Luego de morir Oriana entra a una de las últimas novelas que leyó. Amor sin barreras.
Una historia la cual le había parecido un poco patética la verdad, pero le encantaba ver cómo las cosas a la villana nunca le salían bien.
¿Podrá Oriana cambiar la suerte de nuestra jodida villana, sabiendo que de eso mismo depende su vida?
Nueva historia, odienme, critiquenme, pero está historia la llevo pensando desde hace un tiempo. Iré subiendo capítulo hasta que me acomode con la trama de las otra dos. Prometo no dejarlas colgadas. Bueno dicho esto... Empecemos .
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cap. 10
La mañana llegó y Camila se despertó temprano, ya que su tío la había mandado a llamar. Luego de prepararse, bajó luciendo un pomposo vestido y tomó asiento junto a su tía Linda. Fabián seguía molesto por lo sucedido la noche anterior, así que se limitó a comer en silencio.
De pronto, un sirviente se acercó con flores en las manos.
—Disculpe, señorita. Le acaba de llegar este presente. Es de parte del príncipe Manuel.
Camila miró el hermoso ramo, tomó la tarjeta y la leyó:
*"Te estaré esperando para desayunar..."*
**Príncipe Manuel.**
Linda sonrió.
—¿Qué dice?
—Que me espera para desayunar juntos...
—Oh, bueno. Come algo ligero y luego nos vamos.
Oriana miró a su tío y, tras un suspiro, habló:
—Tío, lamento todo lo sucedido anoche. No fue mi intención mentirte, pero vine aquí con la intención de olvidarlo. No creí que él fuera el príncipe de este imperio, mucho menos que dejaría todo para comprometerse conmigo. Sé que quieres protegerme, pero créeme cuando te digo que yo puedo convertirme en un verdadero dolor de cabeza si me lo propongo. ¿En serio crees que él podrá conmigo? Ya verá... de verdad cambió por mí.
Fabián suavizó su expresión.
—No estoy enojado contigo, sino conmigo. Mi hermano me pidió que te cuidara de los sinvergüenzas de esta sociedad, ¿y qué hago yo? Te descuido cinco segundos y vas y te metes con el rey de los sinvergüenzas.
Linda lo miró fulminante, y él se corrigió de inmediato.
—Le daré un voto de confianza y dejaré que te corteje. Si en este tiempo veo que realmente cambió, no me opondré a su unión. Pero si sigue con la misma vida que lleva, juro por Dios que te llevaré muy lejos de aquí y jamás volverás a verlo, aunque Aurelio se oponga.
Oriana sonrió. Nunca, en su antigua vida, alguien se había preocupado tanto por ella. Se sintió miserable por mentirles de esa manera, y sin poder evitarlo, sus lágrimas comenzaron a brotar. Fabián, sorprendido, se acercó para consolarla, pero ella se levantó y lo rodeó con los brazos, hundiendo el rostro en su pecho.
Fabián miró a su esposa, y esta le sonrió antes de indicarle que la abrazara. El ministro lo hizo con ternura.
—Gracias por cuidar de mí.
—Por supuesto que siempre cuidaremos de ti, cariño. Eres nuestra pequeña sobrina.
Oriana asintió. Después de eso, la familia continuó desayunando con normalidad antes de dirigirse al palacio.
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Un carruaje con el escudo de la casa Navarro llegó al palacio. Los emperadores y el príncipe ya se encontraban en la entrada.
Manuel se había reunido temprano con sus padres para anunciarles que tenía una sorpresa. Cuando quisieron hablarle de su prometida, él hábilmente desvió el tema y prometió que lo hablarían después de la sorpresa.
Cuando el carruaje se detuvo, el príncipe se acercó para esperar a Camila. El ministro fue el primero en bajar y ayudó a su esposa a descender, pero cuando intentó hacer lo mismo con Camila, Linda lo detuvo con un gesto para que dejara que el príncipe la ayudara.
Camila bajó con elegancia y sonrió cálidamente al ver a Manuel. Él se inclinó para besar su mano y susurró:
—Empezó el show.
Ella fingió apenarse y se mostró tímida.
—¿Ya lo saben?
—Estaba esperando a que llegaras.
Caminaron juntos hasta llegar ante los emperadores, y Manuel habló con una sonrisa radiante:
—Madre, padre, les presento a la señorita Camila Navarro... mi prometida.
<<¿Qué has dicho?>>
Tanto la emperatriz como el emperador se quedaron de piedra al escuchar las palabras de su hijo.
El ministro, al ver que ninguno reaccionaba, intervino:
—Majestades, creo que es mejor hablar de estos asuntos en privado.
Estela asintió y Diego frunció el ceño antes de hablar:
—Vamos dentro. Necesito una explicación sobre todo esto.
Los seis ingresaron al palacio y tomaron asiento en el comedor, donde Manuel había preparado todo para desayunar en familia con los Navarro. Entonces, tomó la palabra:
—Padres, siempre me han pedido que siente cabeza. En estos últimos años he dedicado mi tiempo a buscar a esa mujer especial que me haga desear formar una familia. En mi viaje a Alfea conocí a la señorita Camila, y quedé hipnotizado no solo por su belleza, sino también por su voz. Empezamos a vernos con frecuencia, pero cuando llegó la carta donde me informaban que me habían encontrado una prometida, ella creyó que yo estaba jugando con sus sentimientos… y no la culpo, mi fama es conocida en varios imperios. Quise explicarle la situación, pero ella huyó...
Antes de que metiera la pata, Camila intervino con otra versión:
—Me fui para olvidarlo. No sabía que era un príncipe de este imperio. Le pedí a mi padre que me dejara viajar para convertirme en cantante, pero en realidad lo que quería era irme lejos para no volver a verlo. —La emperatriz la observaba con atención.— Mi doncella averiguó que él era un señorito de familia noble con fama de mujeriego, pero nunca supe de su título. Mi padre, al querer mi felicidad, me envió a visitar a mis tíos por una temporada. Me estuve ocultando de él… Ayer me llegó una carta pidiéndome que nos reuniéramos y, aunque dudé, fui.
—Es la primera vez que estoy tan seguro de algo. Luego de verla otra vez no pude evitar preguntarle si quería casarse conmigo, y ella aceptó. Espero que esta noticia les cause tanta alegría como a nosotros...
El ministro de guerra permanecía en silencio, con el rostro sombrío. El emperador Diego lo notó.
—Fabián, ¿tienes algo que decir?
—Sí. —Linda apretó su brazo, pero él continuó—. No estoy para nada de acuerdo con esto.
La emperatriz frunció el ceño.
—¿Y se puede saber por qué?
—Porque no les creo ni una sola palabra. ¿En serio creen que soy idiota?
Camila y Manuel cruzaron miradas. El príncipe trató de mantener la calma.
—Ministro, no entiendo a qué se refiere...
—No sé cómo es que se conocen realmente, pero es evidente que están tramando algo. ¿Creen que me tragaré el cuento de que de pronto se enamoró perdidamente de mi sobrina?
Camila, sabiendo que ya no había vuelta atrás, continuó la farsa:
—Tío... ¿Por qué dices eso? ¿Crees que soy poca cosa para el príncipe?
—¿Qué? ¡No! Solo creo que hay algo que ambos no están diciendo. Esta historia no es convincente. ¿Por qué de pronto el príncipe querría casarse...?
Una idea cruzó fugazmente su mente. Su mirada se volvió asesina.
—Será mejor que no se le haya ocurrido tocarla...
—¿Qué? ¡No! Yo respeto a la señorita Camila. ¿Es tan difícil de entender que quiero desposarla?
De pronto, la emperatriz estalló en carcajadas.
—Te lo dije… él solo encontraría a su pareja...
El emperador sonrió al igual que su esposa. Manuel los miró, desconcertado.
—¿Qué quieren decir con eso?
La emperatriz sonrió con malicia y se dispuso a hablar...
1 no dijeron que otro poder tenía escondido la protagonista y porque no sabían cómo lo tomarían como si algo malo se aproximara
2 la relación de sus padres se supone que está mal visto que estén juntos pero no están ¿casados?