La princesa imperial Calypso Aziel Zandell Leroy toma el trono después de la muerte de su padre, aún ella siendo la segunda en la línea de sucesión dado que su hermana la primera princesa imperial Cataleya no quiso regresar al imperio después del accidente...
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Capítulo 23 La Preocupación De Cataleya
Dos semanas después, en el reino de Lirio, Cataleya se sentaba en el jardín del palacio, rodeada de flores y árboles que parecían bailar con el viento. En sus manos sostenía una carta de su hermano Arslan, y su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y enojo.
"Querida Cataleya", leía la carta, "espero que estés bien. Aquí las cosas están complicadas. La presión para que Calypso se case y tenga hijos es cada vez mayor. Los nobles están empezando a hablar de la sucesión y de la necesidad de un heredero varón".
Cataleya frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente. Sabía que su hermana Calypso era una emperatriz excepcional, y que su juventud no era un obstáculo para gobernar. Pero también sabía que los nobles y los consejeros podrían ver las cosas de manera diferente.
"Es como si no confiaran en ella", pensó Cataleya, su corazón latiendo con indignación. "Como si pensarán que necesita un hombre para gobernar".
Y sabía que si Calypso se casaba, los nobles y los consejeros intentarían meter concubinas en el palacio, solo para asegurarse de que el nuevo emperador tuviera hijos varones. La idea la enfurecía.
Cataleya dobló la carta y la guardó en su bolsillo, decidida a hablar con su hermana pronto. Debían encontrar una manera de detener esa presión y asegurarse de que Calypso pudiera gobernar sin interferencias.
"Voy a hablar con mi tutor", pensó Cataleya. "Él sabrá qué hacer".
Con determinación, Cataleya se levantó y se dirigió hacia el interior del palacio, lista para tomar medidas para proteger a su hermana y su derecho a gobernar.
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Cataleya caminaba rápidamente por los pasillos del palacio, su mente concentrada en la carta de Arslan y la preocupación que sentía por su hermana Calypso. De repente, escuchó una voz familiar detrás de ella.
—Cataleya, ¿qué pasa? Pareces preocupada.
Cataleya se detuvo y se giró hacia la voz. Era Román, su primo y príncipe heredero de Lirio. Su rostro reflejaba curiosidad y preocupación.
—Román —dijo Cataleya, tratando de calmarse—. Es solo que recibí una carta de Arslan.
Román se acercó a ella, su mirada intensa.
—¿Qué dice la carta? —preguntó, su voz baja y tranquila.
Cataleya suspiró y se apoyó en la pared.
—Los nobles están presionando a Calypso para que se case y tenga hijos —dijo, su voz llena de frustración—. No confían en ella como emperatriz.
Román frunció el ceño.
—Eso es absurdo —dijo—. Calypso es una líder excepcional.
Cataleya asintió.
—Lo sé —dijo—. Pero los nobles no ven más allá de su edad y su género.
Román se cruzó de brazos.
—Debemos hacer algo al respecto —dijo—. No podemos permitir que los nobles la presionen de esa manera.
Cataleya sonrió, agradecida por el apoyo de su primo.
—Estaba pensando en hablar con mi tutor —dijo—. Él sabrá qué hacer.
Román asintió.
—Hablemos con él juntos —dijo—. Debemos proteger a Calypso.
Cataleya se sintió aliviada al tener a Román de su lado. Juntos, podrían encontrar una solución para poder ayudar a su hermana.
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Cataleya y Román se sentaron en la oficina del tutor, un hombre sabio y experimentado llamado Maestro Orion. Le explicaron la situación de Calypso y la presión que estaba recibiendo de los nobles.
Maestro Orion escuchó atentamente, su rostro pensativo. Después de un momento de silencio, habló.
—La situación es delicada —dijo—. Pero creo que tengo una posible solución.
Cataleya y Román se inclinaron hacia adelante, ansiosos por escuchar la propuesta.
—La única opción es que la Emperatriz Calypso se case con alguien bajo un contrato específico —dijo Maestro Orion—. Un contrato que estipule los beneficios para ambas partes y proteja sus intereses.
Cataleya frunció el ceño.
—¿Qué tipo de contrato? —preguntó.
Maestro Orion se levantó y comenzó a caminar por la habitación.
—Un contrato que especifique que el esposo no tendrá concubinas —dijo—. Y que cualquier hijo nacido de la unión será considerado heredero legítimo del trono.
Román asintió.
—Eso es inteligente —dijo—. De esa manera, Calypso puede mantener el control sobre su vida y su reinado.
Cataleya se puso de pie.
—Pero, ¿quién podría ser ese esposo? —preguntó—. ¿Alguien que esté dispuesto a aceptar esas condiciones?
Maestro Orion se detuvo frente a ellos.
—Eso es algo que debemos investigar y considerar cuidadosamente —dijo—. Pero estoy seguro de que podemos encontrar a alguien adecuado.
Cataleya y Román se miraron entre sí, considerando la propuesta. ¿Sería posible encontrar a alguien que aceptara esas condiciones y protegiera a Calypso y su reinado?
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Al salir de la oficina del tutor, Cataleya seguía preocupada por la situación de su hermana Calypso. Román, notando su inquietud, se acercó a ella.
—Cataleya, ¿estás bien? —preguntó, su voz llena de preocupación.
Cataleya suspiró.
—No sé cómo ayudar a mi hermana —dijo—. Me siento impotente.
Román la miró con determinación.
—No estás sola —dijo—. Voy contigo a Zandell. Quiero ayudar a Calypso también.
Cataleya se sorprendió.
—¿Estás seguro? —preguntó—. No tienes que hacerlo.
Román sonrió.
—Calypso es como una hermana para mí —dijo—. Y además, he estado demasiado tiempo sin verla. Es hora de que vaya a Zandell.
Cataleya se sintió aliviada y agradecida.
—Gracias, Román —dijo—. Significa mucho para mí.
Román se puso serio.
—No hay de qué —dijo—. Vamos a ayudar a Calypso juntos.
Cataleya asintió, sintiendo una nueva esperanza. Con Román a su lado, podría enfrentar cualquier desafío que se presentara.
—Vamos a preparar nuestro viaje —dijo Cataleya—. Debemos partir lo antes posible.
Román asintió.
—Estoy listo para irnos en cualquier momento —dijo—. Prepararé todo.
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Román se dirigió hacia el trono de su padre, el rey de Lirio, para informarle sobre su decisión de viajar con Cataleya para ayudar a Calypso.
—Padre, necesito hablar contigo —dijo Román, inclinándose ante su padre.
El rey de Lirio lo miró con curiosidad.
—¿Qué sucede, hijo? —preguntó.
Román explicó la situación de Calypso y su decisión de viajar con Cataleya para ayudarla.
El rey de Lirio escuchó atentamente y luego asintió.
—Estoy de acuerdo —dijo—. Calypso es una líder valiosa y merece nuestra ayuda. Además, es familia.
Román se sintió aliviado.
—Gracias, padre —dijo—. Partiré de inmediato con Cataleya.
El rey de Lirio se puso de pie.
—Que los dioses os protejan en vuestro viaje —dijo—. Y que regresen con buenas noticias.
Román se inclinó ante su padre y luego se dirigió hacia Cataleya, que lo esperaba en los establos.
—Estoy listo —dijo Román—. Vamos.
Cataleya sonrió.
—Vamos —dijo—. Tenemos un largo viaje por delante.
Montaron sus caballos y partieron hacia el reino de Eldrid, donde se encontraba el portal que los llevaría a Zandell. El portal era un paso seguro y rápido hacia su destino.
Mientras cabalgaban, Román miró a Cataleya.
—Estoy emocionado de volver a ver a Calypso —dijo.
Cataleya sonrió.
—Estoy segura de que ella estará emocionada de verte también —dijo.
El viaje continuó, con la esperanza de encontrarse con Calypso y ayudarla en su lucha por mantener su trono.
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