En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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La Gran Fiesta
El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido tono dorado que prometía un día memorable. La Gran Fiesta, un evento anual que reunía a los pueblos cercanos en celebración y camaradería, estaba a punto de comenzar. Las calles del castillo estaban adornadas con cintas de colores brillantes y guirnaldas de flores frescas, mientras que los aromas de deliciosos manjares flotaban en el aire, atrayendo a los habitantes del reino.
Aric se encontraba en el jardín del castillo, observando cómo los sirvientes corrían de un lado a otro, llevando jarras de vino y platos de comida. Su corazón latía con anticipación y nerviosismo. Esta fiesta no solo era una oportunidad para celebrar, sino también un momento crucial para demostrar su amor por Kael ante la sociedad.
—¿Te sientes bien, hermano? —preguntó Liora, acercándose con una bandeja de frutas frescas. Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y emoción.
—Sí, solo… estoy pensando en todo lo que podría suceder hoy —respondió Aric, tratando de ocultar su ansiedad.
Liora lo miró con comprensión. —Es un gran paso, Aric. Pero recuerda, este es también un momento para todos nosotros. La gente necesita ver la unión entre los pueblos.
Aric asintió, aunque sus pensamientos seguían regresando a Kael. ¿Cómo reaccionaría la gente al verlo? ¿Sería capaz de resistir las miradas críticas? Se preguntó si Kael había encontrado la valentía para asistir a la fiesta.
Poreviamente Liora y Aric habían convencido a Kael para que se vistiese como noble.
—La gente pensará lo que quiera, pero tú sabes lo que sientes por Kael. Eso es lo que importa —respondió Liora con firmeza. —Además, si no vas, estarás dándole poder a Valen.
Sus palabras resonaron en Aric. Sabía que tenía razón. Se enderezó y se puso un chal oscuro que contrastaba con su piel clara. En ese momento, decidió que no dejaría que el miedo lo venciera. Se sentía nervioso, pero también emocionado por la posibilidad de estar junto a Aric en un lugar donde todos pudieran ver su amor, ahora Aric buscaría a Kael.
—¿Estás listo para esto? —preguntó Aric, ajustándose la capa mientras observaba a Kael desde el espejo. El joven noble estaba de pie frente a él, con una expresión que oscilaba entre el nerviosismo y la determinación.
Kael se pasó una mano por el cabello oscuro, tratando de calmarse. —No estoy seguro de poder soportar todo esto —murmuró, su voz casi ahogada por la música—. No soy como tú, Aric. No sé cómo fingir ser alguien que no soy.
Aric se acercó y colocó una mano en su hombro. —Solo recuerda lo que hablamos. Eres más fuerte de lo que crees. Solo necesitas actuar como si estuvieras cómodo. Nadie tiene que saber lo que realmente sientes.
—Pero tú eres el príncipe —respondió Kael, mirándolo con una mezcla de admiración y inseguridad—. Todos esperan que seas perfecto.
—Y eso es precisamente lo que me preocupa —dijo Aric, bajando la voz para que solo Kael pudiera oírlo—. No quiero que te sientas presionado por mi posición. Esta noche es sobre nosotros, no sobre el título que llevo.
Kael asintió lentamente, aunque la duda seguía reflejada en sus ojos. Aric sabía que su Kael no podía evitar sentirse pequeño ante la grandeza del evento. La nobleza era un mundo complicado y lleno de expectativas; él mismo había sentido el peso de esas miradas desde muy joven.
Mientras avanzaban hacia el gran salón, Aric se dio cuenta de que había algo más en juego esa noche. No solo era la presión de las apariencias y las sonrisas falsas; también había un secreto que latía en el corazón de Kael, un deseo oculto que lo mantenía en vilo. Aric había notado cómo sus ojos se iluminaban cada vez que mencionaban a alguien en particular, pero nunca había tenido el valor de preguntar quién era.
La música se volvió más animada mientras entraban en la sala, y Aric sintió cómo la energía del lugar lo envolvía. Las risas resonaban a su alrededor, y las conversaciones sobre alianzas y matrimonios resonaban en sus oídos como un eco lejano. Sin embargo, su mirada se centró en Kael, quien ahora parecía aún más nervioso bajo la mirada inquisitiva de los nobles.
—¿Ves? Solo actúa natural —susurró Aric mientras se movían entre los invitados—. Sonríe y haz contacto visual. Recuerda, todos estamos aquí para disfrutar.
Kael respiró hondo y trató de seguir el consejo de Aric. Sin embargo, cada vez que una mirada curiosa se posaba sobre él, su corazón latía con fuerza y su timidez lo envolvía como una sombra. Se sentía como un pez fuera del agua, incapaz de encajar en aquel mundo brillante y superficial.
A medida que pasaban los minutos, Aric comenzó a notar que Kael se distraía más a menudo, su atención desviándose hacia una esquina del salón donde se encontraban varias damas conversando animadamente. Entre ellas estaba Liora, una joven noble cuya belleza y gracia habían capturado la atención de muchos, incluido Kael.
—¿Te gustaría bailar? —sugirió Aric con una sonrisa amable—. Quizás eso te ayude a relajarte.
Kael lo miró con incertidumbre. —No sé si estoy listo para eso... ¿Y si me hacen preguntas?
Aric apretó suavemente su brazo. —No tienes que responder nada que no quieras. Solo diviértete un poco.
Finalmente, Kael asintió con resignación y ambos se dirigieron a la pista de baile. Mientras giraban y se movían al ritmo de la música, Aric notó cómo la tensión comenzaba a desvanecerse en los movimientos de Kael. Aunque aún había un atisbo de nerviosismo en su rostro, había algo más: una chispa de alegría comenzaba a brillar.
—Mira, lo estás haciendo genial —dijo Aric mientras giraba a Kael con gracia—. Solo sigue el ritmo.
Kael sonrió tímidamente, sintiendo cómo la música lo envolvía y lo transportaba a un lugar donde las preocupaciones parecían desvanecerse. Pero en medio del bullicio del baile y las risas, sus ojos volvieron a buscar a Liora. La joven estaba hablando con un grupo de nobles, su risa resonando como una melodía encantadora que atrapaba a todos a su alrededor.
Aric notó la forma en que Kael se detuvo al verla y cómo su expresión cambió sutilmente; una mezcla de admiración y anhelo cruzó su rostro. Sin poder evitarlo, Aric sintió una punzada de celos; no porque quisiera a Liora para sí mismo, sino porque sabía que Kael la deseaba con todo su corazón.
—¿Te gustaría hablar con ella? —preguntó Aric con cautela, intentando ocultar sus propios sentimientos—. Podría ser una buena oportunidad para conocerse mejor.
Kael parpadeó rápidamente como si despertara de un sueño profundo. —No... No puedo hacer eso —murmuró—. No tengo nada que ofrecerle.
Aric frunció el ceño ante la inseguridad palpable en la voz de Kael. —No digas eso. Eres increíble tal como eres. Solo necesitas ser tú mismo.
Pero Kael no parecía convencido; sus ojos seguían fijos en Liora, quien ahora reía con otro noble que parecía estar cortejándola con fervor. La frustración comenzó a burbujear dentro de Aric al ver cómo la distancia entre ellos parecía hacerse más grande con cada risa compartida.
—Kael... —comenzó Aric con suavidad—. No puedes dejar que esto te afecte tanto. Hay más en ti de lo que crees.
Sin embargo, antes de que pudiera continuar, Kael se retiró abruptamente del baile, su rostro pálido y tenso. Aric sintió un estremecimiento recorrerlo al ver cómo Kael se alejaba rápidamente hacia la salida del salón.
—Kael, espera! —gritó Aric, pero ya era demasiado tarde; Kael había desaparecido entre la multitud.
Aric sintió cómo su corazón se hundía en su pecho mientras luchaba por abrirse paso entre los nobles dispersos. ¿Qué había causado esa repentina huida?
Cuando finalmente llegó a la puerta del salón, encontró a Kael apoyado contra la pared exterior del palacio, respirando con dificultad y con las manos temblorosas. Su expresión era una mezcla de angustia y anhelo profundo.
—Kael... —dijo Aric al acercarse—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué te fuiste?
Kael levantó la vista hacia él con los ojos llenos de lágrimas contenidas. —No puedo soportarlo... Verte tan cerca y no poder acercarme... Es como si me estuviera ahogando —su voz temblaba mientras hablaba—. Siento que no tengo derecho a desearla.
Aric sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras; el dolor era palpable y desgarrador. Se acercó más y tomó las
manos temblorosas de Kael entre las suyas
Mientras tanto Elara rápidamente tomo cartas en el asunto, paratratarr de desviar las miradas curiosas y darle tiempo a su hermano.
—¡Queridos amigos—, exclamó con entusiasmo, —¿no creen que es el momento perfecto para disfrutar de la música? ¡La fiesta apenas comienza!.
Las miradas se volvieron hacia ella, y Elara sintió cómo la tensión disminuía. —Vamos a celebrar este hermoso día juntos. ¡Dejen que la música llene el aire y olvidemos cualquier tropiezo! — añadió, gesticulando con alegría. Mientras hablaba, lanzó una mirada rápida a Aric el cual iba rápidamente detrás de Kael.