Yo, Lyra Vance, la autora que una vez dio vida a este mundo de pesadilla, ahora soy su prisionera. Ironías del destino, ¿no? Siempre me había fascinado la idea de trascender los límites de la realidad a través de la escritura, de crear mundos donde la oscuridad y el horror se entrelazaban en una danza macabra. Pero nunca imaginé que mis propias creaciones se volverían contra mí, que me arrastrarían a las profundidades de mi propia imaginación retorcida.
Fui Lyra, la escritora que tejía historias de terror con palabras afiladas como cuchillas. Pero ahora, soy Zephyr, la última víctima de mi propia pluma, condenada a un destino cruel y despiadado. Mis ojos, antes llenos de vida y curiosidad, ahora reflejan el terror que me rodea, la certeza de un final inminente, si no cambio el rumbo de la historia que yo misma escribí
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Capitulo 18
Mis pulmones se contraen, el aire es un fantasma inalcanzable. Mi corazón, un animal salvaje, golpea mi pecho con furia, cada latido un latigazo. Las ramas, dientes afilados, desgarran mis pies desnudos, el dolor me paraliza un instante, antes de obligarme a seguir corriendo. Corro, impulsada por un pánico ciego, sin saber de qué huyo. Pero el miedo, frío y punzante, me grita que debo escapar, o las consecuencias serán devastadoras. El bosque se cierra a mi alrededor, espesándose como una pesadilla, mientras las lágrimas brotan sin control, un río silencioso en mi rostro.
Un aullido de dolor, mezclado con súplicas de clemencia, me eriza la piel hasta el último vello. Quiero detenerme, pero mi cuerpo no responde a mis órdenes, me arrastra hacia el lugar donde los gritos, horribles y penetrantes, resuenan en el bosque. Mi carrera se detiene abruptamente, dejándome expuesta a una visión que desearía no haber presenciado. Un espectáculo de horror indescriptible se despliega ante mis ojos: una joven lucha, grita, patalea y llora, mientras un grupo de criaturas grotescas, con alas de murciélago, cuerpos reptantes y tentáculos que reemplazan sus brazos, la sujetan y desgarran sus ropas con una ferocidad salvaje.
No soy la joven que suplica, la que esas criaturas grotescas tienen a su merced para dañarla, pero siento su dolor como si fuera mío. Siento el terror punzante de saber lo que esas bestias pretenden: profanar su cuerpo, convertirlo en un nido de horrores, multiplicar la plaga de su existencia. La ropa de la joven se hace trizas, y me siento desnuda, expuesta, aunque no sea mi piel la que han despojado. De repente, un dolor insoportable, una intrusión brutal y lacerante, me hace gritar junto a ella. Las bestias la están tomando a la fuerza, y por alguna razón que escapa a mi comprensión, su dolor se siente como si fuera mi propia tortura.
Un grito ahogado se pierde en la almohada, mi cuerpo se hace un ovillo, temblando. Una pesadilla, pero no una cualquiera. Sentí la violencia, la carne desgarrándose, la profanación de esas criaturas. Y eso no debería ser posible. Ellas la lastimaron a ella, mientras yo dormía. Pero su dolor, su terror, su agonía, se sintieron tan reales como si los hubiera experimentado yo misma.
__Señorita? ¿Está usted bien? He escuchado un grito, ¿necesita ayuda?__. La puerta de mi habitación se abrió de golpe, y un grito de terror escapó de mis labios. Por un instante, creí que las criaturas de mi pesadilla habían venido por mí. Pero era Leonor, su rostro reflejando una profunda preocupación. Al verla, un suspiro de alivio me inundó. Agradecí mentalmente que su habitación estuviera contigua a la mía. No quiero quedarme sola después de la pesadilla que me había atormentado.
__Leonor, tuve una pesadilla terrible. Por favor, quédate conmigo. No puedo soportar la idea de dormir sola esta noche__. Leonor guardó silencio, y esa comprensión tácita fue un bálsamo. Pero el terror sigue acechando, así que le supliqué que se acostara conmigo. La cama es enorme, entramos las dos y sobra espacio. Leonor dudo, pero al final cedió. Solo entonces, pude sentirme un poco más segura, aunque la sensación de haber sido profanada, la violencia, el dolor, el miedo y la repugnancia siguen queriendo aferrarse a mí. No recuerdo el momento exacto en que me dormí, pero al abrir los ojos, la luz dorada del sol inunda la habitación, anunciando el inicio de un nuevo día.
__Buenos días, señorita. ¿Durmió bien?. El baño está listo, con agua caliente y sales de baño perfumadas.__. La mirada de Leonor me escudriña con una preocupación evidente. ¿Qué habrá visto mientras dormía? ¿Habrá sido mi aspecto, tan alejado de la perfección que se espera de una señorita de mi estatus?.
__Buenos días, Leonor__. Mi voz sonó más apagada de lo que pretendía__No pegué un ojo en toda la noche. La pesadilla... se sintió tan real, tan repugnante. Aún puedo sentir la suciedad pegada a mi piel. Necesito una ducha, ahora mismo, para intentar borrarla__. Leonor no dijo nada, pero sus ojos me envolvieron en una compasión silenciosa. No hacía falta que hablara; la piedad en su mirada es un espejo de mi propio desastre. Debo ser un espectáculo lamentable, con los rastros de lágrimas que me niego a reconocer.
Me sumergí en la tina, frotando mi piel con una fuerza casi violenta, intentando desterrar la repulsiva sensación de haber sido retenida, mancillada. Aunque la joven ultrajada en mi sueño no era yo, la memoria de su tormento se había grabado en mi cuerpo. El dolor no es solo un eco en mi alma, sino una punzada real en cada músculo. Todo se siente horriblemente tangible. El agua es un consuelo, un intento de lavar la sensación de vulnerabilidad. Pero la agresión a través de una pesadilla ha dejado una cicatriz invisible en mi. No me permitiré sucumbir a la tristeza y el dolor. Mi vida es una batalla, y no pienso rendirme. Aunque esté rota por dentro, encontraré la fuerza para seguir adelante.
Al salir del baño, Leonor me espera con un delicado vestido extendido sobre la cama. Con gestos suaves y palabras reconfortantes, me ayudó a arreglar mi cabello y ocultó las sombras bajo mis ojos con un toque de maquillaje. Su cuidado es una curita para mi alma.
__Señorita Zephyr, la señorita Raven ha pedido verla más tarde. Un asunto de cierta importancia, según me ha indicado__. Un escalofrío de fastidio me recorrió al escuchar el mensaje. Otra vez mi hermana intentará humillarme, recordándome que soy la intrusa, y la que no encaja en está familia. Y, por supuesto, dejaré claro que Brennan es su trofeo. La misma cantaleta de siempre.
__Después de la conversación infantil de ayer, la sola idea de hablar con ella me produce náuseas. Necesitó paz, un espacio mental despejado para ordenar mis pensamientos y decidir mis próximos pasos. Cualquier interacción con mi hermana solo servirá para envenenar mi claridad__. Para evitar la intrusión de mi hermana, solicité a Leonor que me sirviera el desayuno en la habitación. Aunque inicialmente se resistió, alegando protocolos de nobleza, la persuadí recordándole la discreción de mis acciones aquí. Con la comida en camino, me sumergí en el estudio de los principios mágicos, un libro que el líder del templo me ha confiado. Debo aprovechar cada instante para prepararme, pues mi cuerpo alcanzará pronto su máximo potencial para las prácticas.
maldita sea
hijos de la tostada
que paso aquí 😔