El odio entre Liam y Allison siempre ha sido evidente, cada enfrentamiento es una guerra intelectual. Ella es una chica lista y vengativa y él, un genio soberbio que cree estar siempre por encima de todos.
Pero lo que ambos ignoran es la afilada línea que separa su codicia por el poder, con sus impulsos y la atracción.
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Lo hecho está hecho
~Liam
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Ella no me llevó, yo me fui porque quise. Consideré que había fastidiado a Allison lo suficiente, se merecía un descanso y yo soy una persona benevolente, así que se lo concedí.
—¿Qué pasó ahora? —preguntó Camile ya estando fuera.
Me encogí de hombros sin darle mucha importancia.
—Solo estaba molestando un poco a Allison, pero es una exagerada y está más enojada de lo acostumbrado.
Mucho más, se creía toro de rodeo. ¿Intentó agredirme de verdad? ¿Con hojas de papel y una patada? En fin, una demente.
—Pero, ¿qué fue lo que sucedió para que esté así de alterada? No lo entiendo
—Olvidó guardar un par de notas en el sistema de la universidad, y Baudelaire le dijo que tiene que corregirlas antes de que cierre el proceso, por eso está bastante estresada.
En mi defensa, no estoy diciendo que fuera para menos, aunque tampoco es como si se fuera a acabar el mundo. Solo digo que no hubiera ocurrido si hubiera sido más responsable. Como con mis documentos, por ejemplo. Vi cómo el rostro de Camile cambiaba a una expresión de sorpresa mezclada con preocupación.
—Sí —continué a la vez que asentía ligeramente—. No reaccionó muy bien. Ahora que lo pienso, nunca la había visto tan molesta como ahora.
Y además de querer arremeter contra mí también lo hacía contra ella misma. Se iba a quedar calva de jalarse los pelos así. Que alguien la amarre, en una de esas capaz y lastime a alguien de verdad.
—Es que, no creo que eso sea algo ligero, Liam.
Eso me sonó a otro regaño.
—A ver, tampoco es la gran cosa —me crucé de brazos—. Quiero decir, es solo un error, tampoco es necesario que se altere de esa forma.
Camile suspiró, como si estuviera explicándome algo obvio.
—Ya tiene una advertencia por parte del rector —explicó—, no le pueden dar otra. ¿Sabes que podrían echarla de la universidad, no?
Pues… no.
Me quedé pensativo. De repente, las piezas comenzaron a encajar. Está bien, sí, admitiré que me impacté un poco al escuchar eso. Es cierto que Allison había mencionado algo parecido allá adentro pero estaba ocupado molestándola como para tomarme en serio sus palabras.
—No tenía idea de que las cosas estaban así de mal para ella —dije tras reflexionar.
Es decir, técnicamente, lo sabía, pero no había caído en cuenta de que a lo mejor sí que era grave.
—Liam, ella tiene la beca porque la mensualidad no le alcanza para pagar la universidad. Si se la quitan, no tendrá cómo seguir estudiando—me miró con reproche—. ¿No crees que ahora sí te pasaste un poco?
Bueno, me sentía un poco culpable, pero solo un poco. Camile hacía que lo hiciera. En cualquier caso, no lo dije en voz alta, tampoco iba a disculparme, ella nunca lo hacía.
—¿Puedo preguntar algo? —cuestioné, queriendo desviar la atención hacia algo que siempre había querido saber. Ella aceptó y yo me tomé unos segundos para formular la pregunta que tenía en mente—. No quiero ser grosero, pero... eres muy cercana a Allison, y sé que siempre te has llevado bastante bien con ella. Pero, ¿por qué eres su mejor amiga? Quiero decir... son muy diferentes.
—Pues —levantó los hombros—. Me gusta mucho pasar tiempo con ella, supongo que no lo entenderías porque la relación entre ustedes —señaló con los dedos—, es algo complicada. Quizá si los dos no compitieran todo el tiempo por ver quién sabe más que el otro, se llevarían bien. A fin de cuentas, son bastante parecidos.
¿Parecido yo? ¿A esa desquiciada? La idea era casi ofensiva. Además, yo no competía con nadie. Era ella quien hacía todo un show por cada pequeño logro que tenía, no era un logro de verdad si no me lo restregaba en la cara.
—No es simplemente una competencia de quién sabe más. Es Allison la que empieza todo el tiempo. Detesto que todas sus actitudes sean tan inmaduras.
—Pero consideras que eres mejor que ella, ¿no?
Me quedé callado. Claro que lo era, pero admitirlo abiertamente frente a otros, que no fueran la misma Allison, me hacía arrogante. Sin embargo, sentí que Camile quería escuchar una respuesta honesta.
—Pues, creo que lo soy. Mi promedio habla por sí solo, y las reiteradas veces en las que lo he demostrado también.
—Bueno. Ella piensa lo mismo de ti —dijo—. He ahí el problema.
Se me olvidaba que esta chica era de la facultad de ciencias mentales. ¿Me estaba psicoanalizando?
—Eso es muy infantil —respondí—. Es un hecho que yo soy mejor que ella. No debería ofuscarse por eso.
Soltó una risita ligera.
—Es bastante subjetivo, me parece.
No, no lo era. No era subjetivo, había pruebas y estadísticas, evidencias que no se pueden refutar. Incluso mi cociente intelectual estaba más arriba que el de ella. No había lugar a debate. No lo decía en serio, ¿verdad? Camile nunca me había tratado de irritar, pero estaba cuestionando mis habilidades intelectuales y eso era algo molesto.
—Con respecto al otro tema —proseguí, queriendo ocultar mi fastidio para no darle la razón—. Tal vez es cierto que me pasé un poco, pero ella me estresa y siempre está tratando de ganarme en todo, solo quise hacer lo mismo por una —remarqué— única vez.
Negó con la cabeza.
—Creo que deberías pedirle disculpas.
¿Qué? No. Ya dije que no.
—No, no voy a pedirle disculpas. Ella me ha molestado desde que nos conocimos, ¿por qué debo ser yo quien pida perdón? ¿Cuándo ha hecho eso por mí?
Y fuera de eso, estaba seguro de que si lo hacía, y de forma sincera –a diferencia de ella–, le iba a importar un rábano mi disculpa. Probablemente iba a ignorarme, se burlaría, lo tomaría como un desafío o respondería siendo sarcástica, como era habitualmente.