Venganza & Destino

Larisha tomó un cuchillo de cocina que un sirviente estaba utilizando para cortar fruta y luego lo apuntó.

"Dime, ¿dónde tienes a mi hermana cautiva? ¿O este cuchillo estará clavado en tu estómago?" preguntó Larisha.

Inmediatamente, él tiró de la mano de Larisha con un movimiento tan rápido que el cuchillo pasó de la mano de Larisha a la suya.

"¿Por qué tienes el cuchillo en tu mano ahora?" preguntó Larisha confundida, ya que todo ocurrió a una velocidad sorprendente.

"¡Tu hermana está a salvo, en un lugar seguro! Regresa al quinto piso y sirve una copa al Sr. Lan allí", respondió.

"Es inútil hablar contigo o con tu jefe", dijo firmemente Larisha.

Salió de la cocina en el primer piso, tomó el ascensor de regreso al quinto piso y buscó la cocina allí. Al llegar, se sorprendió al ver una figura inesperada en la cocina.

"¿Dónde has estado?" preguntó el Sr. Lan.

"Dios, señor, me sorprendió, no sabía que cada piso de su casa hay una cocina", dijo Larisha.

"Date prisa y hazme una bebida tibia", dijo el Sr. Lan.

"Escuche, señor, no sé por qué me odia tanto. Tampoco quise que muriera Devy, lo amo señor. Por favor, libéreme a mí y a mi hermana, déjeme salir de esta casa", dijo Larisha.

"No sé cómo una chica pobre como usted ha hecho que Dev tome dinero de la compañía, haciendo que Dev abuse del alcohol hasta tener un accidente. Usted es una chica barata a la que debo darle una lección", dijo el Sr. Lan.

"Señor, ¡no me entendió! Recibí dinero de Dev, pero se lo devolvería más adelante", intentó explicar Larisha.

El Sr. Lan agarró el cuello de la ropa de Larisha, acercando su cuerpo corpulento al de ella.

"Créame, no soy tan mala como usted piensa. Le ruego que me deje ir", dijo Larisha.

Pero al acercarse nuevamente, la mente del Sr. Lan se confundió, inhalando cada respiración de Larisha, perdiendo el control. Sujetando el collar de Larisha, el Sr. Lan la atrajo hasta que finalmente sus labios se encontraron con los de Larisha.

Larisha de repente se rebeló, pero la energía del Sr. Lan era mucho más fuerte para evitar que Larisha continuara con su rebeldía.

En esta ocasión, el Sr. Lan sintió los labios de una joven de 21 años acompañando su travesía y le pareció tan tentador como una cereza recién cocida a su vista, dulce, fresca y muy seductora.

"EMTTTTT, EMTHHHHH", continúo Larisha en su rechazo.

A pesar de ello, el Sr. Lan tomó las manos de Larisha y sus labios seguían encontrándose. Con una mano, sostenía las pequeñas manos de Larisha, mientras con la otra abría su boca para poder seguir disfrutando de los labios de la chica.

Esta era la primera vez que Larisha experimentaba algo así con un hombre de la edad de su difunto padre, lo cual la llevaba a reflexionar sobre la situación.

El Sr. Lan no mostraba intenciones de detenerse, persistiendo en besar a Larisha hasta que le costaba respirar. La actitud del Sr. Lan hacia Larisha se tornaba cada vez más brusca y dominante.

Pasaron varios minutos y el Sr. Lan seguía besando a Larisha intensamente. Se despertó en él un deseo que lo llevó a buscar más, perdiendo poco a poco el control en presencia de esta joven.

Los pies de Larisha golpearon los del Sr. Lan para que él terminara de inmediato. Después de sentir que sus colegas despertaban, el Sr. Lan soltó los labios de Larisha, permitiéndole finalmente apartarse de ella.

Larisha se alejó rápidamente del Sr. Lan, corriendo hasta llegar a la habitación de éste. Entró en el baño y cerró la puerta tras ella.

Mientras limpiaba los restos de la saliva de los labios del Sr. Lan, Larisha sentía un profundo odio hacia él, no podía permitir que él le hiciera algo así, sobre todo siendo el padre de la persona a la que amaba.

"Dev, ¿cómo pudo tu padre hacerme algo así? ¡Necesito tu ayuda, te necesito!" exclamó Larisha entre lágrimas, limpiando sus labios con agua para borrar cualquier rastro de los del Sr. Lan.

Mientras tanto, el Sr. Lan estaba en la cocina, todavía oliendo el aroma de los labios de Larisha que le parecían tan deliciosos, que se había vuelto adicto a su sabor dulce.

"Maldición, ¿cómo es posible que esa chica, a la que odio, tenga tantos encantos que me resulta difícil resistirme a todo esto?" se quejaba el Sr. Lan.

Mientras tanto, Tan abandonó la residencia del Sr. Lan para volver a su apartamento privado y revisar cómo estaba Laluna. Al llegar, abrió la puerta y se llevó una sorpresa.

El apartamento, que solía estar lleno de ropa sucia por todas partes y el suelo sin limpiar, ahora luce ordenado y fragante. Tan entró y vio a Laluna mirando por la ventana de cristal del apartamento.

Justo cuando estaba a punto de acercarse a Laluna, Tan notó la comida en la mesa del comedor.

"¿Alguien más ha entrado en este apartamento?", preguntó Tan.

Laluna, como de costumbre, evitó mirar a Tan y respondió brevemente: "No".

"No intentes engañarme", exclamó Tan.

"En realidad, además de mí, ¿quién más podría entrar en tu apartamento?", insistió Tan.

"Entonces, ¿quién es responsable de ordenar todo esto y hacer la comida?", replicó Tan.

"Señor, aunque no puedo caminar debido a la discapacidad de mis piernas, eso no impide que realice las tareas necesarias. Puedo moverme por la casa en esta silla de ruedas y seguir siendo eficiente. Mis ojos, manos y oídos funcionan perfectamente", afirmó Laluna.

Se sintió sorprendido al darse cuenta de que podía hacer cosas que las chicas normales hacían, a pesar de usar una silla de ruedas.

"La próxima vez no tendras que hacer todo esto", exclamó Tan.

"En vez de decir eso, sería mejor expresar gratitud, es más conciso", respondió Laluna, quien seguía contemplando la vista desde la ventana del apartamento.

Después de alejarse un poco de Laluna, Tan se dirigió a ducharse y empezó a hablar en voz baja: "¡Muchas gracias!", dijo.

Aunque Laluna no volteó a mirar a Tan, la joven de diecisiete años pudo escuchar sus palabras.