consciente por lo que hablo con el médico que el embarazo sería duro para ambos.
- Mucho mejor. Que bueno que venimos al médico. Yo con mi terquedad de no venir, estuve a punto de perder a mí bebé. Pero ahora podemos tomar precauciones para que todo esté bien. Cierto, amor? - pregunto con esperanza Eliza.
- Si, cariño. Cierto. - respondió Eduardo besando el dorso de su mano y apoyando su mejilla en ella.
El camino que estaba delante de ellos sería duro. Pero al final tendrían una hermosa recompensa.
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A Eliza le dieron el alta en el hospital al día siguiente, y pudieron regresar a su apartamento, Eduardo, Eliza y él pequeño Miguel como una familia. Aún cuando estuvo en el hospital con ellos y veía a su mamá adoptiva acostada en la cama, con equipos y tubos conectados a sus brazos, no supo lo que en realidad sucedía. Solo que Eliza estaba enferma.
Así que Eliza y Eduardo se preparaban mentalmente para decirle a su pequeño hijo adoptivo la buena noticia del embarazo de Eliza. También se preparaban por si había rechazo o miedo por parte del niño debido a este evento.
Pasaron varios días en los que Eliza se sentía bien. Ahora consciente de su estado, tomaba las medidas necesarias para evitar incomodidades, e intentar que no volvieran a aparecer los síntomas. Aún así aparte de las vitaminas que debía tomar, los médicos habían recetado un analgésico suave que no afectaría la formación del embrión. Apenas Eliza estaba cercana a las ocho semanas de gestación.
Tanto Eliza como Eduardo buscaban un médico especialista en su caso, que la ayude durante el transcurso de su embarazo, y planifique una cesárea, que es lo más probable debido a su condición.
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Ya han pasado varios días desde que dieron a Eliza de alta en el hospital. Y tenia unos días libres en el trabajo por médica. Así que aprovecho de estar con el pequeño Miguel y de cuidar de si misma, y de su embarazo también, en esos días.
Miguel estaba muy feliz de convertirse en hermano mayor. Aún cuando el proceso de adopción seguía su curso y la trabajadora social (la nueva, no la anterior amable) había ido nuevamente al apartamento a supervisar que todo estuviera bien, ya ellos se consideraban una familia.
El día que le dijeron a Miguel sobre el embarazo, fue como ellos suponían un tema que le causó algo de miedo al niño. Ya que supuso que como habían logrado el embarazo, ya no lo querían a él, y lo devolverían a la casa hogar.
Recuerdo.
- ¿Por qué lloras Miguel? Pensé que estarías contento. - pregunto Eliza acariciando el cabello del pequeño.
Los tres estaban sentados en la sala conversando, sentados en el mueble, cerca del árbol de navidad y el pequeño nacimiento que adornaba el pie del árbol 🌲
- Mami, ¿ya no me quieres, verdad? - dijo el pequeño con los ojos cristalinos debido a las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojitos.
Miguel al enterarse de la noticia, sintió que su corazón se aceleraba.
"Otra vez solito en la casa hogar" pensó lleno de tristeza y miedo.
A Eliza le dolió el corazón al escuchar esa pregunta de su hijo. Antes que pudiera contestar, el niño volvió a hablar.
- ¿Papi, tampoco me quieres? ¿Hice algo malo? - pregunto Miguel a Eduardo, con la tristeza reflejada en su pequeño rostro.
A Eduardo se le llenaron los ojos de lágrimas. No esperaba esa reacción de su hijo adoptivo. Sabía que sería difícil que el aceptará el embarazo debido a como había llegado a sus vidas, pero no pensó que el niño pensaría que se habían embarazado porque el había hecho algo malo, y lo devolverían a la casa hogar, debido a eso.
- No has hecho nada malo, pequeño. No pienses eso. - le explico Eduardo abrazando al niño.
- No te devolveremos a la casa hogar. No podemos. Eres nuestro hijo mayor. - le explico Eliza con una sonrisa, mientras también lo abrazaba.
A Miguel se le iluminaron los ojitos cuando escucho la frase "hijo mayor".
- ¿Soy su hijo mayor? - pregunto de vuelta el pequeño con incredulidad y sorpresa.
- Si, eres nuestro hijo mayor. Y serás el hermano mayor de nuestra hija o hijo. Podrás cuidarlo junto a nosotros y jugar con él o ella. - le explico Eduardo con una sonrisa que tranquilizó el corazón del pequeño.
- ¿Quieres ser el hermano mayor? - le preguntó Eliza mirando el rostro del niño con una sonrisa.
Era increíble ver en su rostro la emociones por las cuales pasaba el niño en ese momento. Del miedo a la tristeza, y de la esperanza a la emoción. Pensaba Eliza.
- Siiiiiiii - grito Miguel emocionado - seré el hermano mayooooorrrr - exclamó con emoción, mientras se lanzaba a abrazar a sus padres adoptivos.
Ambos, tanto Eliza como Eduardo, besaron las mejillas del pequeño. Amaban al niño tanto como se podía amar a un hijo de su propia sangre.
Ahora solo debían esperar que el proceso de adopción concluyera, y que el embarazo de Eliza siguiera su curso en tranquilidad y sin malestares. La última sería algo difícil. Pero tenían la esperanza de que así sería.
Fin del recuerdo.
Eliza estaba feliz que Miguel haya aceptado su embarazo, y se considerará un hermano mayor, luego de esa conversación.
Ambos estaban desayunando tranquilamente en la mesita de la cocina, mientras conversaban de lo que harían luego de comer, y a veces reian. Ya Eduardo había salido a trabajar. Cuando el timbre de la puerta del apartamento, sonó.
- Que raro. Es muy temprano para visitas. será Eduardo. Se le habrá quedado algo? Pero el tiene llave. - murmuró pasta si misma Eliza, mientras se levantaba e iba a la puerta.
- Sigue comiendo Miguel. Voy a ver quien es. - le pidió Eliza con una sonrisa.
Al abrir la puerta, estaba la nueva trabajadora social. Eliza se sorprendió.
- Buenos días, Licenciada. Como está? Disculpe, ¿no sabía que hoy había una visita de parte de la casa hogar? - dijo Eliza confundida.
- Buenos días. No había una visita agendada. Pero en vista de alguna información que llegó a nuestros oídos, decidi venir a hablar con usted y su esposo, por el bien de Miguel. - explico la señora, que venía muy seria.
- Claro. Eh... Mi esposo no está. Si usted quiere Podemos hablar nosotras y luego le comento a mi esposo... O puede venir a la tarde. Ya en la tarde mi esposo está en casa. - explico Eliza, haciendose a un lado para dejar pasar a la señora a la sala.
La trabajadora social pensó un momento.
- Regreso en la tarde. Es importante que su esposo esté presente. - dijo la seño, y luego asomándose para dirigirse a Miguel - Buenos días, Miguel. volveré más tarde. Buen provecho - dijo con una sonrisa. - Nos vemos más tarde, señora Eliza - dijo sería la señora y se fue.
Eliza se quedó en la puerta sorprendida por esa visita improvisada.
" Que habrá sucedido que no me lo puede decir a mí solamente" pensó Eliza mientras cerraba la puerta.
"Llamaré a Eduardo" pensó nuevamente.
- A seguir comiendo, Miguel. - le dijo Eliza a Miguel, para sentarse a la mesa con él y seguir comiendo.
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Felicidades autora excelente historia...
Que sigan los éxitos!!!!