Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Perdido
Cuando llegué a casa, me desplomé en el pequeño sofá que ya conocía cada curva de mi cuerpo. Estaba exhausto, física y emocionalmente. El silencio de la habitación me envolvió y me sentí aún más solo de lo que había anticipado. Había cerrado una puerta importante en mi vida, pero las dudas seguían ahí, arremolinándose en mi mente.
Tomé el celular y le escribí a Ji Eun, sabiendo que tenía que contarle algo, aunque no todo. Todavía no podía hablarle de mi verdadero temor, ser descubierto como un sigma, algo que me aterraba más que cualquier otra cosa. Si alguien lo supiera, no solo perdería mi trabajo actual, sino cualquier otra posibilidad de empleo en el futuro, pero tampoco podía dejarla fuera de esto. Necesitaba hablar con alguien.
“Acabó de terminar con Hyunmin”, le escribí y me quedé mirando la pantalla, esperando su respuesta, sintiendo el peso de la noticia en mi pecho. No era toda la verdad, pero era lo más cerca que podía estar de ser honesto.
Unos minutos después, el teléfono vibró con su respuesta. “¿¡Qué?¿En serio?¿Qué pasó?¿Por qué terminaron?”, dijo.
Sabía que vendrían estas preguntas. Ella siempre había sido curiosa, queriendo saber cada detalle de mi vida amorosa, aunque nunca hubo mucho que contar antes que Hyunmin. Tragué saliva y comencé a escribir, “Es complicado. No es que haya pasado algo malo… simplemente ya no estaba funcionando.”
La mentira se sentía amarga, pero no había otra opción. No podía decirle que toda nuestra relación había sido una farsa desde el principio.
“¿En serio?¿Cómo que no estaba funcionando? Pensé que todo iba bien entre ustedes.”, dijo.
Mi corazón se encogió un poco al leer sus palabras. Me preguntaba si de verdad parecía que convivíamos. En el exterior, sí, pero por dentro, todo había sido un constante ejercicio de actuación. Me costaba responder a eso sin delatarme.
“Sí, bueno, pero no era lo que yo esperaba. Al final éramos demasiado diferentes.”. Esa parte no era del todo mentira. Hyunmin y yo éramos dos mundos aparte, incluso si nuestras vidas se habían entrelazado temporalmente. No había forma de que nuestras realidades coexistieran mucho más tiempo sin que algo explotara.
“Vaya, lo siento mucho, Junsu. Sé que te gustaba mucho, ¿estás bien?”, preguntó.
Mis dedos se quedaron suspendidos sobre el teclado un segundo más de lo necesario. Claro que me gustaba, pero nunca había sido de verdad, ni para él ni para mí. No había espacio para eso en un acuerdo de mentiras, sin embargo, una parte dempi, una que me odiaba por ello, había comenzado a desear que fuera real, y ahora todo estaba roto, y no por las razones que Ji Eun podría imaginarse.
“Sí, estoy bien. Solo necesito tiempo.”, respondí finalmente.
Hubo una pausa más larga antes de que me llegara su siguiente mensaje. “¿Y ahora qué?¿Cómo van a hacer cuando todo se haga público? Todos van a hablar de la ruptura. Salir con un chaebol no es cosa pequeña…”.
Sentí el nudo en mi estómago apretarse con fuerza. Ji Eun tenía razón, la noticia de nuestra supuesta ruptura no pasaría desapercibida. Hyunmin había logrado callar los rumores sobre su matrimonio por ahora, pero ahora, habría otra ola de especulaciones. No quería pensar en eso.
“Lo sé. Habrá que esperar lo peor cuando se sepa.”. Intenté sonar tranquilo, pero en realidad, estaba más preocupado de lo que quería admitir. Lo que me asustaba no era la ruptura en sí, sino la posibilidad de que alguien escarbara demasiado, de que la verdad sobre mi condición como sigma saliera a la luz. Todo podría derrumbarse.
“Debe haber sido muy difícil salir con alguien tan importante como él, ¿cómo era estar con un chaebol?¿Lo sentiste diferente a otras reacciones?”, me preguntó Ji Eun con curiosidad.
Me quedé mirando esa última pregunta por unos segundos. Ji Eun seguía pensando que todo había sido real. Claro que había sido diferente a cualquier otra relación, pues no era una relación en absoluto, pero en su mente, habíamos sido pareja y en lugar de desmentirla, tuve que seguir la corriente.
“Sí, fue difícil. Mucha presión, muchas expectativas. No es fácil estar con alguien que siempre está en el ojo público.”, escribí soltando un suspiro.
Eso al menos era cierto. Con cada evento, cada cena, cada salida pública, sentía que vivíamos en una burbuja que podría explotar en cualquier momento, y todo lo que había querido era mantenerme invisible.
“Bueno, al menos lo intentaste, y si no funcionó, es porque algo mejor te espera, pero si alguna vez necesitas hablar, ya sabes que estoy aquí, ¿vale?”, pude sentir la sonrisa compasiva de Ji Eun a través de ese mensaje.
Sonreí un poco, a pesar de todo, Ji Eun siempre había sido así, dispuesta a escuchar, incluso cuando yo no podía contarle la verdad. Terminé enviándole un último mensaje, “Gracias. Lo aprecio.”.
El cansancio volvía a instalarse en mi cuerpo. No había sacado toda la verdad, pero al menos había soltado una parte de la carga. Apagué el celular y dejé que el silencio volviera a llenar la habitación.
Mi mente seguía en Hyunmin. Me preguntaba cómo reaccionaría cuando se hiciera pública la ruptura, si le importaría o sospecharía algo de mis motivos para renunciar. Traté de no pensar demasiado en eso mientras me recostaba en la cama, pero las preguntas no me dejaban en paz.
El miedo a ser descubierto era real, pero el dolor de dejarlo todo atrás, eso también lo era.
El teléfono vibró en la mesita de noche, sacándome de mis pensamientos. Al principio, ignoré el sonido, asumiendo que sería alguna notificación sin importancia, pero cuando volvió a vibrar, me vi obligado a mirar la pantalla. Dos mensajes bancarios aparecieron en la parte superior de la pantalla, alertándome de que había recibido dos transferencias.
Me incorporé en la cama, confundido. Al revisar los detalles, vi que una transferencia era mi pago mensual de la empresa, algo esperado, pero la otra era lo que me dejó aturdido. Era una cantidad absurdamente generosa, mucho más de lo que jamás podría haber imaginado. Miré con más atención y vi que provenía de la cuenta personal de Hyunmin.
Era claro lo que significaba. Estaba cumpliendo con su parte del acuerdo, pero lo que me impactaba no era tanto la acción en sí, sino la suma. Era una cantidad que no tenía sentido para mí, algo que para Hyunmin quizás no representaba más que una fracción de su fortuna, pero que para mí, era prácticamente una salvación. Mi madre, con ese dinero, podría cubrir meses de su tratamiento, tal vez más. El alivio debería haberme invadido, pero en lugar de eso, una mezcla de frustración y resignación se apoderó de mí.
Me preguntaba por qué, en silencio. No había necesidad de ser tan generoso. Ya había dejado claro que no quería seguir con el acuerdo, que no quería su dinero ni su piedad, pero ahí estaba, en mi cuenta, asegurándose de que no tuviera que preocuparme por nada económico.
Me quedé sentado en el borde de la cama, con el móvil en una mano y la cabeza inclinada hacia el suelo. La idea de devolverle el dinero cruzó mi mente de inmediato, pero la descarté casi al instante. Si intentaba devolverlo, eso solo significaría volver a entrar en contacto con él, y lo que menos quería ahora era seguir viéndolo. Además, no podía negar que el dinero era necesario.
Suspiré profundamente, sintiendo cómo el nudo en mi estómago se apretaba más. Odiaba la idea de depender de él para algo tan importante como la salud de mi madre, pero no podía ser tan orgulloso. Era hora de ser práctico. Al final del día, lo único que importaba era que ella estuviera bien.
Me levanté lentamente, todavía adolorido por las secuelas de los últimos días, y caminé hacia mi escritorio. Encendí el ordenador y abrí la página del banco. Sin pensarlo demasiado, hice una transferencia para pagar lo del hospital y algunos de los medicamentos que necesitaba. Una vez hecho, sentí una pequeña parte de alivio, como si una carga en mi pecho se hubiera desvanecido, aunque la frustración seguía presente.
Apagué el ordenador y me quedé mirando la pantalla negra. La sensación de vacío volvió. Me sentía como si hubiera renunciado a algo más que un simple trabajo o un acuerdo. Me había apartado de todo lo que había estado construyendo, por poo que fuera, y aunque sabía que era lo correcto para protegerme, dolía más de lo que esperaba.
Tomé el teléfono y lo apagué también, decidido a no ver ni un mensaje más esa noche. Al menos por ese día, no quería saber nada más de Hyunmin o de esa parte de mi vida. Me acosté de nuevo en la cama, abrazando una almohada, tratando de encontrar consuelo en la oscuridad de la habitación.
Sin embargo, las preguntas no dejaban de rondar mi cabeza. Me preguntaba cómo iba a reaccionar Hyunmin cuando se enterara de que había usado el dinero, si intentaría contactarme o si dejaría todo esto atrás tan fácilmente como yo lo estaba intentando.
Me obligué a cerrar los ojos y respirar profundamente. Solo podía concentrarme en lo que venía ahora. No en lo que había pasado, ni en lo que podría pasar. Lo importante era que, al menos por el momento, mi madre estaba segura Todo lo demás, tendría que enfrentarlo cuando llegara el momento.