En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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El Viaje
La luna brillaba con fuerza sobre el reino de Aetheria, iluminando el sendero que Aric había decidido tomar. Era una noche mágica, pero también peligrosa, ya que cada paso que daba lo acercaba más a lo desconocido. Había planeado este viaje con meticulosidad, y aunque su corazón latía con emoción, también sentía un nudo de ansiedad en el estómago. Esta vez no solo se trataba de él; estaba llevando a Kael a su mundo, un mundo lleno de expectativas y responsabilidades que podrían aplastarlo.
Aric se detuvo por un momento, mirando hacia atrás, donde la silueta del palacio se alzaba majestuosa contra el cielo estrellado. Sabía que dejar todo atrás significaba desafiar no solo a su familia, sino también a su propio destino. ¿Sería capaz de soportar la presión que vendría?
—¿Estás listo? —preguntó Kael, interrumpiendo sus pensamientos. Su voz era suave, pero había una chispa de determinación en sus ojos oscuros.
Aric asintió, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir en sus venas. —Sí, pero debemos ser cautelosos. No puedo permitir que nadie se entere de esto.
Kael sonrió, una sonrisa que iluminaba su rostro y hacía que Aric olvidara momentáneamente las preocupaciones que pesaban sobre él. —Confío en ti. Solo quiero estar contigo.
Las palabras de Kael resonaron en el corazón de Aric como un eco tranquilizador. Era ese tipo de conexión lo que lo impulsaba a arriesgarlo todo, a desafiar las normas establecidas por su familia y su reino. Con un último vistazo al bosque que habían dejado atrás, comenzaron a caminar hacia el norte, donde las montañas se alzaban como guardianes silenciosos.
El viaje fue un poco y agotador; la brisa fresca de la noche les acariciaba el rostro mientras avanzaban por el denso bosque. A medida que se adentraban en el territorio de Aetheria, Aric no podía evitar sentirse nervioso. ¿Cómo reaccionaría su familia ante la llegada de Kael? Sabía que su amor por él era verdadero, pero también era consciente de las diferencias que los separaban: Aric era un príncipe, destinado a gobernar, mientras que Kael provenía de un mundo más humilde, uno que no siempre era bien visto por la nobleza.
—¿Qué piensas? —preguntó Kael, rompiendo el silencio mientras cruzaban un pequeño arroyo.
Aric lo miró, notando la preocupación en su expresión. —Pienso en cómo será todo cuando lleguemos. Mi familia no es fácil de manejar.
Kael frunció el ceño. —¿Te preocupa lo que piensen de mí?
—No debería importarte —respondió Aric con firmeza—. Lo que importa es lo que sentimos el uno por el otro.
Kael sonrió, pero había una sombra de duda en sus ojos. —A veces es difícil no pensar en ello.
Aric tomó la mano de Kael y apretó suavemente sus dedos. —No te preocupes. Estaré contigo en cada paso del camino.
La noche avanzaba y las estrellas brillaban intensamente sobre ellos, como si el universo mismo estuviera apoyando su decisión. Sin embargo, a medida que se acercaban al reino, una sensación inquietante comenzó a asentarse en el estómago de Aric. Las sombras parecían acecharlos, y una parte de él temía que alguien pudiera descubrir su secreto.
Finalmente, llegaron a las puertas del palacio al amanecer. La luz del sol comenzaba a asomarse por el horizonte, bañando el lugar en tonos dorados. Aric sintió una mezcla de emoción y miedo mientras se acercaban a la entrada principal.
—Es hermoso —murmuró Kael, mirando la majestuosidad del palacio con asombro.
—Sí, pero también puede ser frío y solitario —respondió Aric, sintiendo cómo la presión comenzaba a aumentar nuevamente.
Ambos fueron recibidos por un guardia que los miró con desconfianza. Aric tragó saliva antes de hablar. —Soy el Príncipe Aric y este es mi… amigo, Kael.
El guardia arqueó una ceja, evaluando a Kael con desdén. —¿Amigo? Parece más bien un extraño.
Aric sintió cómo la ira comenzaba a burbujear dentro de él. —¡No lo trates así! Es importante para mí.
El guardia se encogió de hombros y permitió que pasaran, pero no sin lanzar una mirada escéptica hacia Kael. Una vez dentro, Aric sintió cómo el ambiente del palacio lo envolvía: el lujo y la opulencia contrastaban fuertemente con la simplicidad del mundo de Kael.
—Esto es… diferente —dijo Kael, admirando los lujosos candelabros y las obras de arte adornando las paredes.
—Lo sé —respondió Aric—. Pero no te dejes engañar; no todo es tan perfecto como parece.
Mientras caminaban por los pasillos, Aric sintió la mirada inquisitiva de algunos sirvientes y nobles; podía sentir las preguntas en el aire. ¿Quién era ese joven que acompañaba al príncipe? La incertidumbre crecía dentro de él y supo que debía actuar rápido para evitar problemas.
Finalmente llegaron a los jardines del palacio, donde la frescura del aire contrastaba con la opulencia del interior. Era un lugar hermoso, lleno de flores coloridas y fuentes burbujeantes; un refugio perfecto para discutir lo que estaba por venir.
—Aquí es donde podemos hablar sin ser interrumpidos —dijo Aric mientras se sentaban en un banco bajo un sauce llorón.
Kael lo miró con seriedad. —Aric, estoy emocionado por estar aquí contigo, pero también tengo miedo. ¿Qué pasará si tu familia no me acepta?
Aric sintió cómo su corazón se encogía ante la posibilidad de perder a Kael. —Haré todo lo posible para que eso no suceda. Te presentaré como alguien importante para mí; eso debería bastar.
Kael asintió lentamente, pero aún había dudas en su mirada. —¿Y si eso no es suficiente? ¿Y si nunca logran ver más allá de las apariencias?
Aric tomó las manos de Kael entre las suyas y miró profundamente sus ojos. —Tú eres más que una apariencia; eres valiente y fuerte. Te verán por quien realmente eres cuando tengan la oportunidad.
Sin embargo, antes de que pudieran profundizar más en sus sentimientos, escucharon pasos apresurados acercándose. Ambos se giraron para ver a Liora corriendo hacia ellos con una expresión preocupada.
—¡Aric! ¡Te he estado buscando! —exclamó ella al llegar—. La reina Isolde está buscando respuestas sobre tu ausencia.
Aric sintió cómo su corazón se hundía; no tenía tiempo para esto. —Liora, necesito que me ayudes. Este es Kael y…
Liora miró a Kael con curiosidad, pero antes de que Aric pudiera terminar su frase, ella levantó una mano para detenerlo. —¿Has traído a alguien aquí sin permiso? Esto podría ser un problema serio.
Kael se puso rígido al escuchar las palabras de Liora; Aric podía sentir la tensión en el aire. —No es así… Quiero decir, él es importante para mí y…
—No puedo permitir que esto suceda sin hablar primero con madre y padre —interrumpió Liora—. Esto podría causar un escándalo si alguien se entera.
Aric sintió cómo la desesperación comenzaba a apoderarse de él; no podía dejar que eso sucediera. —Liora, por favor… no entiendes lo que significa para mí tenerlo aquí.
—Entiendo más de lo que crees —respondió Liora con seriedad—. Pero tenemos que ser inteligentes al respecto. Si tus padres descubren esto sin preparación… no solo tú estarás en problemas; también Kael.
Aric miró a Kael, quien parecía cada vez más incómodo ante la situación. Su corazón se rompía al pensar en cómo podrían rechazarlo solo por ser diferente. Sin embargo, sabía que tenía que actuar rápido si quería protegerlo.
—Está bien —dijo finalmente Aric—. Haremos lo que sea necesario para asegurarnos de que esto funcione.
Liora asintió lentamente, aunque aún había preocupación en sus ojos. —De acuerdo, pero necesitamos un plan sólido antes de presentarlo ante nuestros padres.
Mientras discutían estrategias sobre cómo presentar a Kael ante la reina Isolde y el rey Aldric, una sensación inquietante comenzó a asentarse en el estómago de Aric nuevamente. Había algo en el aire, algo oscuro e inminente que parecía acecharlos desde las sombras del palacio.
Justo cuando estaban a punto de finalizar su conversación, un ruido ensordecedor resonó desde el interior del palacio: un grito desgarrador seguido del sonido de pasos apresurados. Todos se miraron con sorpresa y miedo.
—¿Qué fue eso? —preguntó Kael con voz temblorosa.
Liora frunció el ceño y se levantó rápidamente. —Debemos averiguarlo; podría ser importante.
Aric sintió cómo su corazón latía con fuerza mientras seguían a Liora hacia el interior del palacio. La tensión era palpable, y cada paso que daban parecía acercarlos más a un peligro inminente.
Al llegar al vestíbulo principal, encontraron a varios guardias reunidos alrededor de una figura tendida en el suelo: un noble conocido por sus conexiones con Valen. Su rostro estaba pálido y había una expresión de terror grabada en sus rasgos.
—¡Alguien llame al médico! —gritó uno de los guardias mientras intentaban reanimarlo.
Aric sintió cómo la inquietud crecía dentro de él; algo no estaba bien. Mientras observaba la escena caótica frente a él, comprendió que este evento podría cambiarlo todo… y no solo para él y Kael.
Con el corazón latiendo desbocado y un futuro incierto ante ellos, Aric supo que estaban al borde de algo mucho más grande de lo que jamás habían imaginado… algo que pondría a prueba no solo su amor, sino también la lealtad y la seguridad del reino entero.
El viaje apenas comenzaba, y ya podían sentir las sombras acechando desde todos lados.